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Informe psicológico respalda veracidad en confesión de único imputado

Peritaje de policía civil afirma que las 18 declaraciones que prestó el adolescente P.P.V., entre junio de 1979 y mediados de 1981, son coherentes y concordantes, y contienen un »engranaje contextual definido». Asimismo, sostiene que su actual estado amnésico sería producto de una motivación ganancial. Otro análisis del SML no pudo determinar la causal de esa supuesta pérdida de memoria.


Los análisis psicológicos que se le han aplicado actualmente al, hasta ahora, único imputado por la muerte del menor Rodrigo Anfruns Papi parecen dar pocas luces acerca de si el entonces adolescente, identificado con las siglas P.P.V., fue utilizado para ocultar a los verdaderos responsables del crimen o su actual estado amnésico sobre los hechos es un escudo para no asumir su eventual responsabilidad en el homicidio.



El único inculpado en el caso actualmente tiene 43 años y se desempeña en el oficio de técnico electrónico, y sobre él se han centrado las últimas pesquisas llevadas a cabo por la ministra en visita Dobra Lusic, quien instruye una segunda investigación judicial de este caso, luego que se reabriera a mediados de 2004.



Una de las principales razones por las cuales no hay un informe concluyente acerca del real alcance de esta pérdida de memoria es porque éste se ha negado a colaborar en los peritajes a que ha sido sometido, según lo constataron tanto peritos de la Policía de Investigaciones como del Servicio Médico Legal (SML).



Anfruns Papi desapareció en las inmediaciones de la casa de su abuela paterna el domingo 3 de junio de 1979, permaneciendo 11 días extraviado, por lo cual los organismos policiales realizaron una intensa búsqueda, hasta que fue encontrado muerto en un sitio eriazo cercano al inmueble, tras la supuesta confesión de P.P.V., quien vivía en el sector, asumiendo su culpabilidad.



Hace poco más de dos años, el caso se volvió a reabrir tras las declaraciones del carabinero en retiro Jorge Rodríguez Márquez, quien aseguró que el menor fue dejado sin vida en el lugar por agentes de los organismos de seguridad de la dictadura militar, durante la madrugada del día que fue hallado.



Posible amnesia



Hasta ahora, en todas las declaraciones policiales, judiciales y forenses que ha prestado, P.P.V. insiste en no recordar casi ningún hecho relativo a su niñez, ni a su vida antes de los 21 años, afirmando que «por documentos que ha podido ver» sabe que cursó la enseñanza básica en el colegio J. P. Duarte y la enseñanza media en el liceo Lastarria, en la nocturna, luego de salir de la cárcel. «Según relata, su madre también le ha contado que pasó un tiempo en Gendarmería y que salió a los 21 años», sostiene uno de los análisis mentales, realizado por el Instituto de Criminología de la policía civil.



«Invitado a referirse libremente a los hechos que lo vinculan con la muerte de Rodrigo Anfruns Papi, el entrevistado rehúsa referirse al tema, al menos no antes de hablar con su abogado. Protesta enérgicamente por la reapertura del proceso, agregando además que no recuerda nada de las cosas que sucedieron hace tantos años. Sentencia: lo que pasó ya pasó, dichas palabras son espetadas con evidente molestia», agrega el documento.



Si bien este informe llega sólo a juicios vagos respecto a su principal objetivo -«determinar si la persona señalada padece de una enfermedad mental u otro cuadro médico que le haya ocasionado pérdida de memoria posterior al 16 de julio de 1981 (fecha en que terminó el juicio anterior)»-, sí respalda la veracidad de las declaraciones que en todas las instancias otorgó P.P.V., al confesar ser el autor del homicidio.



Respecto a la pérdida de memoria, el análisis sólo concluye que esta amnesia podría clasificarse como disociativa y consiste en que «el paciente se niega a recordar hechos pasados, ya sea por el carácter traumático de éstos, ya sea por una motivación, sea esta disociativa o ganancial, (…) pudiendo ser, en el caso del evaluado, de tipo ganancial, desde la perspectiva de la economía psíquica, más que de tipo material, toda vez que por el delito investigado éste ya pagó con su privación de libertad», consigna el psicólogo Rodrigo Torres Vicent.



Por otra parte, el informe elaborado por el SML, a cargo del psicólogo forense Álvaro Aliaga Mohr, concluye que «no es posible aportar información respecto a la existencia de una amnesia disociativa», al explicar que los resultados de los test aplicados a P.P.V. no representaron el estado real del sujeto.



«El peritado presenta un elevado grado de variabilidad, tanto en la evaluación clínica, como en los instrumentos aplicados, lo cual puede ser interpretado como un bajo nivel de compromiso con la evaluación», señaló el documento.



Veracidad de sus confesiones anteriores



Sin embargo, en el primer análisis, respecto a la evaluación sobre el grado de veracidad de sus declaraciones prestadas en el antiguo expediente, se estableció que de las 18 intervenciones de P.P.V. entre junio de 1979 y mediados de 1981, se desprende un relato coherente y que alude a detalles contextuales que sólo podría justificarse con su real participación en la muerte del niño de 6 años.



«En cuanto a la evaluación de la verosimilitud de sus testimonios es altamente probable que las declaraciones tempranas del proceso prestadas por P.P.V., por sus cualidades en estructuración, riqueza de contenidos y persistencia en el tiempo, aún en distintos contextos procesales, sean precisamente aquellas que en mejor medida se ajusten a la realidad de los hechos investigados; mientras que las declaraciones posteriores a la reapertura del sumario y sus subsecuentes tergiversaciones, sólo respondan al afloramiento y acentuación de sus propias características de personalidad», sostuvo el psicólogo Torres Vincent.



Las declaraciones formuladas por P.P.V. en distintos escenarios -policiales, clínicos y judiciales-, completaron un número de 18, entre 1979 y 1981, 16 de las cuales tuvieron lugar en los meses de junio y julio de 1979, es decir, inmediatamente posteriores al crimen.



«En estas declaraciones, P.P.V. mantiene de acuerdo a las características generales de su discurso una estructura lógica que da coherencia al mismo, incorporando detalles diversos e independientes a partir de los cuales se describe un idéntico curso de los sucesos», concluye el análisis del perito de Investigaciones.



En ese sentido, el profesional desestimó que la serie de relatos dados por el inculpado en ese período respondiera a una elaboración de un guión cinematográfico preconcebido. «No se ve en la estructura lógica del discurso y, además, se agregan detalles como personas, lugares, objetos y elementos contextuales de los sucesos que, sujeto a contrastes, son corroborados en distintas circunstancias de la investigación», afirmó.



«Se constata un engranaje contextual definido, dado por una realidad sociotemporal concreta, interrelaciones entre tiempos y espacios que anudan los hechos con circunstancias externas (…). Además, aportan otros criterios de credibilidad, tales como descripción de interacciones entre el imputado y la víctima, encuentros, diálogos, reacciones personales», añadió Torres Vincent.



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