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«Gracias por la lluvia»: el documental que revela la grieta entre poderosos y pobres frente al cambio climático

En entrevista con El Mostrador, la realizadora noruega Julia Dahr comenta que «quería hacer una película que no fuera sobre un oso polar y un glaciar derritiéndose, sino transmitir el sentimiento de vivir en el frente» del fenómeno. El documental deja en claro que los grandes poderes económicos y políticos mundiales aumentan la grieta entre dos mundos: norte y sur, los culpables y los afectados.


Un documental sobre un agricultor keniano afectado por el cambio climático, que viajó hasta la cumbre mundial de París de 2015 para presentar su reclamo, será exhibido en Chile en el marco del ciclo de DocsBarcelona.

«Gracias por la lluvia», de la realizadora noruega Julia Dahr, cuenta la historia de Kisilu, de las sequías e inundaciones que afectan su comunidad, filmadas por él mismo, y deja en evidencia cómo el fenómeno ha afectado a países en todo el mundo.

«Quería hacer una película que no ‘solo’ fuera sobre un oso polar y un glaciar derritiéndose, sino transmitir el sentimiento de vivir en el frente» del fenómeno, cuenta la directora a El Mostrador.

Al mismo tiempo, tampoco «quisimos hacer una película deprimente, que es todo un desafío cuando uno trabaja en este tema. Por eso nos enfocamos en momentos con calidez y humor. También era importante mostrar soluciones y momentos de inspiración en la cinta».

La película ha ganado varios premios en 2017, como el de Mejor Documental (FICMEC, España), el Premio del Jurado (Another Way Film Festival, España) y el Fethi Kayaalp (BIFED, Turquía).

Se podrá ver desde el 19 hasta el 31 de julio en cines de Santiago, Valparaíso, Quilpué, San Antonio, Coquimbo, Constitución, Valdivia, Puerto Montt y Panguipulli.

Víctimas y victimarios

La película deja en claro que los grandes poderes económicos y políticos mundiales no reman en la misma dirección y, cada vez más, aumenta la grieta entre dos mundos: norte y sur, los culpables y los afectados.

Kisilu Musya, granjero keniano y padre de siete hijos, utilizó durante cuatro años su cámara para capturar la vida de su familia, su pueblo y los efectos devastadores del cambio climático sobre su tierra.

También fue testigo de los costos humanos de estos fenómenos: la migración de los hombres a la ciudad en búsqueda de nuevos empleos o el hecho de que sus propios hijos eran devueltos a casa porque no podía pagar la escuela a causa de la pérdida de los cultivos.

[cita tipo=»destaque»]»Quería contar una historia diferente de África, lejos de la visión victimizante y estereotipada que vemos usualmente en Noruega. Quería hallar un personaje proactivo que los desafiara. Y cuando conocí a Kisilu y escuché sus planes y sueños, y vi todo lo que estaba haciendo en la lucha contra el cambio climático, supe que era la persona correcta». La idea original de filmarlo durante un mes se transformó en una colaboración de cinco años.[/cita]

«La gente que no es responsable del cambio climático, con frecuencia son los más golpeados», lamenta Dahr. «También son los que están más alejados del poder. Para mí, esto es una de las mayores injusticias de la actualidad».

ACNUR alertaba el año 2014 que más de 19 millones de personas de 100 países se vieron obligados a huir de su casa por culpa de desastres naturales agravados por los cambios en los patrones meteorológicos. El pronóstico del futuro no es esperanzador: los llamados “refugiados climáticos” aumentan año tras año.

Organización y lucha

Empujado por la necesidad de sobrevivir, Kisilu empieza a trabajar desde la base de que es necesario construir un movimiento comunitario de agricultores que luchen contra los impactos del clima extremo.

“Durante el resto de sus vidas, tienen que comprometerse a que, antes de morir, dejarán un legado en forma de árboles”, proclama en las reuniones con los agricultores locales. La solución es clara: si se plantan más árboles, las raíces estabilizarán el suelo, las hojas reducirán la evaporación del agua y mejorará la calidad del aire, y las probabilidades de lluvia aumentarán.

Pero los resultados no son inmediatos y después de meses de sequía, cuando una tormenta destruye su casa, Kisilu no se puede quedar de brazos cruzados: tiene que hacer llegar su mensaje a la comunidad internacional.

Desafío al estereotipo

«La película no solo es importante por contar una historia diferente sobre un hombre proactivo y líder en Kenia, sino también por la forma en que está hecha, en colaboración con Kisilu», comenta la directora.

Las filmaciones diarias del campesino «permiten que su punto de vista y sus reflexiones estén en el centro de la película», subraya.

«Su testimonio conforma una sólida narrativa y permiten que nosotros ‘sintamos’ el impacto del cambio climático con él y su familia». No solo eso: el fenómeno además es el «catalizador que pone una presión extra sobre dilemas universales, por ejemplo, ¿cómo ser un buen padre? ¿Qué haces como ser humano si un factor externo, como el cambio climático, está destruyendo todo lo que conoces?».

Además, sus acciones desafían los estereotipos. «Kisilu y su familia no están sentados y esperando ayuda, sino que hacen todo lo que está a su alcance para cambiar las cosas. ¡Y se niegan a rendirse!».

«Quería contar una historia diferente de África, lejos de la visión victimizante y estereotipada que vemos usualmente en Noruega. Quería hallar un personaje proactivo que los desafiara. Y cuando conocí a Kisilu y escuché sus planes y sueños, y vi todo lo que estaba haciendo en la lucha contra el cambio climático, supe que era la persona correcta». La idea original de filmarlo durante un mes se transformó en una colaboración de cinco años.

Cómo actuar en casa

La película además quiere movilizar al espectador a poner su grano de arena para lidiar con este problema.

Si en la comunidad de Kisilu en Kenia «nos hemos enfocados en técnicas de adaptación para ser resilientes frente al clima, en Noruega nos centramos en votar por partidos ambientalistas y para detener la extracción de petróleo», explica la directora.

«Cuando se trata de acciones para el cambio, enviamos un mensaje coherente: todos pueden ayudar. Nos movilizamos y usamos la cinta como herramientas para fortalecer organizaciones locales ya existentes. Hemos trabajado con más de 80 ONG en todo el mundo».

¿Cuál fue el resultado de la visita de Kisilu a París?

«Creo que es mejor escuchar la historia de boca del propio Kisilu en la película y sobre cómo él siente que estuvo allí para ser visto, no escuchado», responde.

«Se enojó con los líderes mundiales por no asumir más responsabilidad y actuar como verdaderos líderes. Al mismo tiempo, Kisilu nunca pierde la esperanza, y cuando vuelve a Kenia sigue trabajando. Después de todo, no hay otra alternativa, y como dice él mismo: ‘Haré todo lo que esté a mi alcance para que (las futuras generaciones) no me culpen'».

 

Proyecciones (gratis)*

19 de julio

Casona Cultural de Panguipulli, Panguipulli, 19:00 horas

 

24 de julio

Cineteca PUCV (Brasil 2830), Valparaíso, 19:00

 

25 de julio

Cineclub U. Austral (campus Isla Teja), Valdivia, 19:00

Sala Subterránea de El Internado (Paseo Dimalow 167, Cerro Alegre), Valparaíso, 19:00

 

26 de julio

Sala K (Condell 1307, Providencia), Santiago, 19:00

Auditorio del Centro de Estudios Avanzados y de Extensión de la PUCV  (Antonio Bellet 314, Providencia), Santiago, 19:00

Centro Cultural de San Antonio (Antofagasta 545), San Antonio, 19:00

Teatro Quilpué (Aníbal Pinto 650), Quilpué, 19:00

 

27 de julio

Teatro Diego Rivera Cine Ambulante (Quillota 116), Puerto Montt, 19:00

 

31 de julio

Teatro Palace (Aldunate 599, Barrio Inglés), Coquimbo, 19:00

Cine Artecon (Banco 1213), Constitución, 20:00

 

*excepto El Internado ($1.000) y Sala K ($3.000)

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