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Turismo inclusivo: El viaje de una persona en situación de discapacidad

Turismo inclusivo: El viaje de una persona en situación de discapacidad

Llegó el verano y para muchos chilenos significa planificar sus vacaciones en un lugar para descansar y distraerse de la rutina. En este contexto, uno de los desafíos principales para el turismo es transformar destinos para incluir a personas en situación de discapacidad y así poder entregar un acceso universal a toda la población.


Llega enero y con ello, se abre oficialmente la temporada de vacaciones. Los días soleados, altas temperaturas y la mayor motivación por pasar tiempo fuera de casa, estimulan a los chilenos a buscar un destino especial donde pasar aquellos días de descanso merecido.

Sin embargo, no todos cuentan con la posibilidad de encontrar el lugar adecuado para disfrutar.

De acuerdo al Segundo Estudio Nacional de la Discapacidad, Endisc II, en Chile el 16,7% de la población de dos años y más tiene discapacidad, es decir, 2.836.818 personas*.

En nuestro país, desde marzo de 2019 funciona de manera obligatoria el Decreto 50 del Ministerio de Vivienda y Urbanismo, orientado a la igualdad de oportunidades y la inclusión social de personas con discapacidad, la cual indica que todo edificio destinado al hospedaje de
personas, como hoteles, residenciales, pensiones o similares, deberán cumplir con las normas generales de la Ordenanza General de Urbanismo y Construcciones.

No obstante, sabemos que existen otros espacios como parques, reservas o playas que no cuentan con los espacios y requerimientos necesarios para la accesibilidad de las personas con alguna discapacidad.

Cristina Gil, directora de Centro Barlovento, comenta que “en la práctica, al recorrer Chile vemos que esto no se cumple en la mayoría de los hospedajes”.

Sólo por nombrar algunos lugares con acceso universal podemos mencionar el Parque Katalapi, en Puerto Montt, que cuenta con adaptaciones para personas con discapacidad física leve y/o con discapacidad visual, o el Museo de la Memoria, el Museo de Artes Visuales, MAVI, y el Museo de la Araucanía, que cuentan con tecnología especial para la visita de público con discapacidad auditiva y visual, no obstante, esto aún se sigue centrando en unos pocos lugares.

Cristina enfatiza en que “en Chile aún nos falta mucho en este tema y la principal barrera es la falta de conciencia respecto a que brindar igualdad de oportunidades es responsabilidad de todos, y debemos considerar los requerimientos necesarios desde el inicio de cualquier
proyecto y en todos sus ámbitos”.

¿De quién debiese ser la responsabilidad de expandir el turismo inclusivo? Son necesarias políticas públicas para generar los cambios culturales que pueden dar paso a una sociedad más inclusiva.

“Lo ideal sería no tener que hablar de inclusión pues la igualdad de oportunidades es el punto de partida de todo proyecto. Sin embargo, estamos lejos de esto. Sumar la accesibilidad a un proyecto gestado desde una mirada no inclusiva implica costos agregados que podrían haberse evitado considerando la accesibilidad desde el comienzo”, explica Gil.

Si reflexionamos respecto al rol del privado en el turismo, refiriéndonos a esto con el funcionamiento de las agencias de viaje y operadores turísticos en Chile, ellos frecuentemente no cuentan con información respecto a la accesibilidad de los productos o servicios que ofrecen.

Los medios de transporte, los servicios de hotelería, los lugares de recreación, restaurantes y otros lugares turísticos en el país son en su mayoría no accesibles.

Discapacidad cognitiva

También hay notables diferencias respecto a estas temáticas entre quienes tienen discapacidad física y/o sensorial versus aquellos con discapacidad cognitiva.

Es importante  visibilizar que una persona con discapacidad intelectual requiere, por ejemplo, en un museo o parque, de recursos visuales, gráficos, auditivos y/o textos simples; todos, recursos de apoyo que contribuyen a generar una experiencia más enriquecedora a todos los turistas, no sólo a los con discapacidad.

“A las personas adultas con discapacidad intelectual se les debe tratar de acuerdo a su edad, sin infantilizarlas ni usando diminutivos. Pues ellos también tienen intereses y gustos de adultos. Solo es necesario preocuparnos de hacer accesible la información que les queremos dar, pues ellos si quieren aprender y conocer nuevas experiencias.”, agrega Cristina.

Siempre  es importante recordar que saludar es respetar, conversar es valorar. Incluir a una persona con discapacidad no es sólo saludarla, sino conversar con ella, conocer sus inquietudes, sus intereses y necesidades de apoyo, y también compartir los tuyos con ella.

 

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