En medio de la polarización política que vivía el país, el equipo popular unió a todo Chile
En este segundo artículo del ‘Especial Violencia Simbólica’, indagamos con Luis Urrutia O’Nell (Chomsky) sobre los antecedentes que tuvo en cuenta para plantear en su libro «Colo Colo 1973, el equipo que retrasó el golpe» la posibilidad de que aquel mítico equipo, dirigido por Luis Álamos, que perdió la final de la Copa Libertadores de 1973, haya influido en la decisión de los golpistas de retrasar su acción.
Pintura, tipo mural, del artista Óscar Chávez que homenajea a Colo Colo 1973
A poco de cumplirse cuarenta años del golpe de Estado, una de las tesis es que el Colo Colo de aquel año 1973, dirigido por Luis Álamos, integrado entre otros por Carlos Caszely y que perdió con Independiente la final de la Copa Libertadores en junio, retrasó el golpe de Estado. El veterano periodista deportivo Luis Urrutia, alias “Chomsky”, plantea esta tesis en su libro “Colo Colo 1973”, que ya va por la segunda edición.
¿Cómo se gestó el libro?
En el primero de nuestros libros con Juan Cristóbal Guarello, “Historias secretas del fútbol chileno” de 2005, hay tres capítulos de fútbol: Mundial del 62, Colo Colo 73 y el Ballet Azul. En su momento dije que cada uno de esos capítulos calificaba para un libro. Aquel equipo fue excepcional.
El 72 tuvo récords de recaudación. No hay ningún equipo chileno que tenga de promedio cuarenta mil espectadores de local. Jugaba muy bien y tenía excelentes jugadores.
¿Era algo así como el Barcelona?
No, era más explosivo, no tenía tanto toque como el Barcelona. En la salida era más parecido al Real Madrid de (José) Mourinho, con el pelotazo de (Francisco) “Chamaco” (Valdés) buscando la velocidad de los delanteros, (Carlos) Caszely, (Sergio) Ahumada y (Leonardo) Véliz.
Llama la atención de goles que hacía por partidos, cuatro, cinco…
Era un equipo muy ofensivo.
¿Cómo surge esta hipótesis de que Colo Colo retrasó el golpe?
Hay mucho de vivencia. A mí me tocó ver que cuando se construía el Metro en la Alameda y en las zanjas los obreros colocaban un televisor portátil para ver los partidos. En el cambio de guardia en el Palacio de La Moneda, cuando el Orfeón de Carabineros interpretaba el himno de Colo Colo, los transeúntes, la multitud, lo coreaba, y eso no lo he vuelto a ver. Muchos partidos de Colo Colo se jugaron en medio de paros, de huelgas, sobre todo de locomoción colectiva. Igual llegaban ochenta mil personas al estadio.
¿Era algo transversal políticamente?
Absolutamente, lo único que unía a un país muy desunido. Se lo dijo el propio presidente (Salvador) Allende a los jugadores. (El técnico) Luis Álamos cuenta que antes de los partidos importantes, el presidente lo llamaba y le decía, ‘ojalá que ganen, para mantener unido al país’.
El libro nunca habla de la filiación política de los jugadores
Eso fue intencional. Históricamente el futbolista vive en una burbuja y hay muy pocos que escapan de eso. Eso es global. Luis Álamos apoyaba (el gobierno) de forma muy pasiva. Caszely tenían simpatías por las Juventudes Comunistas, participó en trabajos voluntarios con Gladys Marín. El “Pollo” Véliz, Guillermo Páez y el paramédico Hernán Ampuero también simpatizaban. Eran más allendistas que otra cosa. A otros les daba todo lo mismo. Estaban ensimismados, el fútbol era una vía de escape porque había muchas vicisitudes, problemas de desabastecimiento, de violencia.
Pero no era un equipo de izquierda
No.
Si hubiera ganado la Copa, ¿habría parado el golpe?
No, no había forma de impedir eso. La campaña de Colo Colo retrasó el golpe, sino podría haber sido en marzo, cuando denuncian que hubo arreglo en las elecciones (parlamentarias). Eso es muy fácil de comprobar. Cuando Colo Colo queda eliminado de la Copa (en junio), ese mismo mes se produce el “tancazo”, que fue una suerte de ensayo. Después hay un “veranito de San Juan” porque Colo Colo se viste de Selección y tiene que definir con Perú (para clasificar al Mundial de 1974). Fueron tres partidos: uno en Lima, uno en Santiago y otro en Montevideo (este último el 5 de agosto). Chile clasifica en agosto y en septiembre se vino el golpe.
Luis Urrutia O’Nell
Foto: Javier Liaño
Tengo poco más de cincuenta años viendo fútbol y nunca he visto un equipo tan saqueado como Colo Colo. Lo saquearon en el Maracaná con Botafogo y ganó, lo saquearon en Avellaneda, empató, lo saquearon en Santiago, empató, lo saquearon en Montevideo y perdió en el tiempo suplementario. Si viste el gol de Independiente de Avellaneda, cuando embisten al arquero, es una jugada de rodeo, no de fútbol. Yo hago clases y a veces se los enseño a los alumnos, y no pueden creer que ese gol haya sido validado. Hay muchas jugadas puntuales, determinantes. En ese tiempo existía la “mafia del Atlántico” y sólo había una cámara central, entonces era muy fácil para los equipos locales matonear. Hoy sería mucho más difícil. Cuando Colo Colo regresa de Montevideo, ya sin la Copa, una multitud acompañó al equipo desde el aeropuerto hasta el centro. El equipo tardó horas, como si hubieran salido campeones. Era un festejo de solidaridad, no eran desbordes, aunque había mucha pena porque estaba claro que no se podía contra el poder. Sí, yo creo que vale la analogía.
¿Qué fue de ese Colo Colo después del golpe?
Se desarmó. El presidente del club, Héctor Gálvez, tenía la obsesión de terminar el estadio (Monumental). El equipo duró dos años, 72 y 73. Gálvez vende a Caszely a España, se va la pareja de centrales a Unión, (Leonel) Herrera y (Rafael) González, igual que Véliz, y (Sergio) Messen a Palestino. Cinco titulares. Ahora, con los resultados en la mano, muchos podrían decir por qué no mantuvo la base, a lo mejor habría ganado la Copa (Libertadores) el año siguiente, el equipo habría redituado mucho más dinero y habría podido terminar el estadio, pero eso ya entra en el terreno de la especulación.
