Emprendimiento
Chile lleva ya una buena cantidad de años trabajando en crear y establecer un ecosistema de emprendimiento adecuado para generar iniciativas potentes, escalables y -por cierto- posicionar al país dentro de los principales polos de cambio mundial. En este sentido, no cabe duda de que hay un talento que se está explotando e impulsando mediante diversas instituciones y herramientas.
Sólo a modo de ejemplo podemos hablar de Corfo con su programa Start-Up Chile, aceleradoras privadas e incubadoras de diferentes casas de estudio, organizaciones que permiten validar los emprendimientos mediante modelos de negocios que los transforman, en negocios atractivos y exportables.
Si hacemos una analogía, una incubadora cumple el rol de guiar al emprendimiento para iniciar sus operaciones de forma exitosa, tal como lo hace un padre o una madre al enseñarle a su hijo a caminar, andar en bicicleta y tomar sus propias decisiones.
Hay matices para lograrlo: mentorías, asesorías, networking y disponer de distintas instancias para postular a fondos. En esta línea, todas las incubadoras tienen algo en común: luchan, en conjunto con los emprendimientos, para hacer de sus proyectos una oportunidad con proyección global, que se conviertan en emprendimientos con valor y los mismos emprendedores puedan aprender a dirigirse para ir logrando sus metas de forma gradual y exponencial.
Este trabajo, de más de 17 años, está dando frutos. El pasado 23 de febrero del presente año, la University Business Incubator (UBI) identificó a las 20 incubadoras y aceleradoras ligadas a una institución educacional a nivel mundial. Mediante la categoría World Top Business Incubator, se nos otorgó el decimoquinto lugar por lograr un impacto y rendimiento de excelencia con relación a sus pares de categoría global.
Este año el ranking contó con la presencia de 2 incubadoras chilenas dentro de las 20 primeras a nivel mundial, en nuestro caso por segunda vez consecutiva. También Chile destacó a nivel de aceleradoras y a nivel regional. Esto demuestra que las cosas se están haciendo bien. Es por eso, que para quienes formamos el 3iE es un orgullo, ya que refleja el arduo trabajo que se ha hecho, de parte del equipo, nuestros mentores, hasta los fundadores de los emprendimientos.
Hoy estamos frente un escenario que permite que cada día exista más espacio para el emprendimiento porque ya no se ve como un imposible, lleno de trabas y peros. El desafío por delante es cómo seguir aportando para el nacimiento y desarrollo de las nuevas empresas. En definitiva, esto ya no es un juego, es ver cómo recorrer un camino, donde -como padres- ahora ya soltamos las manos de nuestros hijos para que puedan caminar, aprendiendo a crecer y a soñar en grande.
