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La derecha «paracaidista» y la estrategia de Piñera para no sacar a los suyos al pizarrón el 5 de octubre PAÍS

La derecha «paracaidista» y la estrategia de Piñera para no sacar a los suyos al pizarrón el 5 de octubre

Hernán Leighton
Por : Hernán Leighton Periodista de El Mostrador
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En Chile Vamos aseguraron que están las garantías desde Palacio en cuanto a que el Presidente no marcará diferencias con ellos ni sacará a relucir una de sus medallas de oro favoritas, la de recalcar que él sí voto efectivamente por el No hace 30 años. “No estaría contemplado en su discurso el relevar su posición a favor del No en el 88 (…). Se va a recordar la fecha, pero no habrá juicio de valor”, señalaron en el oficialismo. No solo eso, recordaron que cada vez que Piñera hace gala de aquello, internamente en las huestes del sector le va mal y este no es el momento para revolver las aguas de su coalición.


Para muchos en la derecha es extraño e inexplicable, pero la determinación está tomada y el miércoles 5 de octubre el Presidente Sebastián Piñera no dejará pasar por alto que ese día se cumplen 30 años del triunfo del No en el plebiscito de 1988, hito que marcó el principio del fin de la dictadura de Augusto Pinochet. Si bien no será una fiesta, la decisión gubernamental es que el acto que se realizará en Palacio contemple la presencia de representantes del actual oficialismo, los mismos que hace tres décadas consideraron que no tenían nada que celebrar tras la derrota en las urnas de la continuidad del régimen.

No son pocos los que en los partidos de Chile Vamos miran incrédulos cuando se les pregunta por la razón que habría llevado al Primer Mandatario a tomar esta decisión de conmemorar el 5 de octubre, una fecha que por años ha sido propia y exclusiva de las fuerzas políticas de centroizquierda que tuvieron un rol protagónico en la campaña del No. Por lo mismo y ante los evidentes resquemores en el sector, en la derecha comentaron que, para asegurar la presencia de las huestes oficialistas ese día en el acto presidencial, desde La Moneda se les ha insistido –a través de reiterados llamados telefónicos durante los últimos días– que no serán «sacados al pizarrón» en el discurso del Jefe de Estado, como ya les sucedió en la primera administración piñerista con los 40 años del golpe militar y un Piñera jugado con poner el acento en los «cómplices pasivos» de la dictadura.

Para sorpresa de muchos, la evaluación política interna en el Gobierno y el oficialismo es positiva sobre la forma en que se manejó la conmemoración de los 45 años del golpe militar. Ese 11 de septiembre, La Moneda apostó por bajar al máximo el perfil y limitarse a un acto ecuménico al interior de Palacio, donde no se invitó a nadie más que funcionarios y Piñera borró con el codo su legado de los “cómplices pasivos” en el momento en que, a pesar de condenar las violaciones de los Derechos Humanos, a renglón seguido afirmó que “la democracia no se terminó por muerte súbita ese 11 de septiembre de 1973”.

En las semanas previas a ese día, el Ejecutivo caminaba por un terreno pantanoso luego de la salida del ex ministro de Cultura, Mauricio Rojas, y sus poco acertados dichos de considerar un montaje el Museo de la Memoria, y la presión de la DC para que La Moneda sacara de su cargo al subsecretario de Redes Asistenciales, Luis Castillo, por su vinculación con la muerte del ex Presidente Frei Montalva.

[cita tipo=»destaque»]Más allá de las opiniones en la derecha, para el doctor en Ciencias Políticas Cristóbal Bellolio, lo que hace el Presidente Piñera con este discurso que ha desplegado «es un poco apropiarse, no en el sentido que se la quitas a los otros, sino en el que también te sientes dueño de ella (…). Lo que puede hoy hacer es sumarse al carro de la victoria, de manera –por así decirlo– póstuma, con efecto retardado (…). Si hay alguien que, por así decirlo, no se debería achicar ni arrugar al celebrar el No, es Piñera, que según la mitología votó por el No. Quizás esa es una manera para distanciarse de los sectores más duros de su coalición y mirar de cara a la izquierda y decirle ‘oye, yo soy tan dueño como ustedes de este momento’”.[/cita]

Efectivamente ambos episodios han decantado, la presión ha disminuido y la tensión propia del mes de septiembre quedó atrás, pero aún así no son pocos los que se preguntan la razón del Mandatario de querer ser protagonista el 5 de octubre, en una celebración donde la derecha, efectivamente, es el invitado «paracaidista» de la fiesta.

Una pregunta que fue respondida por una alta autoridad del Gobierno, quien explicó que La Moneda se va a arriesgar y se jugará «la carta de celebrar el No», porque en la derecha actual tiene piso y respaldo para eso. Obviamente –agregó la fuente–, dejando a un lado a figuras del sector, como los polémicos diputados Ignacio Urrutia (UDI) y Camila Flores (RN).

En Chile Vamos afirmaron que están las garantías desde Palacio en cuanto a que el Presidente no marcará diferencias con ellos y sacará a relucir una de sus medallas de oro favoritas, la de recalcar que él sí voto efectivamente por el No hace 30 años. “No estaría contemplado en su discurso el relevar su posición a favor del No en el 88 (…). Se va a recordar la fecha, pero no habrá juicio de valor”, señalarom en la derecha. No solo eso, desde el oficialismo recordaron que, cada vez que Piñera hace gala de aquello, internamente en las huestes del sector le va mal y este no es el momento para revolver las aguas de su coalición.

Para el decano de la Facultad de Gobierno de la Universidad del Desarrollo, Eugenio Guzmán, a diferencia del 11 de septiembre, que es una fecha que suscita mucha controversia, «el plebiscito, por el contrario, tiene un elemento simbólico de construcción de una nueva era, es positiva y consensualmente aceptada, que es el retorno a la democracia. Desde ese punto de vista, para Piñera –que votó que No–, le permite a él situarse en una situación que simbólicamente es más aceptada (…) el plebiscito es el retorno a la democracia, tiene un peso simbólico, no divide (…). ¿Es ganancia? Sí, pero en qué términos: bueno, que reafirma una imagen que tiene Piñera y obviamente capitaliza un tema que tiene posibilidades de capitalizar. Ahora, ¿cuánto impacto tiene? No lo sabemos”.

El discurso

Hasta ahora el discurso empleado por el Gobierno apunta principalmente al plebiscito de 1988 como una instancia en la que todos los actores, independientemente de si votaron por la continuidad de la dictadura o no, deberían sentirse orgullosos, tal como lo señaló la ministra vocera, Cecilia Pérez, tras el último comité político del lunes en La Moneda. “A 30 años de la recuperación de la democracia, creemos que el 5 de octubre es un gran día, para valorar, para recordar el esfuerzo de tantos que posibilitaron, desde el acuerdo nacional del año 85, como la política de los acuerdos de los años 90, que tengamos hoy una democracia robusta. El periodo de la transición con unos y otros, fue reconocida a nivel mundial, esa democracia que se ganó con lápiz y papel, creemos que es bueno no solamente recordarlo, sino que tenerlo más vivo que nunca para las nuevas generaciones, de la importancia de la valoración de la democracia y la importancia que tiene el respeto a los Derechos Humanos”, sentenció.

Durante su intervención de ayer ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, Piñera no dejó pasar el tema y dijo que “hoy, en Chile estamos a pocos días de cumplir 30 años desde el plebiscito del 5 de octubre, que nos abrió las puertas para recuperar nuestras libertades y nuestra democracia. (…) La primera fue la transición que nos permitió recuperar las libertades y la democracia, la hicimos con inteligencia y en forma ejemplar, porque normalmente estas transiciones son en medio de crisis políticas, caos económico y violencia social. Nada de eso ocurrió en nuestro país y logramos recuperar nuestras libertades y nuestra democracia en forma muy ejemplar”.

En Chile Vamos ya aceptaron el molde en el discurso presidencial, pero eso no quita que cada uno tenga su propia interpretación de los hechos. Mientras que en la UDI se atienen a las palabras de su máximo líder y fundador, Jaime Guzmán, quien señalaba tras el retorno a la democracia que «¿estamos o no estamos en democracia?, si estamos en democracia quiere decir que democracia fue lo que nosotros construimos en la Constitución para que se verificara el día en que la Constitución determinaba que se verificaba y que se verificó, y ¿apoyo la democracia ahora?, claro, si el Gobierno era para eso (…). Un día una señora me dice ‘señor Guzmán , se vive bien en democracia’ y le respondo ‘pero claro, trabajamos 16 años y medio en el Gobierno para construirla bien’”.

Al pie de la letra y tono marcados entonces por Guzmán, hoy la presidenta de la UDI, Jacqueline Van Rysselberghe, sostuvo que «el 5 de octubre tiene que hacer sentir orgullosa a la sociedad completa, porque es una fecha donde un gobierno militar fue capaz de entregarle, por un acto democrático, el poder a un gobierno democrático y, por lo tanto, en eso cooperó la sociedad completa”.

Medio paso atrás de esa lógica y reflexión, el presidente del PRI, Eduardo Salas, dijo que “el triunfo del No es el triunfo de la vía pacifica a la democracia. Quien no estuvo por la vía pacífica y desde ese punto de vista, la izquierda no tiene ningún mérito en hablar, puesto que, cuando se refiere este tema, hay gente que estuvo por la vía armada, como los comunistas, no tienen derecho a pronunciarse por esta materia, no se por quÉ celebran el No ellos”.

Bastante más conciliador fue el timonel de Evópoli, Hernán Larraín Matte, quien expresó que consideran el 5 de octubre «una oportunidad para la reflexión sobre la democracia, una oportunidad para que en el acto encabezado por el Presidente y todos los sectores, se pueda volver a confirmar el valor de la democracia y los Derechos Humanos”.

Más allá de las opiniones en la derecha, para el doctor en Ciencias Políticas Cristóbal Bellolio, lo que hace el Presidente Piñera con este discurso que ha desplegado «es un poco apropiarse, no en el sentido que se la quitas a los otros, sino en el que también te sientes dueño de ella (…). Lo que puede hoy hacer es sumarse al carro de la victoria, de manera –por así decirlo– póstuma, con efecto retardado (…). Si hay alguien que, por así decirlo, no se debería achicar ni arrugar al celebrar el No, es Piñera, que según la mitología votó por el No. Quizás esa es una manera para distanciarse de los sectores más duros de su coalición y mirar de cara a la izquierda y decirle ‘oye, yo soy tan dueño como ustedes de este momento’”.

Su pasado…

El problema o lo que no encaja es que Piñera no puede poner debajo de la alfombra que hoy en La Moneda sus principales figuras están directamente relacionadas con la dictadura o abiertamente la respaldaron, por lo que en la derecha varios advierten que ese día y esa conmemoración en Palacio no serán cómodos para muchos.

Hay algunos que votaron por el Sí y que en los últimos años han asegurado que hoy, enfrentados otra vez a esa disyuntiva, habrían actuado distinto. Uno de esos es el ministro del Interior, Andrés Chadwick, quien cuando ejercía como vocero el 2012 sentenció que “yo, siendo partidario de ese Gobierno, me arrepiento de no haber hecho algo más, de no haber levantado una voz, de no haber tenido una mayor preocupación, una mayor atención para haber tratado de evitar una situación que a mí no me gusta, y que condeno con toda mi fuerza, como fueron esas violaciones a los Derechos Humanos”.

El otro caso es el del ministro de Justicia y Derechos Humanos, Hernán Larraín, quien el 2013, en el marco de los 40 años del golpe, dijo que “si ayuda pedir perdón, también libera saber perdonar. Por eso, ¿por qué no dar un paso personal en lugar de esperar que otros hagan lo que uno quiere oír? Algo simple y transparente como: yo pido perdón por lo que haya hecho o por omitir lo que debía hacer. Pido perdón por no haber colaborado de modo suficiente a la reconciliación en mi trabajo. Y también pido perdón por no haber sabido perdonar a quienes me han ofendido y se han acercado en señal de reencuentro. Desde ya, hoy lo hago en mi nombre: pido perdón. Esta es mi voz para la reconciliación. Pero es necesario oír la de todos”.

El actual alcalde de Las Condes, Joaquín Lavín, el año el 2005 –cuando era aún una carta presidenciable de la UDI– fue mucho más allá y aseguró “sentir una desafección cada vez mayor con ese periodo de nuestra historia» y agregó que, a la luz de los antecedentes del caso Riggs y la violación de los derechos Humanos, ahora apoyaría la opción del No.

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