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Nelson Quichillao: el fatal destino de un eterno minero subcontratado Hoy la familia presentará acciones legales contra quienes resulten responsables

Nelson Quichillao: el fatal destino de un eterno minero subcontratado

Esa noche no debía estar ahí, estaba con licencia y tenía planeado un viaje a Santiago. Pero salió a comprar unos remedios y se cruzó con sus compañeros. Se fue con ellos a la toma de la mina El Salvador. Unas horas después, una bala disparada por Carabineros terminó con su vida. La muerte de Nelson Quichillao agudizó el conflicto entre los trabajadores subcontratados y Codelco por la revisión del Acuerdo Marco, que sigue sin solución.


Trataron de hacerle un torniquete para detener el sangrado, pero ya no tenía mucho caso. La madrugada del viernes 24 de julio, Nelson Quichillao convulsionaba en el suelo a la entrada de la mina El Salvador, rodeado por sus compañeros. Una bala de una pistola 9 mm disparada por un carabinero, que según los peritajes de la Fiscalía rebotó en una superficie metálica, entró por su ingle y le quitó la vida.

Cuando Rodrigo Vásquez vio a Nelson gravemente herido, se separó del grupo de manifestantes y, con sus brazos abiertos, se acercó hacia Carabineros gritando por ayuda y pidiendo un alto al fuego. La respuesta fue una ráfaga de perdigones, uno de los cuales se incrustó en su mejilla. En total, esa noche hubo 33 heridos.

La violencia se había desatado cuatro horas atrás. El jueves 23 de julio, cerca de las 22:30 hrs., un contingente de Fuerza Especiales de aproximadamente 80 uniformados llegó hasta el acceso de la mina El Salvador en dos micros de Carabineros. Sin advertencia de por medio, comenzaron a lanzar bombas lacrimógenas y disparar balines para dispersar a los trabajadores contratistas de Codelco, que mantenían tomada la mina en el sector de la garita y un bloqueo parcial de la carretera, desde el martes 21, cuando comenzaron las movilizaciones para exigir la renovación del Acuerdo Marco 2015.

Para bloquear el acceso a la mina y detener el avance de Carabineros, el grupo de 300 trabajadores levantó una barricada de tierra y piedras con una máquina Scoop. Similar a una retroexcavadora, la Scoop es utilizada en las faenas mineras para tareas de alta precisión y cuenta con cabina blindada para el operador.

Según la versión de los trabajadores, la máquina fue utilizada como escudo para contener la acción represiva y niegan que hayan intentado atropellar a los uniformados, tal como sostuvo Carabineros para justificar el uso de armas de fuego. De hecho, afirman, la máquina se mantuvo siempre a una distancia superior a los 20 metros.

En medio de los enfrentamientos, Fuerzas Especiales se dividió en dos grupos e ingresó a la faena de Codelco, rodeando al grupo de trabajadores, pero una hora y media después se acabaron las municiones y, según Patricio Meneses, presidente del Sindicato Geovita al que pertenecía Nelson, Carabineros comenzó a lanzar piedras a los trabajadores.

En ese momento, el operario de la máquina Scoop avanzó unos metros hasta la reja para hacer retroceder al contingente y entonces dispararon varios tiros contra la máquina. El operario dio marcha atrás y unos 100 trabajadores, entre los que se encontraba Nelson, quedó más adelante y se fue contra el piquete de uniformados.

Según los testigos presentes en el lugar, el carabinero que habría disparado contra Nelson recibió un piedrazo. Se devolvió, apuntó hacia la multitud y disparó tres o cuatro veces. Nelson cayó al suelo y, luego, se desató el caos. En medio de los gritos, como se relató anteriormente, Vásquez se separó de sus compañeros para pedir auxilio, no fue escuchado y cayó derribado por los perdigones.

Uno de los dirigentes presentes, intentó dar los primeros auxilios a Nelson, pero perdía mucha sangre y ya estaba agonizando. A los pocos minutos llegó la ambulancia que lo trasladó a la Clínica San Lorenzo de El Salvador. Fue en vano, Quichillao falleció a las 3:00 hrs. Vásquez quedó internado grave por múltiples heridas, ahora se está recuperando.

Un minero subcontratado

Esa noche Nelson no tenía que estar ahí, estaba en cama con licencia por un fuerte resfriado. En la tarde se levantó y salió a comprar remedios. En el camino, se encontró con sus compañeros y se fue con ellos a la toma. Sus planes eran otros . Uno de sus hermanos ya lo había convencido de venir a pasar esta semana a Santiago y recuperarse tranquilo, él había accedido. Pero esa bala lo cambió todo. La que sería una convalecencia en la capital, se transformó en un funeral en Coquimbo.

En su familia aún están muy consternados y no terminan de digerir lo que sucedió. Su sobrino, Hardy Cárdenas, relata que comparten la lucha de Nelson: “Es justo que los trabajadores luchen por mejorar sus condiciones laborales y económicas. Esto ha sido súper duro para la familia. A nadie le gusta perder un familiar de esta manera, para nosotros, fue un asesinato. Queremos que haya justicia, que se sepa quiénes son los responsables y quiénes dieron la orden para que actúen de esa manera. Generalmente se corta el hilo por lo más delgado, como pasó con el caso de Rodrigo Avilés”.

[cita] Terminó el colegio y entró a la mina con 18 años, pasó toda su vida ahí. Trabajaba en turnos de siete días por siete de descanso, cada jornada de 12 horas diarias. Se desempeñaba como ayudante de minero. Siempre como subcontratado en distintas empresas. El año pasado se cambió de sindicato y fue uno de los socios fundadores de Geovita. Quería ascender, operar maquinaria. Estaban revisando su situación y haciendo algunas gestiones. Sus compañeros cuentan que era muy participativo, asistía a las actividades, jugaba a la pelota y era un fanático de la rayuela. [/cita]

Para buscar justicia, hoy presentarán una querella en Diego de Almagro contra todos aquellos que resulten responsables. No quisieron aceptar la ayuda legal de ningún partido ni sindicato, las acciones judiciales las llevarán adelante como familia.

Nelson era un histórico de El Salvador. Nació en La Unión, en una familia humilde sin militancia política, hijo de Francisco Quichillao, trabajador de aserradero, y María Cristina López, dueña de casa. Era el penúltimo de nueve hermanos. Cuando su padre falleció en el 75, Sergio, su hermano mayor, se lo llevó a vivir al pequeño poblado minero para aliviar la carga familiar. Tenía siete años.

Terminó el colegio y entró a la mina con 18 años, pasó toda su vida ahí. Trabajaba en turnos de siete días por siete de descanso, cada jornada de 12 horas diarias. Se desempeñaba como ayudante de minero. Siempre como subcontratado en distintas empresas. El año pasado se cambió de sindicato y fue uno de los socios fundadores de Geovita. Quería ascender, operar maquinaria. Estaban revisando su situación y haciendo algunas gestiones. Sus compañeros cuentan que era muy participativo, asistía a las actividades, jugaba a la pelota y era un fanático de la rayuela.

Sobre su vida amorosa casi no hablaba, era muy reservado. No tenía hijos ni mujer conocida. Los días que estaba en El Salvador arrendaba una pieza en un departamento compartido. Sus días libres los pasaba en su departamento en La Serena. Vivía solo. No confiaba mucho en las mujeres. Según su hermano Sergio, que lo crió desde chico, Nelson solía decir “pa’ qué me voy a casar, si paso siete días encerrado, cuando vuelva al departamento, va a estar pelao”. Cuando murió, una mujer dijo que tenía un hijo de él de 17 años, pero en la familia sostienen que Nelson nunca les había comentado nada y no están seguros de que sea cierto.

El dirigente nacional de la Confederación de Trabajadores del Cobre (CTC), Patricio Rocco, en todos sus años como dirigente, comenta que nunca vio tal nivel de represión en una manifestación. Afirma que el accionar de Carabineros fue brutal y que dispararon más de 30 veces con armas de fuego. Los mismos trabajadores recogieron los casquillos de las balas. Esa información fue confirmada por el fiscal de Diego de Almagro, Julio Artiaga.

Tras la muerte de Nelson y la negativa de Codelco a negociar, las manifestaciones se han agudizado. El miércoles, en El Teniente, los trabajadores quemaron  tres buses en señal de protesta. En Codelco Norte, las cuatro divisiones (Chuquicamata, Ministro Hales, Radomiro Tomic y Gabriela Mistral) iniciaron un paro indefinido, bloquearon accesos y hubo violentos enfrentamientos con  Carabineros. La minera sostiene que las pérdidas diarias solo por el cierre de El Salvador son de US$500 mil dólares.

Las posiciones enfrentadas

Según el último informe de Cochilco, 71 de cada 100 trabajadores de Codelco son subcontratados. En otras palabras, sólo 19 mil trabajadores son de planta y 40 mil están externalizados, como reconoció el propio Óscar Landerretche, presidente de la firma. Sin embargo, la minera estatal se ha negado a revisar las condiciones del Acuerdo Marco 2015, como en años anteriores, argumentando que no están dadas las condiciones –debido al bajo precio del cobre– para negociar bonos de términos de conflicto o pagos directos a los trabajadores, puesto que constituiría una negociación colectiva paralela.

La posición de la cuprífera es que los trabajadores subcontratados negocien directamente con sus empresas contratistas: “La mayoría de los trabajadores que prestan servicios como contratistas y subcontratistas de Codelco ya han tenido sus procesos de negociación colectiva con sus empresas, lo que hace inviable que se pretenda a través de estas movilizaciones obtener nuevos beneficios, esta vez de Codelco”, afirmó su presidente Ejecutivo, Nelson Pizarro.

Pero tras la agudización de las protestas y la intervención del Ejecutivo para desactivar el conflicto, ayer Codelco hizo un llamado a deponer las movilizaciones para luego generar una instancia de trabajo entre las empresas contratistas y los trabajadores, en que se revisarán las futuras condiciones de subcontratación.

«Una vez que se haya recuperado la normalidad en las faenas de División Salvador y en su entorno, y que las divisiones de Codelco vuelvan a operar con absoluta normalidad, la Corporación invitará, tanto a las organizaciones de las empresas contratistas y sus trabajadores, a una instancia de diálogo, que abordará criterios generales referidos a las relaciones laborales», ofreció Pizarro.

La propuesta no tuvo buena acogida. La CTC la calificó de “falsa solución” y pidió al Gobierno que se instale una mesa de negociación tripartita con Codelco y Agema para “revisar, ampliar y mejorar el instrumento colectivo”.

Además, en el comunicado público, la CTC sostuvo: “Nos parece impresentable que, luego de todo lo ocurrido a la fecha, Codelco realice un falso llamado a conversar, el cual de ser aceptado persigue que –en la práctica– se extinga el Acuerdo Marco y los beneficios establecidos en este, los que son fruto de una larga lucha desarrollada por los trabajadores contratistas y subcontratistas por una mejor calidad de vida”.

Esa lucha a la que alude el comunicado de la CTC, carga con otro muerto en su historial. En el primer Gobierno de Michelle Bachelet, el año 2007, Rodrigo Cisterna, trabajador subcontratado en la empresa forestal Celulosa Horcones de la provincia de Arauco, propiedad del grupo Angelini, murió acribillado de tres balazos por las Fuerzas Especiales. Hoy, junto a Cisterna, Nelson Quichillao  pasa a engrosar el listado de los muertos en democracia.

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