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Jorge Baradit, autor de “Historia secreta de Chile»: «Asistimos a un espectáculo patético» El libro es una edición de Sudamericana. Penguin Random House

Jorge Baradit, autor de “Historia secreta de Chile»: «Asistimos a un espectáculo patético»

El escritor chileno, que agotó la primera edición de su último libro a dos semanas de publicarse, señala que «hay interés en por saber qué hay detrás del poder, saber lo que realmente ocurre, unas ansias de información veraz». “Desde la última década hemos estado asistiendo a un espectáculo patético que involucra a la curia religiosa, la alta política, al empresariado, y a los terribles mecanismos que esconden su funcionamiento», sostiene.


Jorge Baradit (Valparaíso, 1969) está contento. Razones no le faltan: a poco tiempo de su lanzamiento, su último libro, Historia secreta de Chile (Editorial Sudamericana), trepó al primer lugar en las listas de ventas de no ficción y en una semana agotó su primera edición. Ahora incluso está pensando en escribir una segunda parte.

Personajes como los asesinos de Manuel Rodríguez, la afición espiritista de Arturo Prat o el fallido intento de la Unidad Popular para crear en los 70 la primera internet del mundo son algunos de los tópicos que recorre esta obra de 178 páginas que quiere apartarse de la historia oficial.

“Este libro es una especie de guía topográfica del Chile más demente, más escondido, pero no sólo por lo freak”, señala Baradit. “Quizás puedes entrar al libro por el dato raro, pero más que eso el libro es un intento por contarte que hay distintos puntos de vista de las historias que te han contado sobre nuestros grandes próceres, sobre nuestra independencia, que no son tales, que están tergiversados, y que están orientados por intereses de las élites que han gobernado este país”.

Historia es literatura

De larga carrera en la ficción, este escritor de literatura fantástica es autor de las novelas “Ygdrasil”, “Synco”, “Kulfucura” y “Lluscuma”, entre otros. Además es ganador del Premio UPC de la Universidad de Catanuya (2006) con “Trinidad”, del FIC a mejor novela gráfica (2011, por «Policía del karma») y del Premio Municipal de Santiago, mención literatura joven (2014, por «Lluscuma»).

“Este es uno de esos libros que uno lleva años escribiendo sin saberlo”, cuenta Baradit. “Desde chico me interesó la historia de los grandes movimientos sociales, así como los libros que hablaban de pueblos completos o la mitología, siempre con la sospecha de que no te estaban contando toda la verdad”.

“La historia es un punto de vista, es lo que te quieren contar, es lo que les interesa que tu sepas, por distintas razones: para que el país se vea más lindo, para utilizar la historia como un manual de autoayuda, para sentirse mejores, vencedores”, reflexiona. “La historia son hechos relativamente aislados que alguien enhebra y los articula para formar un relato. Es literatura, de alguna manera”.

Ofrenda patriótica

Los episodios que rescata el autor estaban descritos en distintas fuentes. Baradit da como ejemplo el texto “Voces de ultratumba” (2006), una obra del historiador Manuel Vicuña sobre el origen del espiritismo en Chile, que menciona a Jacinto Chacón, el tío de Arturo Prat, y luego menciona al propio héroe como participante de sesiones.

“Entonces uno comienza a investigar y resulta que hay documentos, revistas, relatos, y empiezas a armar una historia que estaba escondida”, dice Baradit en referencia al marino cuya imagen ilustra la portada del libro.

Otra historia bizarra se refiere a los “héroes de la Concepción”, un destacamento de soldados chilenos que fue aniquilado en Perú en 1882 por tropas locales durante la Guerra del Pacífico. Los corazones de varios de los militares fueron colocados en alcohol y están hasta el día de hoy en la Catedral de Santiago, “como una especie de ofrenda patriótica un poco lúgubre”, comenta.

UP, vírgenes y la CNI

De todas las historias que cuenta Baradit, la que más le sorprende es el Proyecto Synco –la Internet que intentó la UP y que él abordó en una novela de ficción homónima donde Pinochet detenía el golpe y salvaba a Allende- “porque no es algo que ocurrió en el siglo XIX, sino hace cuarenta años en uno de los periodos más investigados del último tiempo. Sin embargo, tuvo que venir una tesista del MIT, Edén Medina, con un paper, para hallar esta especie de detenido desaparecido tecnológico”.

“Ella descubrió en nuestras narices que en Chile se había desarrollado un proyecto tecnológico alucinante, casi de ciencia ficción, que podría haber cambiado la historia”, señala.

Otro episodio que le llama la atención es el de un profesor de Derecho de la Universidad de Chile, Jaime Galté (1903-1965), amigo de ministros y presidentes, y que era un médium “que analizaba espíritus y curaba gente, entre ellos a grandes personajes de nuestra historia, y que los aconsejaba e influía en sus decisiones”.

Baradit también aborda el caso de la virgen que habría visto Miguel Angel Poblete (1966-2008), el famoso vidente de Villa Alemana, en 1983, y describe el evento como “una construcción detrás de la cual estaba la CNI, que arrendaba las avionetas con las que se dibujaban en el cielo los pescaditos que la gente veía”.

Explicando el éxito

“Yo tenía la impresión de que al libro le iba a ir bien, pero no tan bien”, responde consultado sobre las razones de su éxito, que Baradit atribuye a dos factores.

“Primero, hay una tendencia mundial a la búsqueda de la transparencia. Así se explica el interés por Julian Assange (cerebro de Wikileaks), por (Edward) Snowden, gente que está liberando información sobre lo que realmente ocurre”, sostiene. “Desde la última década hemos estado asistiendo a un espectáculo patético que involucra a la curia religiosa, la alta política, al empresariado, y a los terribles mecanismos que esconden su funcionamiento. Hay un interés por saber qué hay detrás del poder, saber realmente lo que ocurre, y unas ansias de información veraz”.

Por otro lado, Baradit habla de que “estamos interesados por desentrañar nuestra identidad. Los chilenos, desde hace unos pocos años, estamos más empoderados. Con los movimientos ciudadanos los chilenos se están haciendo cargo de sí mismos. Queremos vernos. Asumimos nuestra identidad indígena. Ya dejamos de querer ser ricos solamente. Se agotó ese arribismo y estamos reconociéndonos como lo que somos. Y esa búsqueda de reconocerse es de una identidad propia. Y en la identidad está la memoria. Creo que la gente quiere saber quiénes somos realmente, no lo que nos dicen que somos o lo que debemos ser”.

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