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El genio chileno del MIT que le resulta más fácil trabajar con otros países que con Chile

El genio chileno del MIT que le resulta más fácil trabajar con otros países que con Chile

En entrevista con revista Capital, César Hidalgo repasa los problemas y las malas costumbres que tiene el país para despegar no tan solo en innovación sino también en su desarrollo económico. Además, es lapidario con los empresarios: “En Chile tenemos empresarios como Warren Buffett que se han enriquecido a través de actividades financieras o extractivas, pero no veo en la elite económica chilena gente como Steve Jobs o Elon Musk, tipos que están tratando de construir cosas que no existen”.


El cliché nos persigue como país. Nadie es profeta en su tierra. Y menos en Chile.

César Hidalgo, que fue elegido hace poco por la revista Wired UK como una de las 50 personas que podrían llegar a cambiar el mundo , concedió una entrevista a Revista Capital con su radiografía a Chile. Y el diagnóstico es bastante malo.

El físico, que dirige el grupo Macro Connections en el Media Lab del MIT (Massachusetts Institute of Technology), y que hace poco lanzó su libro Why information grows, vuelve a dar muestras de sus potentes conocimientos en economía, al demostrar que el crecimiento de los países tiene mucho más que ver con la información que generan y las redes con las que operan que con los números en bruto.

En ese sentido, Hidalgo da un ejemplo: “Las economías más sofisticadas como Suecia o Japón son notebooks sofisticados, capaces de generar productos únicos, de transformar la imaginación de su gente en realidad. Las menos sofisticadas –como los países africanos o latinoamericanos– son aparatos más viejos, con una memoria RAM mucho más lenta, que los limita en su capacidad de producir crecimiento económico”.

El físico de la Universidad Católica acota que en Chile lo más preocupante es “la dependencia en las materias primas. Lo otro preocupante son los bajos niveles de confianza, que limitan la capacidad que tienen las personas de formas redes que les ayuden a acumular el conocimiento productivo necesario para hacer cosas”.

En contraste, cree que lo positivo son los “innovadores chilenos, que son muchos más de los que uno se entera por la prensa, porque se mueven en un ambiente más underground. El problema es que Chile tiene un sistema en el que hay pocas maneras de obtener sus ingresos”.

Ante este escenario, grafica la paradoja chilena: “Cuando hablo con gente en Chile que me dice ‘ok, hagamos algo al respecto para cambiarlo’ ”, y lo siguiente que me dicen es “bueno, hablemos con las mineras y hagamos algo con un énfasis en esa área”. ¡Eso es no entender nada! Como país, perdemos oportunidades de probar proyectos o ideas que están en partes distantes en el espacio-producto, por tratar de desarrollarlas en un contexto social demasiado ligado a la minería como única fuente de ingresos sustantiva”.

Cree además que la visión cortoplacista de Chile, sobre todo en el ámbito empresarial, también afecta al desarrollo del país. “En Chile tenemos empresarios como Warren Buffett que se han enriquecido a través de actividades financieras o extractivas, pero no veo en la elite económica chilena gente como Steve Jobs o Elon Musk, tipos que están tratando de construir cosas que no existen, en un contexto de un impacto global. El tipo con visión no quiere ser el muerto más rico del cementerio, sino que quiere pasar a la historia por haber hecho algo que es trascendente. Nadie se acuerda de la persona más rica del siglo XVI o XVII, pero sí te acuerdas de Shakespeare, Newton, James Watts o Gutenberg”.

Malos hábitos

Hidalgo, que vendrá a Chile la próxima semana para presentar su libro, ahonda en el problema de la innovación en el país, con un caso que más bien habla de las costumbres que ya nos identifican como país.

El profesor del MIT revela que “en Brasil desarrollamos un set de tecnología con datos de las exportaciones, empleos, industria, educación para cada municipio de Brasil. Me gustaría hacer algo similar en Chile, pero me ha costado encontrar gente que quiera liderar el proyecto”.

Sin embargo, el problema va más allá. Reconoce que “cuando en Brasil les dije ‘vamos a desarrollar una herramienta que nadie más en el mundo tiene y vamos a ser líderes’, a los brasileños les pareció una buena idea. En Chile te dicen ‘¿por qué no la haces en otro lado primero y si funciona la hacemos acá?’”.

Agrega que incluso ha estado tratando de trabajar con el Gobierno de Bachelet, “pero es súper difícil que contesten los emails. Al final me aburrí porque me sale más fácil trabajar con otros países que con Chile”.

También profundiza en las cifras que ubican a Chile como un país mediocre en innovación: “En Chile, lo que se invierte en I+D es un 0,4% del PIB, en un país desarrollado esa cifra está sobre el 2%”. En ese sentido, apunta a que el problema hay que abordarlo no tan solo desde los recursos, sino que como un todo, ya que la educación también es clave.

“La pregunta clave es si es que en Chile nos gastáramos el 2% del PIB en ciencia y tecnología, ¿hay suficientes investigadores que estén haciendo cosas importantes para gastarse esa plata?”, sentencia.

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