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Marco Moreno compara a Piñera con Trump: “Representa la posverdad más absoluta” Dice que es un candidato propio de las democracias post-factuales

Marco Moreno compara a Piñera con Trump: “Representa la posverdad más absoluta”

Según el Decano de la Facultad de Ciencias Políticas y Administración Pública, el ex Presidente juega siempre “al borde”, en un mundo donde “lo que importa no son los hechos, sino las sensaciones que producen”. Además, asegura que el ex Mandatario se adecuará al clima electoral por conveniencia, cambiando de parecer, por ejemplo, en cuanto al matrimonio igualitario, cuando sea tiempo de buscar el voto de centro. “Cuando Piñera se refiere a un tema, lo hace siempre por cálculo político”, sentencia.


En entrevista con El Mostrador, el Decano de la Facultad de Ciencias Políticas y Administración Pública, Marco Moreno, aborda los temas que marcaron la semana: la última cuenta pública de la Presidenta Michelle Bachelet y los resultados de la encuesta CEP.

“Pienso que la encuesta CEP no trae buenas noticias para nadie, en el sentido de que sigue instalando un escenario de incertidumbre”, asegura el Doctor en Ciencia Política por la Universidad de Leiden.

 -¿Cuál fue la intención política de Michelle Bachelet en su última cuenta pública?

-Primero, fue un claro intento para hablarle a su sector. Esto, fundamentalmente, porque ella entiende el factor político, es decir, que estamos en un ciclo presidencial, y lo que busca es hacer un llamado de atención a dicho sector y también a la oposición. En el caso de estos últimos, fue muy clara en señalarles que no hay marcha atrás en las transformaciones. Por otra parte, pidió unidad a la Nueva Mayoría y lanzó varias críticas implícitas a Sebastián Piñera. Desde ese punto de vista, diría que fue el discurso más político de su actual administración y que estuvo marcado por una idea que expresa algo que está ocurriendo en el sistema político chileno: se trata de una energía discursiva que parece dejar de lado los planteamientos racionales (como medios de persuasión a los ciudadanos) en favor de un lenguaje más emocional, de la posverdad, que apela a lo que algunos han llamado las democracias post-factuales, en donde importa más lo que tú dices y no es necesario demostrarlo.

-Entonces, sostiene que el discurso de la Presidenta fue más bien en la lógica del lenguaje publicitario, es decir, del lenguaje de la emoción.

-Exacto, entonces en la estructura de su discurso hay varios llamados en ese sentido, de hecho ella selecciona algunas cosas como la gratuidad, como medida de fuerza para defender la idea de que cumplió con los cambios y transformaciones que ella se comprometió. Mi punto es que su discurso da cuenta de un declive del racionalismo como medio de persuasión pública, apelando ahora a este lenguaje más emocional.

Te doy un ejemplo: ella llama a la Nueva Mayoría los progresistas de Chile… y es súper sintomático que, cuando ella pronuncia esa frase, se levantan sus ministros y la mayoría de los parlamentarios de la coalición a aplaudirla; esa es la imagen más potente de lo que ella buscaba; desde ese punto de vista, en términos de fortaleza, este discurso es un intento un poco desesperado, de última hora, de convocar a la unidad del sector para darle continuidad a lo que ella ha señalado que es su obra, pero es tardío.

-En el discurso marcó puntos específicos: candidato único, acuerdo con lista única parlamentaria, haciendo un fuerte guiño a la decisión de la DC de no ir a primarias.

-Sí, parece que todo indica que la Presidenta está, en este momento, resintiendo la orfandad del gobierno al interior de la coalición y ahí el llamado a la unidad para seguir con los cambios. Esto hay que leerlo como un llamado a la disciplina en el congreso: hay algunos proyectos que aprobar que, para Bachelet, son emblemáticos, así que ella está pidiendo disciplina pero también está pidiendo ordenamiento táctico y estratégico para ganar las elecciones, de manera de asegurar la continuidad de las reformas, pero esta interpelación no parece suficiente para suplir toda la ausencia de diseño que hubo en su gobierno en cuanto a consistencia estratégica. En resumen: es un llamado de atención al hijo porfiado.

-¿Representa un extravío de la brújula política el hecho de que todavía estemos hablando del aborto en tres causales, es decir, que todavía no se apruebe?

-Yo creo que, efectivamente, implica la incapacidad política, por una parte, del gobierno de la presidenta Bachelet y, asimismo, la fatiga y la falta de capital político para poder impulsar ese cambio. El aborto con tres causales es casi como un mantra, que se viene pronunciando desde su primer mandato y cuyo avance es puramente discursivo, o sea, el llamado a la emoción que no se expresa en acciones concretas que permitan avanzar en la legislación, sino que cae y queda esta sensación de que flota, porque ya la Presidenta no cuenta con capital político para poder avanzar más allá, así que eso va a caer en una inercia, entre otras cosas dificultada por el contexto político propio del ciclo electoral en el que hoy estamos.

-Entrando al tema de las primarias. ¿Existe un triunfalismo excesivo en la derecha?

-Sí, yo creo que esa sensación de triunfo se instaló hace algunos meses, sin embargo, creo que la candidatura de Piñera está flotando, porque no sube ni baja y su techo está dado por quienes lo apoyan a toda costa, pero no ha crecido porque se ha instalado la idea de que esta elección está ganada, que es lo que tú mencionas en tu pregunta.

Cuando se instala esa lógica, los equipos políticos tienden a entrar en una situación inercial; además, están protegiendo tanto la candidatura de Piñera (que no vaya a los debates, que no se confronte con Ossandón ni Kast) que desincentiva la competencia, lo cual es clave en una elección primaria, donde debes diferenciarte de los tuyos; para eso son.

-¿Le incomoda a Piñera y a su equipo ir a las primarias?

-Sin duda. Ellos evalúan que eso va a significar un desgaste del capital política de Piñera y de su sector; y la confrontación con Ossandón, si es que se da, va a ser dura, porque él no tiene mucho que ganar ni perder, así que va ir con todo, va a apelar a la emoción, a que Piñera es más de lo mismo, que está preocupado de los ricos, y eso desgasta.

-¿Por cuánta diferencia tiene que ganar Piñera en las primarias para que no sea percibido como una derrota?

-Si no es capaz de sacar una diferencia de al menos 10 puntos, su legitimidad en su sector se ve afectada. Además, recordemos que la vez anterior votaron 800 mil personas y eso pasó porque era un escenario competitivo donde se enfrentaban Longueira y Allamand, ¡que más competitivo que eso! Hoy, en cambio, la gente dice “esta elección la va a ganar Piñera, para qué voy a ir a votar”, y eso puede complicar a Piñera.

Al día siguiente, la noticia no va a ser si ganó Piñera, sino por cuánto.

-¿Cómo ve el rol de Ossandón en esta partida de ajedrez?

-Yo creo que Ossandón está haciendo todo lo posible por estrechar la diferencia que pueda haber entre él y Piñera: va a movilizar a su nicho, pero la pregunta es si ese nicho o quienes apoyan a Piñera van a estar dispuestos a movilizarse ese día dos de julio, cuando juega Chile, con un día frío, y sabiendo que “la elección está ganada”. En fin, son cosas que juegan a favor de la performance que pueda tener Ossandón, y él está haciendo el trabajo para eso; él sabe que tiene que perder por poco para así tener posibilidades de instalar un liderazgo en la derecha de cara al 2022, esa es su apuesta; lo mismo busca Kast, pero él no está tan dispuesto a enfrentar de verdad a Piñera: él trata de enfrentarlo en las ideas, pero en las ideas parece muy parecido, y Ossandón, en cambio, busca diferenciarse, el apela al sentimentalismo en la política.

-¿Usted cree que Ossandón plantea lo que plantea por convicción o por conveniencia?

-Hay una mezcla de las dos cosas: él es un candidato de corte neopopulista, que apela a esta sensación de la que hemos hablado, de la emoción; lo racional para él no importa tanto, con eso no convence a nadie. Piñera, por su parte, cuando se refiere a un tema lo hace siempre por un cálculo político: uno tiene que ver que en esto no hay tanta convicción en Piñera, sino que lo que hay es cálculo. Por ejemplo, si él pasa a la segunda vuelta, va a tener una performance distinta, le va a hablar más al centro.

-Es decir, su discurso se endureció, inicialmente, pero después se va a ablandar…

-Claro, porque en un contexto de voto voluntario, la clave es que lleves a votar a los tuyos, y de una abstención que probablemente no va a ser muy distinta a la municipal, si los tuyos te apoyan es probable que tengas parte de la elección en el bolsillo, por eso es que su discurso ha estado centrado en ellos, en la derecha; pero en una segunda vuelta su discurso será del estilo Piñera-2009, llamando al centro político, para que lo apoyen en una eventual competencia contra Guilllier.

-¿Pero qué tanto cambiará? ¿Será capaz de cambiar su posición respecto al matrimonio igualitario, por ejemplo?

-Yo creo que sí, porque Piñera es como Trump, es la posverdad más absoluta.

En Chile, lamentablemente, nadie hace fact-checking, a nadie le importa eso. Piñera juega en el borde, pero eso le pasó a Guillier también, que dijo que si no había primarias no era candidato: el también está sufriendo de esa dificultad.

Volviendo a la posverdad, creo que Piñera es claramente un candidato propio de la democracia post factual, de un mundo post factual donde de alguna manera lo que importa no son los hechos sino las sensaciones que producen.

-Con respecto a Guillier, ¿cree que su discurso de venir de los movimientos ciudadanos y de ser ajeno a la política terminó cayendo por su propio peso?

-Dejó de ser un discurso atractivo justamente por las contradicciones en que el mismo cayó, porque él buscó los apoyos de cada uno de los partidos políticos, pero por otro lado dice que va a ser candidato independiente, que no es político, y eso genera dudas sobre el candidato porque cuesta descifrarlo. En un  mundo de incertidumbre, las personas buscan certezas, por eso que en un contexto muy volátil, donde los ciudadanos tomarán su decisión muy cercanos al momento de la elección, la gente va a hacer esta mirada del comportamiento ambiguo que ha tenido Guillier, pero que, admitámoslo, también ha tenido Sánchez.

-¿En qué sentido lo ha tenido Sánchez?

-Ella parecía que tenía muchas convicciones sobre algunos temas, pero cuando empieza a bajar del título a la bajada se pierde: me refiero al contenido programático duro. Ella es rápida para la cuña, pero cuando empieza a desarrollar la idea se pierde, no tiene la claridad conceptual suficiente para desarrollar ideas.

-¿Trajo buenas noticias la CEP para algunos de los candidatos?

-Pienso que la encuesta CEP no trae buenas noticias para nadie, en el sentido de que sigue instalando un escenario de incertidumbre. No obstante que el ex Presidente Sebastián Piñera tiene un mejor desempeño en esta encuesta, si la comparamos con la de diciembre de 2016, el crecimiento de él no es tan significativo: si bien lidera esta encuesta, no puede desprenderse de ello que la elección esté resuelta, porque el escenario de incertidumbre se mantiene y no se cierra con los resultados de la CEP.

-¿Qué piensa de la omisión  de medir a Beatriz Sánchez con Sebastián Piñera en segunda vuelta?

-Hay una explicación técnica, que tiene que ver con que no había claridad si el Frente Amplio realizaría primarias legales y eso entonces dificultó que pudiese ser considerada en este proceso, pero queda la sensación de que es una decisión que, si bien tuvo una justificación, más bien tiene una intencionalidad, es decir, plantear el caso de Beatriz Sánchez como una eventual amenaza a Piñera.

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