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La revolución silenciosa que dirige Marcelo Venegas a la cabeza del TC

Gabriel Angulo Cáceres
Por : Gabriel Angulo Cáceres Periodista El Mostrador
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Ad portas de ser dictada la nueva ley orgánica de la institución fue «pasado a retiro» el secretario Rafael Larraín y al relator Leopoldo Núñez lo sacaron de su puesto y lo enviaron a uno con menor sueldo. Ambos cargos son muy codiciados por el grado de influencia interna que pueden llegar a tener, aunque los ministros lo niegan. Pese a su pasado como jefe de la Dinacos durante la dictadura militar, tiene todo el apoyo de sus pares. Tanto así que ha copiado la fórmula modernizadora de la Suprema y quiere lograr un perfil como el de Ramiro Mendoza.


Una transformación radical se vive desde hace unas tres semanas al interior del Tribunal Constitucional (TC) la que hasta ahora ha pasado inadvertida. Peticiones de renuncia, cambios de relatores, advertencias a quienes se han «relajado» en el trabajo, son sólo algunos de los cambios que está implementando a toda máquina el recién designado presidente Marcelo Venegas, quien a poco de sentarse en la testera dejó claro cómo serían las cosas de ahora en adelante.

Y es que la «escoba nueva» está barriendo detrás de cada puerta y dentro de cada oficina de la casona ubicada en Santo Domingo con Mac-Iver, otrora sede del Senado, desempolvando las gavetas de una institución poderosa y cuya renovada ley orgánica, que fija la nueva planta, las inhabilidades de los ministros y causales de reserva y secreto, será publicada el 28 de octubre en el Diario Oficial, luego de una larga tramitación parlamentaria.

Por esta razón, Venegas ha desplegado todo el poder que le confirieron sus pares para fiscalizar, además, todos y cada uno de los recovecos financieros de la institución que dirige, copiando la fórmula usada por la Corte Suprema.

Tanta es la similitud con el Poder Judicial, que se crearon comisiones. Y aunque con distintos nombres, apuntan a lo mismo: Relaciones Exteriores, Régimen Interno, Academia, Extensión y Transparencia. Más aún, Venegas fiscaliza «casi» todos los cheques que salen para pagar proveedores y está usando el portal Chilecompra y dictando normativas sobre procesos de adquisición, dijo uno de sus colegas. «Llega a las 9:00 y se retira pasada las 19:00 y ordenó revisar todas las finanzas», señalan.

Sin embargo, como toda revolución, siempre hay muertos en el camino. Y por cierto férreos detractores, que no pueden hacer otra cosa que apoyar su nueva política, porque sus medidas tienden a la mejora de la institución que integran. «Y los abogados constitucionalistas velamos por las instituciones», dijo uno de los ministros consultados por El Mostrador.

Oscuro pasado

No obstante, aún pesa en algunos el hecho de que Venegas haya ostentado el cargo de jefe de la División Nacional de Comunicaciones (DINACOS), el órgano censurador de la dictadura militar y que haya participado en el requerimiento que le presentaron por «apología a la violencia» al fallecido dirigente del PS, Clodomiro Almeyda, ante el mismo TC que hoy dirige.

Venegas fue el titular de esa unidad que funcionaba en La Moneda durante 1986, precisamente el año en que el Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR) atentó contra Pinochet, hecho por el cual la CNI decidió vengar a los escoltas que murieron repeliendo el ataque de los fusileros en el Cajón del Maipo, asesinando a cuatro personas, entre ellos el periodista José Carrasco, hecho acreditado por la Justicia. En esta causa, sustanciada por el ministro Hugo Dolmestch, hoy miembro de la Suprema, Venegas fue incluido dentro de los citados a declarar, debido a que integraba el comité asesor de Pinochet en la época en que ocurrieron los hechos.

Venegas es un hombre hábil, reconocen en el órgano. Antes de llegar a la testera conversó con todos y cada uno de sus colegas, convenciéndolos de votar por él, hecho que logró sin mayores problemas. Sin embargo, también circula otra versión y es que nadie quería asumir el cargo en medio de una campaña presidencial. De esta forma, se lo habría elegido «casi» por descarte».

La cimitarra

Una de las primeras acciones de fuerza que tomó Venegas fue la salida del secretario del TC, Rafael Larraín. Este último, con más de 25 años en la institución, se tomó tres meses de vacaciones, las que tenía acumuladas, pero no vuelve a su cargo. Por ahora es reemplazado por la oficial primero, Marta de la Fuente, mientras se llama a concurso para llenar el cupo.

Tampoco le ha ido muy bien a Leopoldo Núñez, con más de 20 años de trabajo, quien habría sido removido de su cargo de relator y enviado a un puesto menor y con menos sueldo, algo que no ha caído muy bien a nivel general en los funcionarios del TC. «Hubo acuerdos para mejorar cosas, pero nunca pensamos que iba a ser tan fuerte la llegada de Venegas», agregó la fuente.

También han existido advertencias a diestra y siniestra. Una de ellas al relator Jaime Silva. Básicamente, indican fuentes internas, «porque el TC se había convertido en un pequeño feudo, donde habían personas que trabajaban muchos y otros poco». Otro cambio, es que los «abogados asesores» del TC, pasarán a ser relatores ad-hoc, lo que en términos reales implica que trabajarán más.

Algunos detractores de la nueva política de Venegas aseguran que busca parecerse al contralor Ramiro Mendoza. Y es que los cargos de relatores y secretarios son muy apetecidos por el grado de influencia que podrían llegar a tener sobre los ministros.

Quienes apoyan a Venegas aseguran que no hay cuestiones políticas de por medio, y que se trata de una renovación del TC que cuenta con el apoyo de moros y cristianos. «Hay que ordenar la casa», dice uno de sus partidarios.

Lea la columna de Carlos Peña en El Mercurio sobre Venegas

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