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El cuento del ministro Aránguiz

El ministro Carlos Aránguiz Zúñiga, a cargo de la investigación del "caso Coimas", ha demostrado desde principios de su carrera ser u


El ministro Carlos Aránguiz Zúñiga, a cargo de la investigación del "caso Coimas", ha demostrado desde principios de su carrera ser un juez de los duros.



Uno de los episodios más anecdóticos que dejan ver su personalidad intransable y astuta fue el que protagonizó a principios de la década del 90, mientras este nieto del ex presidente de la Corte Suprema Estanislao Zúñiga, ejercía como fiscal de la Corte de Apelaciones de Coyhaique.



Cuentan en la zona que Aránguiz, asombrado por las múltiples situaciones irregulares que detectó en los tribunales de esa ciudad, que incluían tráfico de influencias y una vida social agitada por parte de altos personeros, denunció los hechos ante el máximo tribunal del país, pero también lo hizo en paralelo a la opinión pública a través de una insólita maniobra: escribió un cuento que para él no tenía nada de ficción.



La narración -titulada "El conde Pecho"- fue publicada en la época por el Diario Aisén y relataba las peripecias de un hombre corrupto que buscaba mantener el título nobiliario que le había otorgado el Rey en un pueblo inexistente. Así, cada vez que recibía visitas de príncipes, los agasajaba con fiestas y regalos que no les dejaban tiempo para ver la realidad.



El cuento causó ira en las autoridades del Poder Judicial en la zona, quienes vieron en la narración una actitud injuriosa y burlesca por parte del entonces fiscal. Se armó tal revuelo que hasta la cuidad austral debió concurrir un ministro de la Corte Suprema para elaborar un informe. Le tocó esa misión al magistrado Marcos Libedinsky, quien no pudo constatar la veracidad de las acusaciones de Aránguiz.



Pero mientras el Supremo estaba de visita en Coyhaique, el ahora ministro de la Corte de Apelaciones de Rancagua decidió poner en conocimiento de los medios su información respecto a las irregularidades concediendo una entrevista a El Mercurio. Tras leer el diario, cuentan habitantes de la zona que conocieron los detalles del episodio, el ministro Libedinsky se limitó a comentar: "Valiente este hombre".





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