Publicidad
Las crisis que le costaron el cargo a Barattini y los desafíos que esperan a Ottone Análisis del cambio de gabinete

Las crisis que le costaron el cargo a Barattini y los desafíos que esperan a Ottone

Héctor Cossio López
Por : Héctor Cossio López Editor General de El Mostrador
Ver Más

En poco más de un año, la ex ministra Claudia Barattini enfrentó duras críticas por no saber conducir el diálogo con los artistas, por su manejo político, por la invisibilidad de su gestión, y últimamente por el quiebre con los trabajadores del Cnca, quienes presentaron una denuncia por prácticas antisindicales en contra suya. Estas crisis conforman precisamente los nuevos desafíos del ministro Ernesto Ottone, quien deberá conducir el proceso de traspaso a la nueva institucionalidad cultural como es el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio.


La ex ministra Claudia Barattini nunca alcanzó a cuajar en el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, en poco más de un año que estuvo en el cargo. Las expectativas no eran menores al momento de su arribo. El mundo cultural vio con buenos ojos su llegada, ya que, no se trataba de un rostro de televisión, de esos que logran apuntalar a los gobiernos en las encuestas con risas a la cámara, pero carecen experiencia en la gestión de políticas culturales.

La mujer de confianza de Carmen Romero, directora de la Fundación Teatro a Mil, no supo, sin embargo, canalizar dichas expectativas y al poco tiempo, su gestión comenzó a hacer ruido y, muchas veces, agua también.

El primer traspié lo tuvo con las organizaciones y asociaciones de artistas, los mismos que habían sentido que su independencia de la tele y de los partidos políticos eran sus cartas a favor. Un estilo lejano y dilatorio a la hora de sentarse a dialogar, por ejemplo, con la Unión Nacional de Artistas, que agrupa a Asociación de Directores y Guionistas; Asociación de Pintores y Escultores de Chile; Sociedad de Autores Nacionales de Teatro, Cine y Audiovisuales; y la Sociedad Chilena del Derecho de Autor, entre otros, fueron delineando un camino marcado por la desilusión.

Luego, quedó en evidencia la falta de manejo político de Barattini al no poder frenar la oleada de críticas que se produjeron, incluso en La Moneda, tras la renuncia de Bernardo Valdés a su cargo como Jefe de Gabinete de la Ministra. La razones estaban precisamente en las discrepancias que tuvo con ella y con su equipo asesor, que al poco tiempo en sus cargos, comenzó a acumular ingentes cuotas de poder, desplazando la autoridad de los jefes de servicio.

Después vino lo de la falta de visibilidad tanto en su gestión como en los avances en los programas culturales de gobierno comprometidos, y que incidía directamente en las encuestas de conocimiento público del gabinete de Bachelet, en donde apareció, desde la primera hasta la última Adimark que se realizó hace algunas semanas, como uno de los ministros más desconocidos por la agente.

El proyecto de nuevo ministerio de la Cultura, fue otro punto que opacó su gestión. Al no poder presentarlo dentro de los primeros 100 días de gobierno de Bachelet, el proyecto fue generando suspicacias que llegaron hasta la Comisión de Cultura de la Cámara, debido a sus continuos aplazamientos y a la falta de presencia en el Congreso, aún cuando la razón de la demora estuviera en la Consulta Indígena.

De paso estuvo también la polémica con el Fondart, por el proyecto adjudicado a CorpArtes, la fundación de Álvaro Saieh; la investigación de la Contraloría por el millonario financiamiento al programa «Verano para todos y todas», los masivos despedidos a directores de área, la demanda por «discriminación arbitraria» que le puso a Barattini la Corporación Cultural Ex Cárcel y finalmente el quiebre total con las gremios del CNCA por lo que acusaban «falta de transparencia» en el proceso de traspaso hacia el futuro Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio.

Los desafíos de Ottone

El escenario que le espera al director del Centro de Extensión Artística (CEAC) de la Universidad de Chile no es fácil, pues las crisis que le costaron el cargo a Barattini son precisamente los desafíos que le toca enfrentar al nuevo ministro.

Dentro de estos, sin duda, el más importante es la conducción en el proceso de traspaso de la actual administración cultural -El Consejo Nacional de la Cultura y las Artes- a la nueva institucionalidad, el Ministerio de las Culturas y las Artes y el Patrimonio. El proyecto o Indicación Sustitutiva debía ser anunciado al país en el discurso presidencial del próximo 21 de mayo. La decisión de Ottone será si avala el proyecto de la administración anterior o si decide revisarlo antes de enviarlo al Ejecutivo para su presentación en el Congreso y su posterior debate legislativo.

Junto a los lineamientos que buscarían fortalecer la institucionalidad cultural el Chile, como la garantía de acceso de la comunidad a las expresiones artísticas y el mejoramiento del estatus laboral de los trabajadores del arte en el país, y que según, los datos obtenidos por TRAMA son de una abismante precariedad, el proyect0 del Ministerio de la Cultura debe ganar en transparencia, ya que el desconocimiento del mismo por parte de los trabajadores del CNCA, agrupados en Anfucultura, fue uno de los temas decisivos a la hora del gremio de romper el diálogo con la autoridad.

Los asesores

Pero el foco interno no se reduce solo al conflicto con los trabajadores. Otro de los temas sensibles del nuevo ministro será resolver la continuidad de los asesores que tenía la ministra Barattini. Durante el periodo que estuvo la ex secretaria de Estado al mando del CNCA, una de las principales críticas a su gestión fue el protagonismo y el alza en las cuotas de poder que fueron adquiriendo sus asesores, en especial el de Bruno Bettati, ex director del Festival de Cine de Valdivia antes de la llegada al ministerio.

El poder de este asesor, cuyo salario encabezaba el grupo de asesores con $5.600.000, según fuentes del Consejo, lo llevó a convertirse en una suerte de ministro en las sombras, de modo de que todas decisiones en temas de fomento debían pasar por su visión, ejerciendo además un estilo autoritario. El alcance de sus funciones como el de la abogada Gía Quintana (ex MOP), y de Nicolás Cruz, Jefe de Gabinete, llevaron a este cuerpo de asesores a ejercer un poder sin discusión al interior del Consejo. Junto a ellos, Barattini armó un grupo de asesores «expertos» que alcanzó a 55 personas, cuyos sueldos oscilaban entre el $1.700.000 y los $6.000.000. Nunca, desde la División de Cultura, que la cantidad de asesores había llegado a tal número.

Finalmente, otro de los desafíos de conducción que esperan a Ottone, será sacar adelante una agenda legislativa propia, con capacidad de proposición en temas políticos, culturales y sociolaborales, y que le de impulso a proyectos sectoriales como la Ley de Artes Escénicas presentada hoy por la Plataforma de Artes Escénicas al Consejo.

Reacciones

Tras el reemplazo de Barattini por Ottone Ramírez, como nuevo ministro del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, la reacciones no se hicieron esperar.

Manom Herrera, Presidenta de Anfuculura dijo respecto de la salida de Barattini «que la ex ministra no tenía el perfil que se requiere para sacar adelante un Ministerio de la relevancia, como lo es Cultura. Y su evidente falta de vinculacion con el sector que se manifestó desde un principio nos anunciaba aquello».

Respecto del nuevo ministro, sostiene que los trabajadores «esperan la creación de espacios reales, vinculantes para aportar en materia en las materias del sector. Participación real y la voluntad de que en conjunto podamos avanzar hacia un gran Ministerio».

Andrea Gutiérrez, Presidenta de Sidarte, agradeció el apoyo de Barattini a la Ley de Artes Escénicas, y celebró la llegada de Ottone, invitándolo hoy para la gala del teatro que se celebra a las 20 horas en el Teatro Novedades.

Para el Sindicato de Escritores, en cambio, el tema relevante no el reemplazo de un ministro «sino que el programa del Gobierno de la Presidenta, que presenta una falta de interés con la situación de los escritores y artistas en general en relación a situación laboral y de protección social. Esperamos eso sí que las posibilidades de diálogo sean más expeditas para plantear nuestras posiciones tanto en lo que a las políticas culturales se refiere como a la situación de los trabajadores del arte y cultura», dijeron.

El director del Museo de Bellas Artes, Roberto Farriol Gispert, prefirió no referirse a la salida de Barattini y valoró la llegada de Ottone a Cultura. «Valoramos el nombramiento de Ernesto Ottone como ministro de Cultura, al tratarse de una persona con trayectoria y vasta experiencia en gestión cultural y de instituciones culturales tanto públicas como privadas. Como Museo Nacional de Bellas Artes, esperamos continuar colaborando estrechamente con el Ministerio de Cultura como lo hemos hecho hasta ahora.»

Paulo Slachevsky, editor de Lom, agredeció, por su parte, a la ministra saliente haber sacado a la luz la política del Libro y transmitió sus deseos de que esta política, avance con energías en su implementación pues los desafíos de esta política, como los de la diversidad cultural, son condición necesaria para mejorar la educación, la participación ciudadana y potenciar el desarrollo de un país más creativo, menos dependiente de las materias primas».

Giorgio Varas, experto en economía cultural, sostuvo en tanto que «los desafíos son enormes, lo eran para Claudia Barattini – quien fue de menos a más- y lo serán para Ottone, experimentado hombre de cultura que se ha preparado toda su vida para esto».

Pero la trampa de la institucionalidad -opina Varas- «es muy jodida, difícil de manejar, es una discusión que viene progresado desde la comisión Garretón del 90-91, hasta la ley ley 19.891 que crea el CNCA y que no termina de resolver  la interna de los trabajadores, los temas  sectoriales, gremiales, las competencias, los temas de patrimonio…  un sin fin de nudos gordianos» .

«La discusión es siempre insuficiente porqué la cultura como factor estratégico del Siglo XXI debe consignarse en una nueva constitución, que reconozca por ejemplo a las primeras naciones más allá de una consulta para cumplir con el convenio 169», sostiene.

Bárbara Negrón del Observatorio de Políticas Culturales, en tanto, enfatizó que los últimos 4 ministros de cultura responden a dos perfiles muy distintos. «Por una parte, estuvieron los ministros artistas, como fue el caso de los actores Paulina Urrutia y Luciano Cruz Coke. El principal capital con el que llegaron al CNCA era su popularidad y mantuvieron un alto porcentaje de aprobación en las encuestas»

La apuesta de este segundo gobierno de Bachellet ha sido -apunta Negrón- nombrar gestores. «Pero las diferencias entre la ministra saliente y el entrante son agudas. Ernesto Ottone, arriba al CNCA con una experiencia importante, ha dirigido varias instituciones culturales (M100 y CEAC, entre otras) y cuenta una sólida formación en la materia (un master en gestión de Instituciones y Políticas Culturales de la Universidad Paris-IX Dauphine en Francia) además es una persona reconocida por el sector cultural. Por su puesto una gestión ministerial depende de muchos factores, no solo del perfil, y habrá que evaluar en su momento como maneja los desafíos que tiene por delante. Pero sin duda, es un buen comienzo».

Publicidad

Tendencias