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Juan Carlos Eichholz: «La Alianza pisó el palito y perdió posicionamiento»

Académico estima que la Alianza no actuó con cálculo electoral al decidir asistir a los funerales de Augusto Pinochet, sino que primó un tema de lealtad. Aunque Eichholz asegura que se trató de una decisión que »definitivamente no los favorece», aclara que el problema del bloque no es el ex militar, sino que generar una agenda que les permita diferenciarse de la Concertación.


Según Juan Carlos Eichholz, para muchos políticos de derecha que asistieron al velatorio de Pinochet esto no era beneficioso desde el punto de vista político, pero existía un tema de lealtades de por medio. Sin embargo, no cree que esto vaya a tener un alto costo político, porque el episodio se va a obviar rápidamente y en unos años más -pensando en las elecciones de 2009- nadie va a estar sacando cuentas de quien fue o dejó de ir al funeral de Pinochet.



-¿Qué evaluación realiza de la presencia de la Alianza en los funerales de Augusto Pinochet? ¿Le parece que existe un endurecimiento del bloque en este sentido, al seguir defendiendo la imagen del ex militar?
-Lo que pasa con Pinochet en cierto modo pone a la Alianza en una posición complicada. En este evento la Concertación despunta la figura de Pinochet, intentando sacar a relucir los aspectos negativos del gobierno militar -que sin duda los hay bastantes-. Pero no se hace referencia a los aspectos positivos, es decir a temas como la reconstrucción del orden institucional, transformación de la economía nacional, etc. En ese escenario, la derecha no tiene otra alternativa que contrarrestar esa falta de objetividad validando los aspectos positivos, aunque frente a la ciudadanía aparece defendiendo a Pinochet. La Alianza pisó el palito -al tratar de mostrar la otra cara de la película- y perdió en su posicionamiento público.



«Acercamiento a Pinochet no favorece a la Alianza»



-¿Entonces es perjudicial para la Alianza este acercamiento a Pinochet?
-Definitivamente no los favorece, porque la mayor parte del electorado tiene una imagen negativa del legado de Pinochet. La opinión pública da mayor peso a los aspectos negativos, y el tema de los derechos humanos tiene una relevancia mayor. Y, por el contrario, los hechos positivos ya no son tan importantes como lo eran en el contexto de la década de los setenta, cuando había un desorden institucional y la economía estaba al borde del colapso.



Pero no es que la Alianza esté "pegada" a Pinochet, eso es falso. Si bien hay personas como Iván Moreira -entre otros- que están en esa posición, la Alianza ha marcado cada vez más distancia. Lo que ocurre es que por parte de la Concertación se ha querido dar esa impresión de que existe un apego.



-Pero vimos que importantes figuras de los conglomerados de oposición sí asistieron a respaldar a Pinochet. Y pese a que se en la Alianza se expresó que la figura del general no es condicionante de su actitud política, los presidentes de los partidos exigieron para él funerales de Estado, decidieron asistir a la ceremonia militar en su honor, en declaraciones públicas defendieron su obra e incluso propusieron una calle con su nombre. ¿Hubo un cálculo electoral en la decisión de acudir a las ceremonias fúnebres?
-Yo creo todo lo contrario, si hubiera existiera un cálculo electoral no hubieran ido. Hay cosas que tienen que ver con emociones, con sentimientos, con ciertas lealtades básicas y fundamentales, que quedan expresadas en esto. Es difícil hacer un juicio de Pinochet y de su gobierno porque tiene luces y sombras. Pero cuando tú crees que ha habido ciertas luces, que la obra ha tenido sentido -a pesar de los costos- quizás sientes el deber moral de hacerte presente ahí. Fueron los presidentes de los partidos pese a que ninguno de ellos trabajó en el gobierno militar, fueron algunos políticos también. No puedes pedirle a la gente que se desligue de su pasado, y de su historia, y eso es lo que se expresa acá. Si existiera un cálculo político no hubiera ido ninguno, salvo Moreira quizás.



-Pero algunos parlamentarios decidieron no asistir. ¿Existe una disyuntiva entre ese voto duro y el de centro, al cual aspiran para ampliar su espectro político?
-Creo que eso no es así, salvo casos muy particulares como el de Moreira que hace apología de esto, porque él está buscando el electorado duro. Pero la decisión de la Alianza es clara en el sentido de que su desafío es crecer hacia el centro. El sector duro lo tiene por defecto, o sea no hay nadie más que vaya a ocupar ese sector. La Alianza tiene claro que debe posicionarse hacia el centro, y que este tipo de cosas no ayuda en absoluto. Pero hay que entender que se trata de un asunto de lealtad.



Ahora eso no tiene nada que ver con lo bien o mal que lo esté haciendo la Alianza en otros campos, porque el problema de la Alianza en estos momentos no es Pinochet, sino que no logra formular una agenda país que haga sentido y establezca la diferencia frente a la Concertación. Lo único que está haciendo en estos momentos que criticar lo que el oficialismo hace mal, pero eso no es suficiente, tiene que ser una alternativa de gobierno. Si bien con los hechos de corrupción baja el apoyo a la Concertación, eso no se expresa en un aumento de apoyo de la Alianza, porque hay desconfianzas de parte de la ciudadanía y eso no se está trabajando.



-¿Qué cosas son las que generan esa desconfianza y que hay que mejorar?
-Tiene que ver con la defensa de intereses empresariales, la falta de una agenda propia, y a veces con el propio populismo, con las promesas falsas, etcétera.



Costo político



-¿Hay un costo político para quienes deciden no asistir a Escuela Militar? Es imperdonable para este voto duro y más conservador no ver presentes a ciertos políticos del sector?
-No, nadie se fijó siquiera que Andrés Allamand no estaba o Alberto Espina, Espina quizás un poco más por lo que había dicho previamente. Pero en ningún caso eso va tener un costo político. De hecho toda esta cosa de Pinochet ya está olvidada. Pese a que han pasado tan pocos días ya está decantando, y te aseguro que la próxima semana no vamos a estar hablando de Pinochet.



-Pero si se han escuchado críticas a Joaquín Lavín por marginarse de los actos en memoria de Pinochet. Se acusa inconsecuencia de su parte al haber sido un estrecho colaborador del régimen militar…
-Pero son críticas mínimas, que pasan desapercibidas. Y si hablamos de costos políticos, en un espectro amplio de gente ocurre todo contrario, creo que se beneficia.



-¿Qué estrategia es más coherente: la de Pablo Longueira que asistió o la de Sebastián Piñera? ¿Y cuál es más ajustada al propósito de ampliar el espectro político?
-Los que asistieron, reitero, es porque sentían una obligación moral. En el caso de Piñera, nunca ha sido partidario de Pinochet, y claramente fue coherente. Eso sí, algunos que no fueron sí actuaron estratégicamente, porque a pesar de sentir cierto deber de estar presentes privilegiaron el costo.



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