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Papa saluda a Piñera a lo Bielsa y da discurso ecológico y antitecnocrático en La Moneda Dijo que si el bien común «no tiene un carácter comunitario nunca será un bien»

Papa saluda a Piñera a lo Bielsa y da discurso ecológico y antitecnocrático en La Moneda

El breve saludo al Presidente electo contrastó con el prolongado apretón de manos que el Papa Francisco intercambió con el ex Presidente Ricardo Lagos. Por otra parte, durante su discurso, el Sumo Pontífice dijo sentir «dolor y vergüenza por el daño» provocado a causa de los abusos a niños cometidos por miembros de la Iglesia.


Uno de los momentos que marcó el inicio de la visita del Papa Francisco a Chile fue el escueto saludo que el Sumo Pontífice intercambió con el Presidente electo, Sebastián Piñera.

Esto, a diferencia del afectuoso y prolongado saludo que tuvo con el ex Presidente Ricardo Lagos al momento de ingresar al Palacio de La Moneda.

Allí, el Papa realizó un discurso donde expresó su alegría por poder «estar nuevamente en suelo latinoamericano y comenzar esta visita por esta querida tierra chilena que ha sabido hospedarme y formarme en mi juventud».

Y siguió: «Chile se ha destacado en las últimas décadas por el desarrollo de una democracia que le ha permitido un sostenido progreso. Las recientes elecciones políticas fueron una manifestación de la solidez y madurez cívica que han alcanzado, lo cual adquiere un relieve particular este año en el que se conmemoran los 200 años de la declaración de la independencia. Momento particularmente importante, ya que marcó su destino como pueblo, fundamentado en la libertad y en el derecho, que ha debido también enfrentar diversos períodos turbulentos pero que logró —no sin dolor— superar. De esta forma supieron ustedes consolidar y robustecer el sueño de sus padres fundadores».

Luego, dijo que «recuerdo las emblemáticas palabras del Card. Silva Henríquez cuando en un Te Deum afirmaba: «Nosotros —todos— somos constructores de la obra más bella: la patria. La patria terrena que prefigura y prepara la patria sin fronteras. Esa patria no comienza hoy, con nosotros; pero no puede crecer y fructificar sin nosotros. Por eso la recibimos con respeto, con gratitud, como una tarea que hace muchos años comenzaba, como un legado que nos enorgullece y compromete a la vez».

Más adelante, el Sumo Pontífice expresó que es necesario recordar aquí las palabras de san Alberto Hurtado: «Una Nación, más que por sus fronteras, más que su tierra, sus cordilleras, sus mares, más que su lengua o sus tradiciones, es una misión a cumplir». Agregó que «es futuro. Y ese futuro se juega, en gran parte, en la capacidad de escuchar que tengan su pueblo y sus autoridades».

Y también entregó una visión política de la realidad del país, haciendo referencia a la necesidad de escuchar: «Tal capacidad de escucha adquiere gran valor en esta nación donde su pluralidad étnica, cultural e histórica exige ser custodiada de todo intento de parcialización o supremacía y que pone en juego la capacidad que tengamos para deponer dogmatismos exclusivistas en una sana apertura al bien común —que si no tiene un carácter comunitario nunca será un bien—. Es preciso escuchar: escuchar a los parados, que no pueden sustentar el presente y menos el futuro de sus familias; a los pueblos originarios, frecuentemente olvidados y cuyos derechos necesitan ser atendidos y su cultura cuidada, para que no se pierda parte de la identidad y riqueza de esta nación. Escuchar a los migrantes, que llaman a las puertas de este país en busca de mejora y, a su vez, con la fuerza y la esperanza de querer construir un futuro mejor para todos. Escuchar a los jóvenes, en su afán de tener más oportunidades, especialmente en el plano educativo y, así, sentirse protagonistas del Chile que sueñan, protegiéndolos activamente del flagelo de la droga que les cobra lo mejor de sus vidas».

Y por último, pidió perdón por los abusos a niños cometidos por miembros de la Iglesia: «Y aquí no puedo dejar de manifestar el dolor y la vergüenza que siento ante el daño irreparable causado a niños por parte de ministros de la Iglesia. Me quiero unir a mis hermanos en el episcopado, ya que es justo pedir perdón y apoyar con todas las fuerzas a las víctimas, al mismo tiempo que hemos de empeñarnos para que no se vuelva a repetir».

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