Publicidad
El lento estrangulamiento del cine latinoamericano por las distribuidoras de cine comercial En Chile el mayor número de películas distribuidas son filmes de animación hollywoodense

El lento estrangulamiento del cine latinoamericano por las distribuidoras de cine comercial

En nuestro país se repite el fenómeno del resto del continente: Hollywood copa la pantalla grande y conocemos lo mínimo que producen las naciones vecinas. A modo de ejemplo, en 2012, de 224 filmes exhibidos en Chile, sólo 2 fueron latinoamericanos. Para doblar la mano al cine comercial, los festivales han asumido la tarea de promocionar las cintas elaboradas por Argentina, México, o Brasil. El Festival de Cine de Viña del Mar, es una muestra de ello. «Este cine nos permite reconocernos en una cultura común», dice Edgar Doll, director del FICVIÑA.


Si los países latinoamericanos han practicado durante años la integración con Estados Unidos en vez de con sus mismos vecinos, como escribiera Eduardo Galeano en su clásico “Las venas abiertas de América Latina”, la misma situación ocurre actualmente con el cine producido en nuestro continente, Chile incluido.

A modo de ejemplo, en 2012, de 224 films exhibidos en Chile, sólo 2 fueron latinoamericanos, según el documento “Resultados del espectáculo cinematográfico en Chile” de ese año del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, aunque entre 2001 y 2012 los espectadores se duplicaron de 10 millones a 20 millones (las cintas, en cambio, sólo crecieron de 220 a 224).

Por origen, en 2012 fueron de Estados Unidos (143), Europa (40), Chile (36), Latinoamérica (2), Asia (1) y otras procedencias (2). En cuanto a la asistencia, los espectadores vieron principalmente películas de EEUU (79,79%), Chile (12,62%) y Europa (7,23%). De Latinoamérica, sólo vio films de esa procedencia un 0,25% del público.

¿Será que es tan malo el cine de Argentina, Brasil o México? Ayer mismo, la única cinta latinoamericana en cartel en Santiago era “Wakolda” (Argentina), en el cine arte Alameda. El resto era básicamente “Godzilla”, “Maléfica” y compañía.

cinelatino2

Los culpables

En la industria son claros al respecto. Alejandro Caloguerea, gerente de la Asociación gremial de cadenas multisalas de exhibición cinematográficas de Chile (CAEM), señala que son los distribuidores y no los exhibidores los que conforman la oferta de películas extranjeras. “Ellos la proponen a las salas de cine”, asegura.

“Si ha habido poco cine latinoamericano es justamente porque los distribuidores chilenos no han optado por distribuir cine latinoamericano, seguramente por un tema de rentabilidad ya que cada lanzamiento requiere de una inversión promocional”, señala.

Cultura + Ciudad contactó a un gerente de una conocida distribuidora estadounidense, pero prefirió no referirse al tema, aunque señaló haber distribuido “varias cintas latinoamericanas” y tener sendos estrenos en carpeta.

Para el crítico de cine Iván Pinto, hay un acuerdo transnacional que implica relaciones de interés entre “majors” norteamericanas que definen relación entre producciones, distribuidoras y salas de cine.

Edgard Doll, director del Festival de Cine de Viña del Mar

Edgard Doll, director del Festival de Cine de Viña del Mar. Este certamen consagra su programación al cine latinoamericano

“Algunos filmes latinoamericanos que habían logrado acuerdos particulares logran una distribución latinoamericana pero son los menos”, explica. “Las relaciones entre estos intereses de negocio que tienen una campaña agresiva respecto a cines nacionales y de Europa, impide que haya una diversificación general de la cartelera”.

Por otro lado, según Pinto, Chile se ha quedado fuera de los acuerdos políticos posibles entre otros países de la región. Las pantallas en las que se puede ver cine latinoamericano en Chile, dice, son pocas: el Cine Arte Alameda, el Centro de Extensión de la Universidad Católica y el Normandie. A esto se agregan algunos festivales de cine, como el Sanfic, los festivales de Valdivia y Viña del Mar, el Inedit Nescafé y el Fidocs, que empieza la próxima semana.

Edgar Doll, director del Festival de Cine de Viña del Mar, cuya programación ha sido consagrada al cine latinoamericano, dice que las salas son propiedad de cadenas trasnacionales a quienes no les interesa programar este cine porque anticipan un cálculo de asistencia negativo a las salas. «Piensan que el público no va a tener interés ni cercanía a este tipo de obras, entonces prefieren, dentro de esta lógica comercial, traer cine hollywoodense, principalmente animación porque confían que es el más masivo», opina.

El imperialismo cultural está vivito y coleando: en 2013, de las diez películas más vistas, nueve fueron norteamericanas ( “Monster University”, Iron Man 3”, “Mi villano favorito 2”, “Rápido y furioso 6”, “Los croods”, “El conjuro”, “Guerra mundial Z”, “Thor 2” y “Una aventura extraordinaria”), según el documento “El cine en Chile en el 2013” de la CAEM. La única no estadounidense fue “El ciudadano Kramer” (séptimo puesto).

Ese año, si bien hubo 7 estrenos latinoamericanos (3,9% de los estrenos), estos tuvieron un promedio de 9.755 espectadores, muy atrás de Estados Unidos (152.227), Chile (65.483) y Europa (30.376).

Fenómeno latinoamericano

Sin embargo, no se trata de un fenómeno sólo local. Para Milena Skoknic, jefa del Cine UC, el cine latinoamericano es escaso en Argentina, Perú, Colombia, Brasil y en todos los países de este lado del continente.

“Tampoco es una situación nueva, ha sido así en casi toda la historia del cine en nuestros países”, explica. “Las razones para esto son muchas, pero desde el ámbito de la distribución, la principal es el alineamiento de las cadenas de exhibición con las grandes maquinarias de producción y distribución hollywoodense”.

Lo confirma León Frías, crítico peruano. “Salvo en los festivales y muestras, se ve muy poco (cine latinoamericano) en el circuito comercial”, admite. “Tal vez se llegue a un promedio de cinco o seis estrenos por año. Se reparten entre dos o tres películas argentinas, una o dos mexicanas y, al menos, una chilena. Casi nada de otros países”.

Como en todas partes, también en Perú la distribución está prácticamente copada por las compañías norteamericanas. “Y las llamadas independientes no escogen películas latinoamericanas, a no ser que hayan sido un superéxito, como fue el caso de la mexicana ‘No se admiten devoluciones’ el año pasado”, agrega.

La falta de difusión de los filmes latinoamericanos, para Doll, es uno de los factores que explican la presencia marginal de cintas en las salas- «En la medida de que tu tienes una inversión en difusión, estas películas pueden atraer un público, pero como obviamente las películas de Hollywood viene con una estrategia de marketing impresionante y es muy difícil que el cine latinoamericano pueda contar con los mismos recursos de marketing para promocionarse», cuenta.

¿Qué hacer?

Sin duda se trata de una situación difícil de revertir. Hace falta, sin duda, una decisión política. Skoknic apunta a la necesidad de generar políticas de protección del cine, como se realizó en la Unión Europea. “Eso ayudó a generar cuotas de pantalla, entre otros mecanismos, que han hecho viable la producción y distribución de cine europeo en esos países”.

Asumiendo que la lógica de las multisalas es la distribución de filmes rentables, para Skoknic la única opción es fortalecer los circuitos alternativos de exhibición. “De Argentina, por ejemplo, sólo se estrenan en salas multiplex las películas protagonizadas por Ricardo Darín y algo similar ocurre en el resto de los países. Para llegar a otros realizadores como Raúl Perrone, Matías Piñeiro, Lisandro Alonso o incluso a alguien como Pablo Trapero se necesitan circuitos alternativos. Los festivales ayudan a la difusión, pero sólo en un público de nicho”, señala.

Las cuotas de pantalla, según el director del Festival de Cine de Viña del Mar, debiera ser un mecanismo que se instale para al menos asegurar una mínima exhibición. «La idea es al menos cuidar dentro de la programación de las salas internacionales que exista una cabida para las películas nacionales y latinoamericanas». «Esto se instaló en algún momento como discusión», agrega. «Hoy no se sabe si esto se va a discutir, pero básicamente esto sería un gran apoyo a lo que es la producción nacional, que existiera un espacio de exhibición impuesto en las salas».

Pinto también cree imperativos acuerdos políticos a nivel transnacional para la protección de cierta excepción cultural, “con apoyo y financiamiento a distribuidoras con objetivos de calidad y diversificación. En definitiva, con políticas públicas que no sólo apoyen distribución, sino también difusión de un cine de contenidos culturales”.

“En casi todos los países hay organismos estatales de promoción del cine”, complementa Frías. “Me parece que son ellos los que podrían activar mecanismos para facilitar la exhibición de películas latinoamericanas, haciendo alianza con distribuidores locales. También sería bueno que se hagan efectivos algunos acuerdos internacionales para la circulación del material latinoamericano  a través del continente”.

Hay material

Porque si hay algo en que todos coinciden es que no se trata de un problema de calidad. “Es un momento feliz de producción de cine a nivel latinoamericano, con aumento de calidad y cantidad”, asegura Pinto.

“Me parece que se está viviendo una etapa de expansión y que en países donde antes se hacían muy pocas películas, ahora ha aumentado considerablemente la producción”, señala Frías. “Yo diría que Argentina es hoy por hoy el que tiene el mayor número de buenas películas y destacaría a directores como Lisandro Alonso, Pablo Trapero, Lucía Puenzo y Ana Katz”, mientras de Chile nombra a Sebastián Lelio, José Luis Torres Leiva, Andrés Wood, Sebastián Silva, Che Sandoval y Pablo Larraín.

Pinto agrega entre los argentinos a Lucrecia Martel, Mariano Llinás, Santiago Mitre, Andrés di Tella y José Campusano, y entre los nacionales a Alejandro Fernández Almendras, José Luis Sepúlveda e Ignacio Agüero. También nombra a mexicanos como Carlos Reygadas y Amat Escalante, entre otros nombres.

Skoknic complementa con el argentino Martín Rejtman. “En Colombia sigue brillando, por lejos, la obra de Luis Ospina. En México los más interesantes directores son Carlos Reygadas y Nicolás Pereda. De Brasil un veterano como Julio Bressane sigue haciendo películas estupendas y en Guatemala está el notable Julio Hernández Cordón”.

Finalmente Doll, quien este 2014 volverá a programar exclusivamente cine latinoamericano está convencido que este cine «es una expresión genuina» y que es una alternativa de reemplazo al «bombardeo de imágenes de que vienen de la televisión y el cine comercial» y en ese sentido -explica-  «el cine de nuestro continente refleja de mejor forma la realidad de cómo somos y esto a la gente le interesa».

«Nos trae una luz para encontrarnos y saber en que estamos y donde estamos en Latinoamérica, porque muchas veces estamos disociados entre los países de este continente, y en la medida que veamos lo que se esta haciendo en México, Brasil, Argentina, etc. seremos capaces de reconocer una cultura en común. Este es el rol de estos espacios de exhibición de cine latinoamericano y pOr eso es importante cuidarlos y preservarlos», concluye el director del Ficviña.

El Festival de Cine de Viña del Mar, que este adelantó su realización para el 02 de septiembre del 2014, anunció que el cierre de la inscripción para largometrajes latinoamericanos, en su etapa de preselección, expira este 22 de junio.

 

Publicidad

Tendencias