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El conflicto y desconfianzas que apuntan a Ángel Cabeza como responsable de la crisis de la Dibam Paro nacional de la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos se convierte en el primer traspié del Ministerio de las Culturas

El conflicto y desconfianzas que apuntan a Ángel Cabeza como responsable de la crisis de la Dibam

Héctor Cossio López
Por : Héctor Cossio López Editor General de El Mostrador
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Tres días antes de que la Presidenta firmara la indicación sustitutiva que crea la nueva institucionalidad cultural, las organizaciones sindicales asociadas en el Frente de Trabajadores de la Cultura y el Patrimonio (Anfudibam, Anfucultura y funcionarios del Consejo de Monumentos) tomaron conocimiento de que el proyecto finalmente descartaba que la Dibam se convirtiera, dentro de la nueva estructura ministerial, en una Subsecretaría, siendo ello –acusan– «una falta de respeto a la confianza construida y al proceso de participación del que fuimos partícipes». Como responsable de este cambio, los trabajadores apuntan al actual director de la Dibam, quien –sostienen– habría actuado a contracorriente.


¡La cabeza de Cabeza! Con este juego de palabras, los funcionarios de la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos, Dibam, que se encuentran en paro hace ya una semana, resumen su indignación contra el actual director del organismo, el arqueólogo Ángel Cabeza, a quien responsabilizan de haber un jugado «un rol muy importante» en el cambio de última hora del proyecto de ley que crea el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, en el que se frustra la ansiada pretensión de los trabajadores del organismo de convertir a la Dibam en una Subsecretaría, con todo el respaldo técnico que ello constituía.

El paro, las acusaciones internas, la incertidumbre y las desconfianzas vienen a marcar un nuevo hito de confusión en el dilatado proyecto de indicación sustitutiva que crea un Ministerio de Cultura –firmado recientemente por la presidenta Michelle Bachelet, el pasado 17 de diciembre– y que originalmente tuvo su primer retroceso cuando se anunció la sustitución del proyecto enviado por el ex ministro del ramo de SebastiánPiñera, Luciano Cruz-Coke; que continuó con las sucesivas postergaciones que marcaron la gestión de la también ex ministra Claudia Barattini y que, actualmente, se coronan con un paro nacional de la Dibam, una de las dos columnas vertebrales que sustentan la nueva institucionalidad cultural en Chile.

Cambio de última hora

La nueva crisis que afecta al mundo cultural y que tiene a la Dibam en paro con un 90% de adhesión de los trabajadores, se desencadenó tres días antes de que –con presencia de rostros del mundo cultural– Bachelet firmara el proyecto de Ministerio de Cultura, que lidera el ministro Ernesto Ottone Ramírez.

Según fuentes del Frente de Trabajadores de las Artes y el Patrimonio, que congrega a las organizaciones sindicales como la Anfudibam, Anfucultura y los trabajadores del Consejo de Monumentos Nacionales, el 14 de diciembre se sostuvo una reunión con el ministro Ottone y Nivia Palma, asesora ministerial para la creación del proyecto de Ley y ex directora de la Dibam entre el 2006 y el 2010.

De esta reunión –según afirma Margarita Hormazábal, presidenta de Anfudibam– se dijo que «solo sería para afinar detalles» y se les comunica un cambio sustancial en la estructura del nuevo ministerio, un cambio que, de acuerdo a la organización gremial, «borra con el dedo» todo lo trabajado y que representa una «bofetada» al trabajo realizado en meses de trabajo.

El proyecto original de Ottone y que gozaba del pleno respaldo de las organizaciones, definía bajo el paraguas del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, a dos subsecretarías: la de Artes e Industrias Culturales y el de Patrimonio Cultural.

La idea consensuada –cuyo cambio hoy genera conflicto– era que la actual Dibam se transformaría en Subsecretaría, destacando con este cambio el peso institucional de la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos, que en términos ilustrativos se asemejaría a una especie de portavión cultural, en cuyo interior se cobijan La Biblioteca Nacional, el Museo Nacional de Bellas Artes, el Museo de Historia Natural, el Museo Histórico Nacional, el Museo Nacional de la Educación, 26 museos especializados a lo largo del país, más 453 bibliotecas y el Archivo Nacional.

Lo que ocurrió, y que fue comunicado como «una sorpresa», fue que la Dibam ya no sería una subsecretaría sino un Servicio Nacional, una estructura con menor peso técnico, que figuraba en el proyecto de Barattini y que, por lo mismo, fue retirada por la nueva administración.

«Como Anfudibam rechazamos el cambio unilateral y en último minuto del trabajo conjunto en torno al proyecto de nueva institucionalidad cultural y patrimonial. Esto afecta severamente el papel y función sobre los cuales los trabajadores y trabajadoras de DIBAM habían sido informados, modificándose para trasladarlos y mantener su histórica situación como mero Servicio Público dependiente. Todo aquello, finalmente, habla de un modelo institucional y ministerial que no nos parece coherente ni justo con las misiones que los funcionarios de la cultura, las artes y el patrimonio han desempeñado», afirma en un comunicado la organización gremial.

Perfil ausente

Si bien para el Consejo de la Cultura lo más importante es que por fin comienza a materializarse el ansiado proyecto de Ministerio de la Cultura y que, según expresó Nivia Palma, en una columna de opinión en Cooperativa, el no estar de acuerdo con todos los contenidos de la indicación sustitutiva «no autoriza a nadie a impedir que Chile cuente con una Secretaria de Estado», fuentes cercanas al CNCA señalan que el cambio provocó una profunda desazón al interior del Consejo, ya que, tanto la propia Palma como el ministro Ottone, apoyaban la idea de transformar a la Dibam en Subsecretaría. Todo ello sumado a un aumento en los niveles de tensión entre las autoridades del Consejo y Ángel Cabeza, del cual no tendrían –afirman las fuentes– «para nada una buena impresión».

Con un estilo de liderazgo que se califica de «ausente» y «dilatorio hasta para responder mails institucionales», a Ángel Cabeza, arqueólogo y militante PPD, se le reconoce cercanía con Guido Girardi, al punto que se le identifica como «el hombre» del senador en Cultura.

Fue director del Consejo de Monumentos Nacionales entre los años 1994 y 2006, hasta que fue desvinculado de este cargo apenas asumió el primer gobierno de Bachelet, precisamente por Nivia Palma, entonces jefa de la Dibam y hoy a cargo del proyecto de ley. Reapareció públicamente con la administración de Josefa Errázuriz como Director de Patrimonio de Providencia y, luego de un año en el cargo, a través de un concurso público, llegó a la Dibam gracias al apoyo del PPD y al respaldo de la ministra Claudia Barattini.

Siendo el cargo de jefe de la Dibam un puesto en el que se viaja mucho, debido a las invitaciones al extranjero que recibe, funcionarios de las direcciones de la Dibam recuerdan que una de las polémicas que marcaría su estilo tuvo lugar cuando estaba en comisión de servicio en Brasil y se comunicó a Santiago para que le hicieran los preparativos para asistir inmediatamente a una invitación a África. Las fuentes cuentan que la propia secretaria lo tuvo que hacer desistir de ese viaje, por la complejidad administrativa que ello significaba.

Esto se suma a la tensa relación con los trabajadores, quienes denuncian que el estilo ausente de Cabeza se ha manifestado abiertamente en el tema del ministerio. «El único interlocutor que se ha juntado con nosotros para explicarnos los avances y que ha tenido la voluntad ha sido el ministro Ottone, y nunca nuestro propio jefe de servicio», afirma la presidenta de Anfudibam.

Contra la corriente

Semanas antes de que se desatara la crisis, El Mostrador Cultura+Ciudad conversó con el director de la Dibam sobre su relación con los trabajadores y el papel de la Dibam en el nuevo ministerio.

«Tengo una buena relación con los trabajadores, especialmente en regiones», dijo Cabeza, sin sospechar que semanas después la institución se sumiría en un paro nacional. Según el arqueólogo, el conflicto en el servicio radicaba en la «incertidumbre» por el cambio de sistema.

«Más que una entidad es una confederación de instituciones, por lo tanto, siempre ha sido compleja la administración de una institución de esta naturaleza, y a ello hay que sumarle un grado de ansiedad que la gente tiene por cómo se van a insertar en el nuevo sistema».

Junto con rechazar que el conflicto sea resumido en ese punto, fuentes de los trabajadores sostienen que la desconfianza en Ángel Cabeza se inicia cuando «despliega un discurso público, en el que apoya los cambios del ministro Ottone, y otro privado, en el que los rechaza, intentando reunir apoyos internos para validar el proyecto de la ministra saliente».

«Hay que aclarar», precisa Cabeza, «que hasta mayo de este año el proyecto oficial era el de la ministra Barattini y nosotros estábamos completamente alineados con él, lo mismo que con el proyecto del ministro, en donde estamos plenamente de acuerdo en lo central, en la creación de un ministerio».

«Lo que siempre hemos discutido es que estas dos áreas deben entenderse en su especificidad, pero no como aisladas, no desvinculadas, sino en conversación. Eso se manifestó muy bien en el primer proyecto de la ex ministra Barattini», argumenta el director.

Fuentes del CNCA señalan, sin embargo, que la oposición que expresó internamente Cabeza no se redujo solo a una primera etapa sino que se mantuvo en el tiempo, incluso después de que fuera citado a La Moneda para llamarlo «al orden».

Ahora que finalmente el proyecto que firmó, la presidenta vuelve a recomponer en la estructura de la Dibam la figura del servicio, se intensificaron las desconfianzas en torno al rol que jugó Cabeza en el cambio y que ahora tiene a los trabajadores en pie de guerra.

«Nos extrañan profundamente las razones e intereses que dieron lugar a este cambio, el cual calificamos como una falta de respeto a la confianza construida y al proceso de participación del que fuimos partícipes. Nuestras bases han presentado sus dudas en torno al papel que pudo tener el Director Nacional de DIBAM, Ángel Cabeza, lo cual coincide con su público y conocido apoyo a un modelo que contase con Servicios Públicos, incluso siendo este contradictorio con lo expresado por los trabajadores y trabajadoras de nuestro órgano», concluyen.

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