Fuente de la contaminación bacteriana con Burkholderia podría estar en el agua

El exdirector del Instituto de Salud Pública (ISP), Rubén Verdugo, desclasificó una serie de antecedentes que serán claves para el Ministerio Público, que desde el 18 enero de este año investiga la denuncia del Ministerio de Salud (Minsal) por hechos que podrían ser constitutivos de delitos contra la salud pública.

A la fecha, se daba cuenta de 444 casos confirmados de infección por Burkholderia cepacia, una bacteria de características muy agresivas en pacientes inmunodeprimidos por diagnósticos como fibrosis quística y otras patologías.

Así lo revela la carta de respuesta de la ministra de Salud, Ximena Aguilera, a los gremios del ISP, que habían pedido formalmente a la doctora Aguilera que se liberara información acerca de la totalidad de víctimas asociadas a este brote nacional bacteriológico, instalado desde el 2020 en el país, según las primeras alertas en la red asistencial pública y privada.

En la misiva que los gremios enviaron a esa secretaría de Estado, los trabajadores del Instituto de Salud Pública pidieron la reincorporación de Rubén Verdugo a la dirección del organismo, ante lo cual la ministra Aguilera respondió con un categórico “no será posible”. 

Verdugo fue destituido el 13 de octubre pasado. Esto, después que, a fines de septiembre y habiendo sido notificado por parte del laboratorio Sanderson de que se había encontrado una muestra positiva de contaminación con Burkholderia en uno de sus productos, el exdirector del ISP ordenara retirar todos los productos de dicho laboratorio del mercado y cuarentenar aquellos que habían sido fabricados para su venta posterior.

El desabastecimiento de sueros (el principal producto en cuestión), sin embargo, y otros insumos provenientes de la planta de ese laboratorio, inhabilitó la continuidad de las agendas de intervenciones quirúrgicas del circuito hospitalario de la red pública. Una difícil situación que obligó, en menos de 24 horas, a revertir la medida y anunciar, el 28 de septiembre, que no todos los productos de Sanderson serían retirados, pese a estar bajo sospecha. 

“Antes de tomar acciones, se analizó en la mesa de expertos del Minsal la opción de retirar todos los productos producidos por Sanderson antes de enero 2023 y cuarentenar todos aquellos que se hubiesen elaborado con fecha posterior, así evitaríamos el contacto de esos productos con otros pacientes, ya que el laboratorio nos había notificado ese día de la presencia de Burkholderia clon 6”, explica el renunciado director del ISP.

Clon 6 es la denominación con que se identifica el tipo de bacteria asociado a las muertes notificadas a la fecha. De ahí la importancia de actuar bajo el principio de precaución. “Esto es analizado en una reunión donde estaba la ministra de Salud, Ximena Aguilera. Sin embargo, al día siguiente, 28 de septiembre, se nos conmina a cambiar la medida” y retirar productos de manera parcializada, agrega Verdugo.

Este punto en particular es materia de un sumario instruido por el Ministerio de Salud contra la exautoridad del Instituto de Salud Pública, por “falta de coordinación oportuna con el sector salud, respecto de las medidas adoptadas”, lo que podría arrojar sanciones administrativas.

A este escenario se agrega el hecho de que el laboratorio Sanderson, en un comunicado, asegura “que hasta el día de hoy no tenemos indicios que nuestros sitios en Santiago de Chile sean la fuente del brote bacteriano” con Burkholderia cepacia, esto pese a que –según los datos del ISP– en tres momentos en sus mecanismos de autocontrol reconocen muestras de la señalada bacteria. La declaración de Sanderson, sin embargo, instala la duda sobre qué otros laboratorios estarían contaminados.

En una reflexión sorpresiva, el profesional que estuvo 5 meses a la cabeza del Instituto de Salud Pública coincide con la duda y señala que “desfortunadamente no se puede descartar que existan fuentes distintas a las de uno o más laboratorios con esta infección bacteriológica”.

Y añade: “Ninguno de esos aspectos uno pudiera descartarlos de plano. Quedó en evidencia, lamentablemente, con lo ocurrido en los últimos meses, que el sistema, es decir, la producción, la distribución y el uso de los productos tiene ciertas fragilidades. Una asociada con la no disponibilidad de otros oferentes a la red hospitalaria y que el ministerio (de Salud) reconoce que no puede dar trazabilidad completa a ciertos productos”. 

Verdugo afirma además que “puede ser que no fuera un tema que estuvieran apareciendo muestras positivas para Burkholderia desde un solo lugar, sino que pudiese ser una cuestión más amplia”. De hecho, agrega el profesional, instruyó un taller para que la Agencia Nacional de Medicamentos (Anamed) hiciera un trabajo con todos los laboratorios de producción, para dar énfasis a la necesidad de poner mayores esfuerzos respecto de las alertas por contaminación con Burkholderia. “Esto, porque pensamos que ya no se trataba de una cuestión aislada”, dice.

-Entonces, ¿es factible pensar que la fuente primaria de la contaminación sea otra, y no los laboratorios con productos contaminados, como el origen del brote epidémico?
-Sí, efectivamente ahí se menciona el agua como el elemento gatillante, como fuente de la contaminación. Esto se conversó en la mesa de expertos del Ministerio de Salud, ha sido analizado y el subsecretario de Redes (Asistenciales, Osvaldo Salgado) planteó que se trataría de un brote multicéntrico por ello, porque no solo aparece en un lugar, sino que aparece en distintos lugares. De ahí la complejidad de identificar el origen de un solo producto utilizado por personas que han dado positivo para Burkholderia cepacia. La sospecha se ha centrado en torno a los sueros, entre otras razones, por este tema.