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El «street art» en pie de guerra con Piñera tras su anuncio de criminalizar el graffiti CULTURA

El «street art» en pie de guerra con Piñera tras su anuncio de criminalizar el graffiti

Con un minuto y 28 segundos, el presidente marcó el récord como la más pobre valoración de la cultura en una cuenta pública. Sin reconocer el aporte de la cultura al crecimiento económico del país y a la cohesión social, el mandatario se limitó en este ámbito a anunciar como su mayor proyecto la prolongación a dos jornadas del Día del Patrimonio. Fuera de ello incendió la pradera del «street art» al criminalizar el graffiti, tras anunciar un endurecimiento de las sanciones y calificar la expresión artística como una «incivilidad».(Actualizado)


Pobre e inexistente. Esos son los calificativos que se reiteran a la hora de describir la importancia que el presidente Sebastián Piñera le dio a la cultura en la cuenta pública de este viernes.

Si bien en ninguna de las rendiciones del estado de la nación de los gobiernos anteriores, la cultura ha sido valorada por su aporte en el crecimiento económico e identitario del país, en la cuenta de este 1 de de junio, Piñera redujo a su mínima expresión las menciones al valor de la cultura.

Fuera de las frases como «apoyaremos a nuestros artistas» y «pondremos en plena marcha nuestra nueva y renovada institucionalidad», el gran anuncio de Piñera se limitó a extender a dos días las visitas guidas en el Día del Patrimonio y a conectar con fibra óptica los centros culturales.

Cero relevancia

En un minuto y 28 segundos, Piñera dejó en claro una sola cosa: la poca relevancia que le concede a la cultura.

Dentro de todos los aspectos ausentes y que resultan prioritarios para este sector productivo, la nula mención a las industrias culturales, según expertos en economía creativa, fue la gran deuda.

Giorgio Varas, magíster en economía creativa de la Universidad de Roma Tor Vergata, señaló que los países avanzados como Francia, España o Inglaterra -por no  hablar  de Corea del Sur o Japón que están en una dimensión transmoderna de las industrias culturales- han decidido hace mucho tiempo apostar transversalmente por la diversificación de la matriz productiva a través de la economía creativa.

«Los bienes culturales son sustentables y fundamentales para la cohesión social y el crecimiento sostenibles e inclusivo. La ausencia de este tema es grave, preocupante. Es una contradicción perder lo que se había avanzado en los ciclos anteriores, pues es ir en contra de un proceso irreversible. La Unión Europea acaba de aprobar el nuevo plan para el 2025 , porque las industrias culturales son como la diplomacia: temas de estado», sostuvo.

De similar opinión es Bruno Bettati, director ejecutivo de productora Jirafa e impulsor de políticas de industria cultural, quien sostiene que «nuestro actual gobierno, en su segundo mandato, exterioriza con mayor desparpajo sus prejuicios contra los contenidos culturales. Cree que los contenidos son o bien «objetividad periodística» o sino meramente «propaganda» y nada más. Ignoran a propósito los contenidos subjetivos de creadores, a pesar de que éstos son los más recordados y valorados por chilenos y por el mercado internacional. Es cosa de ver cómo despreciaron el Óscar de «Una Mujer Fantástica», tildándolo de mero lobby gay, no de un verdadero logro de una empresa y de un sector industrial que lleva 20 años trabajando para ello».

«Insisten en un discurso pasado de moda según el cual ‘la cultura se tiene que autofinanciar’, que es casi lo mismo que decir que la cultura es un bien de consumo. Pero ya metieron la pata a fondo cuando dijeron que la educación también lo era. En definitiva, desde su propia óptica, lo más grave es que no quieran aceptar que la producción y distribución de contenidos culturales es un motor de desarrollo central de la economía. Por eso también frenan con descaro el canal cultural de TV», dispara.

Bettati es enfático en afirmar que a la cultura no se le da el espacio que le corresponde. «Hacer y distribuir libros, películas, música, obras de teatro y danza, es parte de un sector económico que ofrece empleos de calidad, que genera cohesión social y proyecto nacional, que dinamiza la interacción económica en general, y que potencia la imagen-país y exportaciones. Mientras el Gobierno no supere estos atavismos y sigan ciegos al potencial económico que tiene la cultura en tanto economía creativa, no podremos llevar una interlocución útil».

Grafiteros en llamas

Fue en otro momento del discurso, sin embargo, cuando en dos líneas Piñera se echó encima a todo el mundo del street art, al criminalizar el grafitti, calificando la expresión callejera de «incivilidad».

El presidente pidió «promover el respeto y la sana convivencia entre los chilenos combatiendo con mayor rigor, eficacia y penas más severas las incivilidades que tanto deterioran nuestra calidad de vida como (…) las pinturas, graffitis o rayados no autorizados en  y inmuebles y bienes, públicos y privados».

León Calquin, conocido como «el albacea del graffiti» y gran conocedor del ambiente, calificó el anuncio de Piñera como «un ataque a la raíz de la cultura urbana… prohibir y condenar es muy distinto a borrar».

«Prohibir es justo lo contrario a su llamado final de actuar con creatividad. Los jóvenes deben seguir expresándose libremente en nuestros espacios públicos, tanto artísticamente como deportivamente. En estos últimos treinta años se ha avanzado mucho al respecto después de años de oscuridad. Prohibir que la gente se exprese es una vuelta al pasado», lamenta.

Felipe Henríquez, más conocido como «Henruz», explica que fue por la pintura que se hizo profesor de artes visuales, y aprendió de la importancia de las artes en la sociedad y en la educación.

«Entiendo que el rayado moleste a la gente, pero también debería hacerlo la publicidad excesiva. En lugar de satanizar el graffiti, ¿por qué no cambiamos los patrones educacionales? ¿De qué sirve tener que enseñar en las escuelas, según el ministerio, el graffiti, si luego cuando lo quieran aplicar será un delito? Es absurdo pensarlo, más absurdo me parece condenarlo, en vez de crear los espacios para un desarrollo que puede llegar a ser artístico».

«Inquisición»

Para Alejandro «Mono» González, fundador del muralismo de la Brigada Ramona Parra, este un ejemplo de los «cambios».

«Llegaron los cambios, pero los de la censura, de la represión, de la vigencia de la inquisición. Pero la cultura de la periferia sobrevivirá», dice González a modo de grito de guerra. «Luchamos contra la represión y dictadura. Los que sobrevivimos seguiremos haciéndolo… ¡Viva el arte público y democrático!».

El grafitero Pablo Espinoza, alias «Pobrepablo», otro de los exponentes del arte callejero, apunta directamente al discurso de Piñera. «Creo que promover el respeto y la sana convivencia entre los ciudadanos pasa más por que no exista la desigualdad social, que por intentar suprimir  las expresiones que van junto al ser humano desde la prehistoria».

«Para mí es una muestra de la mala educación del presidente de Chile entender la prohibición como solución a un fenómeno social que no necesita ser solucionado. La pintura en las calles se ganó el respeto de la ciudadanía, es parte de la cultura y identidad de este territorio y si de alguna forma las autoridades respetaran a las personas, invertirían tiempo y recursos en reforzar la educación y el fomento de la cultura», remató.

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