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«El círculo de los escritores asesinos», una novela que retoma la tradición de Rayuela y de Los detectives salvajes Diego Trelles Paz, escritor peruano

«El círculo de los escritores asesinos», una novela que retoma la tradición de Rayuela y de Los detectives salvajes

La nueva novela del escritor peruano, llena de acción, sexo y humor, se acaba de editar en Chile por Editorial Desatanudos. En ella cuenta la historia de un grupo de escritores marginales de Lima que tras una reseña demoledora en el medio cultural más importante del Perú decide asesinar a un afamado crítico literario.


La novela “El círculo de los escritores asesinos” (2005), del escritor peruano (Lima, 1977), acaba de ser editada en Chile por la editorial Desatanudos. El autor no es un desconocido en Chile: su libro “Bioy”, finalista del Premio Rómulo Gallegos, fue publicada en 2012.

En “El círculo de los escritores asesinos”, que apareció inicialmente en España, Trelles cuenta la historia de un grupo de escritores marginales de Lima que tras una reseña demoledora en el medio cultural más importante del Perú decide asesinar al afamado crítico literario García Ordóñez, alias “El Perro”.

“Hay acción, sexo, humor e historias paralelas hilarantes y delirantes”, anticipa desde París, donde reside actualmente, un autor que señala tener entre sus mentores a William Faulkner y a Cormac McCarthy, y en el ámbito hispanoamericano a Juan Rulfo, Juan Carlos Onetti, Manuel Puig, Ricardo Piglia y Roberto Bolaño.

La obra se desarrolla en distintas partes del mundo: Lima, Texas, África, Ciudad de México y una isla perdida del Caribe. Una cantante punk caída en desgracia, una femme fatale enamorada de Eric Rohmer, un cronista enloquecido que forma un “Club de enemigos de Neruda”, un anciano subversivo que rememora el heroísmo del Cid, un poeta suicida que torea coches y un narco mexicano que huye a Etiopía tras los pasos de Rimbaud, son algunos de sus personajes.

Trelles es una de las voces jóvenes más destacadas de su país. Con este libro, “retoma y renueva la tradición de esas grandes novelas encabezadas por la Rayuela cortazariana y por ‘Los detectives salvajes’”, según ha dicho el crítico mexicano Miguel Ángel Hernández Acosta.

Pulsiones

Trelles cuenta que hubo más que un impulso para escribir esta novela. “El más importante está relacionado con la idea de la literatura como una pulsión tanto de vida como de muerte. Lo que me intrigaba era, por un lado, explorar la cercanía entre el arte y el crimen; y, por el otro, llevar a cabo la idea del asesinato del crítico literario no como un acto simbólico sino como un hecho delictivo real”.

Fue por eso decidió escribir una novela policial atípica sin detectives y en el cual los presuntos asesinos fuera gente sensible y letrada.

“Parece muy extraño pero no lo es tanto: bastaría pensar, por ejemplo, en el poeta modernista peruano José Santos Chocano, un hombre célebre e ilustre que asesinó de un balazo a Edwin Elmore, un joven escritor que había criticado su posición política en el diario ‘El Comercio’. Cuando salió de la cárcel, se fue curiosamente a Chile donde lo terminó matando un loco en el metro”, relata.

Ambiente tóxico

Una de las cosas que llama la atención del libro es la aparente toxicidad del medio literario peruano. “En el Perú de la dictadura fujimorista, periodo temporal de la novela, no había acceso a los medios para escritores que no fueran cercanos a los dueños o a los editores de los suplementos y revistas más populares, quienes, en su mayoría, eran también escritores”, explica Trelles.

“Era, de alguna manera, una pequeña dictadura controlada por una cúpula ilustrada que se elogiaba, se prologaba, se defendía y se publicaba en las dos o tres revistas con más lectoría del Perú”, dice.

Este hecho generó alguna violencia verbal que luego estallaría en la famosa y accidentada polémica pública entre andinos y criollos, añade. “Lo que empezó como un debate terminó a las acusaciones altisonantes y a los insultos. Si algo bueno tuvo ese intenso intercambio fue que, a la larga, propiciaría la democratización del acceso. No creo que a ningún escritor peruano le sorprenda quela escena literaria que tenemos pueda convertirse, de un momento para otro, en un campo de batalla”.

Vínculos y violencia

Para sus seguidores, esta novela está fuertemente vinculada al resto de su obra. “Mis personajes aparecen, cruzan, tienen roles determinantes o pequeños cameos en distintas novelas y relatos”, admite.

En “El círculo de los escritores asesinos”, por ejemplo, uno de los escritores del grupo clandestino es el Chato, protagonista de “Hudson el redentor”, su primera obra. En “Bioy” aparece Larrita, personaje de esta novela.

“La idea de enhebrar las obras y los lugares, de hacer una especie de saga interrumpida, nace de algunos escritores de formación como Juan Carlos Onetti o William Faulkner. A diferencia de ellos, que crearon ciudades apócrifas, yo suelo usar Lima como centro de operaciones”, señala.

La violencia es otro de los personajes del libro. Para Trelles, este elemento suele estar presente como herramienta de catarsis.

“Vengo de una generación que creció en la época sangrienta del conflicto interno y vivió toda su adolescencia en dictadura: lo quisiera o no, la violencia fue un elemento presente en mi formación personal y literaria”, señala. “Menciono la catarsis porque más que la violencia en sí misma me interesa la reflexión en torno a los efectos comunitarios de la violencia. Por otro lado, aunque no me considero un escritor de género, soy un gran admirador de las películas de gángsters, del film noir, de las novelas policiales atípicas, de las sagas trágicas”

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