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Editoriales cartoneras, el nuevo modelo de la industria cultural

Editoriales cartoneras, el nuevo modelo de la industria cultural

Este tipo de editoriales ha impreso más de 120 títulos, incluyendo doce chilenos con obras de Matías Rivas, Oscar Hahn, Enrique Lihn, Gonzalo Millán, Manuel Silva Acevedo, Sergio Parra y Raúl Zurita. Un compatriota además es parte de la producción.


Cuando el escritor Washington Cucurto y el artista plástico Javier Barilaro decidieron, durante la crisis argentina de 2001, crear una editorial que usara el cartón para generar mano de obra y libros baratos, nunca imaginaron que 15 años después esa idea se replicaría en varios países de Latinoamérica y crearía un nuevo modelo de «industria» cultural.

Hoy pueden decir con orgullo que han impreso más de 120 títulos, con autores consagrados como los trasandinos Ricardo Piglia y Alans Pauls, pero también trece libros chilenos con obras de Pedro Lemebel, Matías Rivas, Oscar Hahn, Enrique Lihn, Gonzalo Millán, Manuel Silva Acevedo, Sergio Parra y Raúl Zurita. Un compatriota, Alejandro Miranda, además es parte de la producción misma de la editorial.

«Es un trabajo totalmente hecho por personas y a pulmón, para el que utilizamos un desecho que es el cartón, que nosotros transformamos en algo lindo y en algo útil», explica Miranda, trabajador de Eloísa Cartonera que llegó a Buenos Aires desde Chile en 2008. Desde entonces colabora con el proyecto, una cooperativa de seis trabajadores que debe su nombre a un viejo amor de Barilaro y que agarró vuelo con el impulso que el kirchnerismo le dio a esta modalidad de trabajo.

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Una pequeña idea

La idea ha sido tan revolucionaria como exitosa, con editoriales hermanas en lugares como nuestro país (Animita-cartonera), Perú (Sarita Cartonera), Bolívia: (Mandrágora Cartonera y Yerbamala Cartonera), Paraguay (Yiyi Jambo y Felicita Cartonera), Brasil (Dulcinéia Catadora) y México (La Cartonera y Santa Muerte Cartonera).

Cuando empezaron, Cucurto nunca pensó que iba a durar tanto tiempo este proyecto, según confiesa a Cultura+Ciudad.

“Era simplemente una pequeña idea entre amigos, para editarnos a nosotros mismos y mostrar el material que estábamos escribiendo. También el tema de tener una editorial es algo bastante común en Argentina, que responde a una tradición de pequeños emprendedores, pequeños editores. Está lleno de gente haciendo cosas y a nosotros se nos ocurrió hacer una editorial cartonera”, relata desde Buenos Aires.

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Washington Cucurto

Autores amigos

Los autores son amigos conocidos o amigos de amigos. “Por ejemplo, Matías Rivas lo publicamos por Sergio Parra, que es un amigo chileno, al que también hemos editado en su momento. A través de Rivas publicamos a Enrique Lihn y se fue formando una cadena”.

Los tirajes pueden ser de 200, 300 o 500 ejemplares. “Depende del autor, de la demanda que tenga y del dinero que dispongamos en ese momento”, añade.

La venta se hace a través de algunas librerías y de un puesto de ventas que tienen en la calle Corrientes. También venden en su local de Boedo, en ferias provinciales y marchas políticas, como la del 24 de Marzo, el aniversario del último golpe militar. “Nosotros vamos ahí, ponemos un puestito y vendemos muchos libros”, explica Cucurto.

El precio también es parte del éxito, claro está: los libros se venden a unos mil pesos chilenos. Los derechos son cedidos por los autores.

Un ejemplar de un libro de Enrique Lihn.

Un ejemplar de un libro de Enrique Lihn.

La relación con los cartoneros

Fundamental es la relación con los cartoneros, quienes proveen el insumo básico para la producción. En Argentina muchos de ellos están organizados en cooperativas.

“Algunos han trabajado con nosotros y luego se han ido. Otros nos venden el cartón, y con otros nos relacionamos para charlar y hacer cosas. Siempre es una relación bastante variada, según la persona y el vínculo”, cuenta Cucurto.

Respecto de la elección por el cartón, Miranda explica que, a pesar de que sea algo que se utiliza en negocios y casas «y se convierte en basura», les pareció «un material noble» por la facilidad para maniobrar y por el bajo costo.

La editorial negocia la materia prima con «cartoneros» independientes, trabajadores que, con sus carros, recogen materiales reciclables de la basura y que, al momento en que se iniciara Eloísa Cartonera, eran miles, apremiados por la crisis económica y social de 2001.

Miranda señala que ellos pagan «un poco más por el cartón» que el resto de los mayoristas, y que es por eso que los recicladores responden con material «seleccionado y de buena calidad».

«Si la editorial se llama así, lo mínimo que puede hacer es obtener el cartón de los cartoneros y pagarles lo que se merece un trabajo tan sacrificado», agrega.

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Alejandro Miranda (foto de Formarnos)

Trascendencia

«Cuando empezamos a tener trascendencia, todavía nos preguntaban a nosotros si podían hacerlo», detalla Miranda, quien además aclaró que ellos no se creen «dueños de la idea» y que lo que siempre buscaron es «liberar a la literatura de los márgenes donde siempre está».

De acuerdo con el trabajador, el mayor logro de «Eloísa» es haber permanecido viva y «seguir sumando lectores y autores» a pesar de ya haber dejado atrás aquellos fatídicos años a inicios del siglo XXI.

La vigencia del proyecto, explica Miranda, se da porque «suma muchas cosas»: el reciclado, lo literario, lo «netamente estético» y «el solo hecho de que sea una cooperativa».

«Todo eso que podría ser algo ‘cool’ o elitista está en el llano, al nivel de la gente, que lo puede tocar», concluye, y se levanta para seguir dando trazos de pintura a otro libro «cartonero» en proceso.

“El mayor logro es sobrevivir, habernos mantenido en el tiempo, haber sostenido el trabajo, haber aprendido a autogestionarnos, a organizarnos, a administrarnos”, complementa Cucurto.

“Nosotros siempre estamos en una etapa de aprendizaje, somos una pequeña cooperativa, con una economía muy frágil. No es como las grandes empresas. A nosotros nos cuesta todo, pero nos hemos podido mantener y eso nos tiene muy contentos, porque nuestro trabajo representa otros valores, que está bueno que la gente conozca”, dice.

En cuanto al nuevo momento político con la asunción de Mauricio Macri, Cucurto cree que hay que esperar a ver qué pasa.

“La verdad es que no sé, está todo medio complejo. No creo que difiera mucho del anterior, pero hay que ver. Ahora los medios hablan muchas cosas. El panorama es oscuro, pero no se sabe. Hay que esperar a ver este gobierno cómo actúa. Las medidas que tomó no han sido de lo más interesante, tampoco han sido catastróficas, como se dice. La verdad es que entre los gobiernos no hay mucha diferencia, por lo menos los gobiernos democráticos”, concluye.

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