Publicidad

Carlos Tromben: «No me interesa hacer literatura testimonial»

Acaba de publicar su tercera novela Karma, la primera de sus incursiones fuera del género policial, en la que se pasea por toda la historia del siglo XX con tres personajes: un japonés, un taxista desencantado y una descendiente de chilena en el exilio. Advierte, eso sí, que ya tiene en carpeta un nuevo proyecto policial y que su emblemático personaje, el detective Palma, regresará a las pistas.


Karma: (Del sánscr. karma, hecho, acción). En algunas religiones de la India, energía derivada de los actos que condiciona cada una de las sucesivas reencarnaciones.



Está lejos del prototipo del escritor que espera pacientemente que llegue hasta él la inspiración. Como buen economista, tiene un nivel de aplicación excepcional: cuando tiene una idea narrativa construye un esquema con fichas excel y power point, llenas de hipervínculos proporcionados gracias a google y wikipedia. Si crea un personaje japonés, por ejemplo, tiene todo el background al alcance del mouse, con este sistema: un mapa del Japón antiguo, música de las diferentes etapas, un diccionario, fotografías. Gracias a esto, dice, sus tiempos creativos se han acortado considerablemente: tanto, que entre su anterior novela y su reciente Karma, apenas ha transcurrido un año.



Con su nueva novela, Carlos Tromben, ingeniero, analista económico y periodista, rompe momentáneamente con la novela policial, y con el protagonista de sus anteriores trabajos, Poderes fácticos y Prácticas rituales: el detective José Joaquín Palma. Aunque tiene en carpeta el regreso del investigador en gloria y majestad, con una pre-precuela ambientada en el mundial de fútbol de 1962, por ahora está saboreando su incursión en otro género.



Con Karma, Tromben se da el lujo de hablar de casi todo: religión, inmigración, exilio, política, discriminación, globalización, rivalidades familiares. ¿Cabe todo eso en una misma novela y de modo articulado? Cabe. Son tres relatos en apariencia independientes, pero que tienen un destino común: Satoshi, un inmigrante japonés de comienzos del siglo XX, Martín, un ejecutivo desencantado que decide renunciar a todo y volverse taxista y Soffía, descendiente de chilena, criada en Suecia. En la novela subyace la idea kármica de la universal ley de las compensaciones, aunque tratada sin un ápice de misticismo, sino más bien con bastante humor y agudeza.





En Prácticas rituales escribiste historias de temporalidades diferentes, pero iban superpuestas. En este caso, elegiste una estructura más ‘ordenada’, un poco más lineal, para contar las tres historias de Karma
Sí. En Prácticas rituales la crítica apuntaba a que a veces este collage confundía. Había un diálogo de temporalidades, pero creo que es cierto que se me anduvo arrancando un poco el control de algunos elementos, sobre todo desde el punto de vista del lector, que podía perderse en alguna medida. Esto no era policial, sino con motivos corales que se unifican hacia el final. La novela tenía que ser narrada linealmente y con estos pequeños mementos que son el punto de partida de la acción. Hay un punto recurrente, que es el inicio de la novela. Yo quería hacer una novela que causara más empatía.



-¿Menos críptica?
-Claro, que su estructura fuera más transparente, aun cuando en los primeros capítulos no queda muy claro qué relación tienen las historias entre sí, parecen autónomas, y ese juego me interesó: que la relación se vea sólo al final, y que sea más potente que en una novela policial.



-¿Fue un ejercicio de autocrítica?
-Sí, y creo que salió mejor, es más cariñosa, tiene más humor y tiene una visión más amplia de la vida quizás.



El instante del sisentido



-¿Por qué, de los tres personajes, escoges sólo una voz en primera persona, la de Martín?
-En realidad la novela partió con Martín: la génesis fue la idea de un ejecutivo exitoso en lo profesional y muy desafortunado en los sentimientos, de modo que eso lleva a una crisis personal en la que opta por una salida poco convencional. Parte con el testimonio de un hombre que ve la sociedad desde afuera, pero que ha estado muy involucrado con ella. Además debo confesar una empatía personal con él: yo conocí el sistema -no a niveles tan altos-, pero trabajé en un gremio empresarial. Hay una distancia mucho menor con Martín que con los otros personajes.



-Y sin embargo hay capítulos en los que es retratado también desde un narrador en tercera persona.
-Yo quería que hubiese espejos entre los personajes; que la versión que nos da Martín de sí mismo -que parece que es la definitiva-, no es tal. Quería mostrar a través de la visión ajena un Martín mucho más frágil, con otras motivaciones distintas de las que estaba dispuesto a confesarse a sí mismo; se ve que sus motivaciones no son sólo filosóficas, sino también íntimas. Esa riqueza se logra a través de dos puntos de vista.



-Con su crisis vocacional y personal, Martín decide transformarse de empresario en taxista, lo que parece una opción irracional a primera vista. ¿Qué relación tiene con tu propio giro "absurdo", de analista económico a escritor?
-El sistema neoliberal ofrece tremendas posibilidades materiales y profesionales a las personas con talento y ambición. Pero cuando logras eso, viene un vacío. Quería mostrar esta contradicción del sistema, que no te da todo: hay un plus que no se encuentra en ningún manual de éxito ejecutivo, en ningún coaching. Es algo muy delicado en el equilibrio de las personas. El escape que hace Martín es también la ilustración de esa frase de Sartre, que dice que "el infierno son los demás": el sistema puede ser infernal, imbancable para una persona. Ese infierno del otro, que se observa mucho en las jerarquías empresariales y ejecutivas, llega a ser algo en lo que simplemente Martín no da más; sus baterías personales se funden. En ese punto, puedes hacer cualquier cosa, por más absurda que parezca; llegados a una situación de sinsentido, podemos ir a parar a cualquier lado. Hay un instante en que ninguna brújula sirve: ese instante es interesante para la literatura.



El karma de las novelas policiales



La idea que subyace en Karma es la idea de la identidad, de la pertenencia y de la capacidad de armar muchas vidas a partir de una misma existencia
-Sí. En ese sentido se relaciona con las migraciones, los territorios, los idiomas.



-También está la idea de las deudas inconclusas, los equilibrios.
-Me parece interesante la noción de karma, en el sentido que las acciones que conllevan una energía negativa tienen repercusiones, no morales sino energéticas. Uno puede violar impunemente las leyes, pero siento que a nivel de la vida, no puedes escapar. Puedes ser un violador impune, un asesino impune, pero algo te va a pasar en el plano de la energía. Eso es lo que a los seres humanos en la civilización judeocristiana nos ha costado tanto ver.



-Finalmente es una reflexión política, pero también metafísica.
-Claro. Empezar una novela con una masacre, como ésta, es inusual, complicado. Pero no tiene una lectura política en el sentido de quiénes son los buenos y los malos. Es simplemente un ajuste de cuentas territoriales que va a tener repercusiones por mucho tiempo para los que toman parte en él. No hay una noción de castigo; tengo la impresión de que va más allá de ese umbral.



-Tú sales de la temática policial en esta novela, pero la estructura que tiene es de todos modos parecida a la de una novela policial, porque se mantiene el misterio hasta el final, el desenlace viene recién en ese punto.
-Es porque tengo un tema con la investigación. Me encanta ir descubriendo, sacando a luz información, primero para mí y luego para el lector. Creo que ha sido mi único taller literario: el periodismo económico. Creo que en ese tipo de ejercicio: sacar la tierra y pulir la veta, hay un futuro interesante para la novela. A mí no me interesa hacer literatura testimonial: yo no tengo nada que testimoniar, soy un ciudadano normal, y nada de lo que me pase a mí es importante.

Publicidad

Tendencias