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Varela, el Ponce Lerou del fútbol Dueño de una de las 725 firmas estatales traspasadas por la dictadura al sector privado

Varela, el Ponce Lerou del fútbol

ChileFilms, empresa de su propiedad y que antes fuera estatal, ganó el año pasado 3 mil millones de pesos por hacer posible las transmisiones del Canal del Fútbol. Con la Copa América y el Mundial Sub 17, sumará otros 1.300 millones. Lo curioso es que, como presidente del Comité Organizador de la Copa del Mundo, cae en un evidente conflicto de intereses que a nadie pareciera importarle. A él mismo, mucho menos.


“La corrupción ha llegado a Chile”, dijo Ramiro Mendoza, Contralor General de la República en su discurso de despedida, por cierto ampliamente difundido por los medios. Frase nada de incongruente, considerando los escándalos de Penta, Soquimich y Caval, pero claramente extemporánea y para la galería, porque si el señor Contralor recién se dio cuenta habría que preguntarle en qué país vivió estos últimos años como para que, iluminado cual Saulo por un rayo divino, viera de improviso todo tan claro y decidiera mandarse semejante prédica.

A esa corrupción habría que agregar la codicia, su hija putativa. Porque son los codiciosos los que, por un ansia irrefrenable de tener más y más, no trepidan en meterse por buena parte valores supuestamente intransables y corromper a cualquiera que resulte funcional a sus fines.

En un interesante artículo, como todos los que publica Ciper, se nos cuenta acerca de la vida y milagros de un señor Cristián Varela, que se ha hecho rico aprovechando los resquicios de un sistema social y económico herencia de la dictadura pero que, en lugar de ser demolido desde sus cimientos, fue maquillado y perfeccionado por los sucesivos gobiernos “democráticos” que, una vez, nos prometieron que la alegría llegaría para todos.

¿Qué señala ese artículo? Que ChileFilms ganó, el año pasado, cerca de 3 mil millones de pesos por concepto de transmisión de 287 partidos del fútbol chileno a través del Canal del Fútbol, y que ahora, gracias a la transmisión de la Copa América y el Mundial Juvenil fijado para octubre, la empresa que en algún momento fue estatal, y por lo mismo perteneciente a todos los chilenos, facturará otros mil trescientos millones de pesos por facilitar el soporte técnico que lleve a las pantallas de todo el país ambos mega eventos.

Cristián Varela, que además de socio en la propiedad de ChileFilms forma parte del directorio de la ANFP a cargo de la Copa América, del Comité Organizador de la Copa del Mundo Sub 17 y del Comité de Finanzas de la Confederación Sudamericana de Fútbol, obtendrá pingües ganancias sin que a nadie, menos por cierto a él mismo, le llame la más mínima atención este claro caso de lo que se denomina elegantemente “conflicto de intereses” y que en la jerga popular no sería más que un vulgar “agarra Aguirre”.

ChileFilms fue una de las 725 empresas estatales traspasadas por la dictadura al sector privado y que (tan malo no debe haber sido el negocio) fueron adquiridas a precio de huevo en la mayoría de los casos por sus propios interventores, ansiosos de “dar trabajo” y contribuir con el país. ¿Les suena Soquimich? Sí, la misma empresa que hizo millonario a Julio Ponce Lerou, yerno del dictador, y que ahora está en el ojo del huracán en Chile y en Estados Unidos porque, mediante la emisión de facturas y boletas falsas por servicios que jamás se prestaron, contribuyó desinteresadamente a financiar las campañas de políticos también ansiosos de sacrificarse por sus cándidos electores.

Cristián Varela no tiene militancia conocida, aunque quedó claro en 1977 de qué lado estaba su corazoncito cuando subió al cerro de Chacarillas portando una antorcha para ser, al igual que otros próceres, como el “Pollo” Fuentes, Antonio Vodanovic, Hans Gildemeister, Claudio Sánchez, Julio López, más políticos como Juan Antonio Coloma, Carlos Bombal y Joaquín Lavín, entre otros, participante entusiasta de uno de los actos cumbres del dictador, enmarcado en un insoportable tufillo hitleriano. Y, al igual que el “yernísimo”, que vio en la explotación del litio la fuente de su futuro bienestar, Cristián Varela vio en el fútbol la fuente de toda su dicha futura.

Astuto, vivaracho como todo emprendedor que se precie, Varela supo desde temprano que ser dirigente de Colo Colo podía representar algo bueno. Primero estuvo con Eduardo Menichetti, pero luego dejó sus diferencias de lado para integrar también el directorio de Peter Dragicevic. No se quedó en eso: fue un entusiasta partidario de la artificial quiebra alba y no tuvo cuestionamientos de ninguna especie para formar parte del directorio del club y, al mismo tiempo, aplaudir a rabiar a Blanco y Negro.

Ciper, en el mismo artículo a que hacemos mención, consigna una frase del actual presidente del Club Social y Deportivo Colo Colo, Fernando Monsalve, quien sobre Varela señala: “Cristián Varela representa por sí mismo el conflicto de intereses propiamente tal”.

¿De qué otra manera podría ser calificado alguien que, a la cabeza del Club Social y Deportivo Colo Colo, hizo todo lo posible por disminuir la masa societaria hasta su más mínima expresión, sabiendo que ese era el escenario más conveniente para la concesionaria Blanco y Negro?

Varela, con información privilegiada y a sabiendas de que el gran negocio del fútbol no estaba en las recaudaciones, sino en los derechos de televisión, no podía sino estar a favor de la implantación del sistema de Sociedades Anónimas. Sistema que no hubiera sido posible sin quebrar primero a Colo Colo y luego a Universidad de Chile, clubes que siempre se opusieron a que la ANFP dispusiera de sus derechos de imagen para la transmisión de partidos.

Los grandes grupos económicos, que ya se habían apoderado de la previsión, de la salud y de la educación, en su voracidad insaciable pusieron los ojos en el fútbol. Lo paradojal (aunque a estas alturas ya no resulta tanto) fue que lo consiguieron bajo un gobierno de un “socialista”: Ricardo Lagos Escobar. Un Presidente que, curiosamente, dejó La Moneda entre la más absoluta indiferencia del pueblo y el llanto desconsolado de los empingorotados señores de los gremios empresariales.

Nunca está de más recordarlo: la quiebra de Colo Colo se decretó por una deuda que, pagada, dejaba de tener efecto. Dragicevic canceló al día siguiente dicha deuda, pero la quiebra se mantuvo en pie. Con Universidad de Chile ocurrió algo parecido, sólo que para que la maquinaria ya en marcha siguiera funcionando, el Servicio de Impuestos Internos decidió desconocer el DFL 1 del año 1970, que señalaba taxativamente, y sin dejar lugar a dudas, que las primas y premios de los jugadores de fútbol no estaban afectos a impuestos de ningún tipo. Decreto que, obviamente, buscaba compensar la carrera del futbolista profesional, bastante breve respecto de otras.

El resultado fue que los clubes –todos- se hicieron de la noche a la mañana de una deuda tan gigantesca como impagable. A esa gigantesca deuda los que más aportaban eran, por cierto, Colo Colo y la “U”, que para tener planteles competitivos pagaban suculentas primas a los jugadores recién contratados y atractivos premios por partido ganado.

La solución propuesta terminó de dejar en claro para dónde iba la cosa: aquellos clubes que se convirtieran en S.A. podrían pagar esa deuda sin intereses ni multas y en cómodas cuotas mensuales. Los que no, debían pagar de inmediato.

Despejado el camino, había que ir por el botín mayor del fútbol: los derechos por transmitirlo a través de la televisión. Entonces, en tiempos de Reinaldo Sánchez como presidente del fútbol nacional, se creó el Canal del Fútbol. Un canal que pertenece en un 80% a la ANFP y en un 20% a Jorge Claro, aunque se sostiene que Claro sólo posee el 10% de la propiedad  y que el restante 10% sigue en el más absoluto de los misterios. Como sea, y en otra situación incomprensible, ese 20% manda más que el 80% perteneciente al fútbol.

Y es aquí donde, a través de Chile Films, entra a tallar Cristián Varela. Porque el Canal del Fútbol, que paga sueldos miserables, tampoco tiene el soporte técnico para transmitir los ocho partidos que semana a semana se programan. La tarea, entonces, queda a cargo de ChileFilms, que según el mismo artículo de Ciper cobra 10 millones de pesos por partido televisado en Santiago y sus alrededores, y una suma sustancialmente mayor cuando este se emite desde provincias.

Sin duda, la tajada del león, porque los trabajadores que se utilizan para cada evento (técnicos y profesionales), según el mismo Ciper sólo reciben entre 30 y 40 mil pesos por partido, careciendo además de todo vínculo contractual con la empresa para la cual prestan sus servicios.

Eso cuando se trata de partidos de “entrecasa”. Porque los costos subirán sustancialmente cuando ChileFilms transmita los partidos de la Copa América y del Mundial Sub 17: según Ciper, la tarifa será de 40 mil dólares por cada partido jugado en Santiago, es decir, algo así como 25 millones, costo que naturalmente sube si el partido se lleva a cabo a más de 150 kilómetros de la Plaza de Armas, el denominado “punto 0”. Pura coincidencia: el Comité Organizador Local (COL) del Mundial, presidido por Varela, impuso que el torneo se juegue en ocho sedes, contrariando los consejos de la FIFA, de que se lleve a cabo en un máximo de seis. En otras palabras, la mayoría de los partidos tendrán un sustancial recargo en los dineros que espera recaudar ChileFilms.

Consultado por Ciper, Varela respondió por escrito que no está seguro de que su empresa prestará servicios para las transmisiones por TV de ambos eventos, respuesta increíblemente vaga y evasiva si se considera que TVN, Canal 13 y Mega, que compraron los derechos, carecen de equipos con los estándares técnicos que exige la FIFA para esta clase de compromisos.

Ciper agrega que, dada la realidad, la única duda que aún  resta por dilucidar es cuántos de los 78 partidos que suman ambos torneos (26 de Copa América y 52 del Mundial Juvenil) serán producidos por ChileFilms. Porque para dar origen a la señal de cada torneo se requieren al menos cuatro camiones equipados con tecnología HD y capacidad para entre 12 y 16 cámaras y ChileFilms sólo tiene tres. El restante sería aportado por la empresa argentina Torneos y Competencias (TyC).

El portal de periodismo investigativo, que dirige la periodista Mónica González, concluye que ChileFilms está en condiciones de transmitir 55 encuentros, los que le reportarían una ganancia nada de despreciable de 1.300 millones de pesos. El 95% de los partidos se transmitirán desde provincias, con el correspondiente recargo.

Fernando Monsalve, actual presidente del Club Social y Deportivo Colo Colo, por cierto no es de aquellos que de Varela tiene una buena opinión. Tras recordar que abandonó el directorio de Blanco y Negro, pero siguió ejerciendo como presidente del club hasta 2013, cuando lo removió la masa societaria alba que llegó a sumar más de 38 mil socios hartos de que la concesionaria hiciera y deshiciera, sobre la cara visible de ChileFilms señala:

“Los hechos demuestran que siempre ha estado de lado de quien mantiene el poder y se ha acomodado con el propósito claro de tener réditos económicos al alero del fútbol”.

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