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Saieh muere en su ley: CorpBanca juega al límite en la previa al cambio de controlador También decidió no provisionar la histórica multa por los créditos a las cascadas

Saieh muere en su ley: CorpBanca juega al límite en la previa al cambio de controlador

Héctor Cárcamo
Por : Héctor Cárcamo Periodista El Mostrador Mercados
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Su indicador de Basilea bajó de 10% en junio del año pasado. Estar por debajo de ese indicador debería impedirle manejos holgados de liquidez, podría afectar la inversión de las AFP e implicar un llamado de atención de la Sbif. Nada de eso ha ocurrido. Que suceda en uno de los periodos más volátiles para los mercados financieros desde la crisis subprime tampoco parece ser tema. Mientras los pocos que responden culpan al banco, desde la firma aseguran que sus actos son validados por el regulador. En marzo inician la fusión con Itaú. Todos aprietan los dientes.


Desde el Gobierno de Ricardo Lagos que se acuñó en Chile la frase aquella de que “las instituciones funcionan”. Pero en el Chile de 2016, a un paso del desarrollado estadístico, casos como el de CorpBanca –del empresario Álvaro Saieh– siguen mostrando que los dichos del ex gobernante pueden ser solo palabras o buenas intenciones.

El 26 de junio de 2015, la junta extraordinaria de accionistas de CorpBanca aprobó la fusión de la entidad con Itaú Chile y con ello confirmó el humo blanco tras duras disputas en privado entre los controladores de ambas instituciones financieras.

Sin embargo, como parte del acuerdo con los brasileños, ese mismo día se aprobaba la distribución de US$ 400 millones, correspondientes a utilidades retenidas en 2014 y en años anteriores.

Nadie parece haber puesto atención en que dicho retiro no sería inocuo para CorpBanca. O todos lo sabían y optaron por mirar hacia el lado a la espera de que Saieh deje el control y la cultura corporativa más conservadora de Itaú tome las riendas de CorpBanca en mayo de este año.

El 8 de agosto de 2015, la Superintendencia de Bancos e Instituciones Financieras (Sbif) publicó el informe de adecuación de capital, donde se informa el indicador equivalente a Basilea I, que mide la relación del patrimonio efectivo de un banco respecto de sus activos ponderados por riesgo. Este indicador es clave para tener una visión deL nivel de solvencia de un banco para enfrentar distintos riesgos propios de su negocio, en particular de crédito, de mercado y operacional.

CorpBanca marcaba a mayo pasado 12,01%, casi exactamente en el promedio del sistema. Pero a junio, dicho índice bajó drásticamente a 9,71% y luego con pequeños vaivenes se ha mantenido en niveles similares pero siempre bajo 10%.

La exigencia legal es de 8%, pero ningún banco se ubica bajo 10%, debido a que es parte de las prácticas del sector tener un comportamiento prudencial que permita enfrentar escenarios sorpresivos que cambien las condiciones del negocio. De hecho, el futuro socio de CorpBanca, Itaú, mantiene estables niveles de Basilea de 12%.

La caída en el indicador del banco de Saieh debió traer consecuencias desde el regulador, pero esto no ocurrió. Tampoco parece haber sido un tema grave para el Banco Central, de cuyo Consejo emanan las normas con que la Sbif fiscaliza, aunque la entidad que preside Rodrigo Vergara dejó un pequeño pie de página para la historia.

Sin embargo, hasta hoy CorpBanca sigue saliéndose de la fila y a nadie parece preocuparle. El único costo que ha pagado el banco de Saieh –además de los constantes murmullos en su sector por lo temerario de su gestión– es un alza en el precio que paga por financiarse, impactando con ello sus márgenes y finalmente su utilidad. Según altos ejecutivos de la banca local, en los últimos dos meses CorpBanca está pagando un costo de fondeo de hasta cinco puntos base más que los referentes Banco Santander y Banco de Chile.

Si los líderes pagan en promedio niveles de 0,39% mensual por depósitos a plazo, CorpBanca concede 0,44% por los mismos instrumentos. Eventualmente, la situación afecta los plazos y volúmenes a los que algunos inversionistas están dispuestos a depositar en sus arcas, pero en el mercado indican que los segundos no han cambiado y en cuanto a los plazos, no es novedad que se apueste por periodos más cortos, dada la incertidumbre de lo que ocurrirá con las tasas de interés del BC.

La conducta de CorpBanca no es casual. “Siempre juega en el margen”, dice un gerente de un banco que pide confidencial. Coinciden con él un ex regulador del sector y un analista senior de una clasificadora de riesgo, que no comprenden cómo ni las clasificadoras de riesgo ni el regulador intervienen para poner límites a la osadía de Saieh.

Lo que está de fondo, coinciden más de siete altas fuentes del sector consultadas en este sentido, es que Saieh dejará el control del banco en mayo próximo y, con ello, la gestión del banco cambiará de manos –por ende, su cultura corporativa, los riesgos que asume y el nivel de capitalización que presenta– y el patrimonio respecto de los activos moverá drásticamente su ecuación.

Por eso nadie cuestiona. Restan pocas semanas para que Itaú asuma el control y, mientras tanto, desde junio hasta ahora, se cruzan los dedos para que la banca navegue en calma y CorpBanca llegue a puerto sin novedades.

Lo que sí es preocupante es que el periodo en que el banco se ha mantenido con un indicador bajo 10% coincide con uno de los tiempos más volátiles para los mercados financieros desde la crisis subprime.

Un privilegiado

Basilea I es un factor detonante de algunas ventajas para operar que tienen los bancos más capitalizados. Uno de ellos es el referido al manejo de sus niveles de liquidez, el dinero que deben tener disponible para enfrentar el pago de sus pasivos, entre los cuales están los depósitos a plazo que cada persona o instituciones –incluyendo aseguradoras y AFP– invierte en los bancos para obtener una rentabilidad que, aunque acotada, tiene mayor certidumbre que en otros instrumentos.

Cada trimestre un banco local debe publicar en su sitio web el estado de situación individual de liquidez. En él, debe presentar una proyección exacta del nivel de ingresos y egresos que tendrá en los siguientes 90 días, con al menos dos puntos intermedios de 7 y 30 días.

La norma que los regula viene del Banco Central y establece explícitamente que las entidades que cumplan con ciertos requisitos podrán tener un descalce (negativo) entre ingresos y egresos, lo cual les da mayor flexibilidad a dichos bancos para manejar su liquidez. A eso se le llama “base ajustada”.

Todos los días los bancos reciben y pagan dinero. Los ingresos vienen principalmente de los intereses, comisiones o pagos de créditos; los egresos corresponden a los recursos que deben tener disponibles para pagar los compromisos financieros adquiridos, entre ellos, bonos, líneas de crédito y, particularmente, depósitos a plazo.

Si un día un banco no tiene dinero para pagar dichos pasivos, se considera que están en una situación de quiebra por liquidez, pues los ingresos no alcanzaron para cubrir compromisos financieros.

Sin este privilegio, se usa el modelo en base contractual, donde los bancos deben manejar niveles de liquidez superiores y, por ende, enfrentan mayor rigidez para responder a los pasivos por vencer. De hecho, el privilegio del descalce ajustado lo tienen solo los bancos más grandes, como el Chile, Santander y Bci.

Pues bien, la misma normativa del BC indica que solo podrán acceder al modelo de descalce en base ajustada los bancos clasificados por la Sbif en nivel A de solvencia y previamente autorizados por dicho fiscalizador.

Ocurre que, según la propia recopilación de normas de la Sbif, solamente obtendrán clasificación A las entidades cuyo Basilea I (patrimonio efectivo sobre activos ponderados por riesgo) se ubique en 10% o más. Si está bajo ese nivel y sobre 8% (el mínimo legal), la nota es B. También influye en la clasificación la evaluación de gestión que haga la Sbif, en forma privada  confidencial, pero la exigencia de 10% para ser A es excluyente.

Desde el BC no quisieron comentar mayormente el tema, advirtiendo que no se refiere a casos particulares y que la que debe aplicar sus normas es la Sbif, entidad que está en constante intercambio de antecedentes con el BC.

Pero en su último Informe Estabilidad Financiera del segundo semestre de 2015 dejó una advertencia. Además de comentar la menor rentabilidad sobre patrimonio y activos de la banca, también hizo alusión a que el índice de adecuación de capital (IAC) –Basilea I– “ha disminuido progresivamente en los últimos cuatro años desde 14% a menos de 13% en septiembre de 2015 por un menor crecimiento en el patrimonio efectivo para los bancos medianos…”.

En el pie de página bajo ese párrafo, en letras pequeñas agrega: “Se observó una marcada caída en junio pasado por una situación puntual”. La situación “puntual” a la que alude el BC fue el desplome del Basilea de CorpBanca luego que distribuyó el millonario dividendo.

Un banco con historia

No solo tiene consecuencias a nivel de la planificación de sus egresos e ingresos, sino también a ojos de algunos inversionistas, en particular, los que manejan los fondos de pensiones, las AFP. Aunque no es norma escrita, es conocida en el mercado la práctica de las AFP de no invertir en un banco que tenga Basilea inferior a 10%. La prudencia en el manejo de los fondos, afirman fuentes del sector, ha instalado como “buena costumbre”: alejar los dineros de todos de bancos muy osados.

Pero en este caso, las AFP cambiaron su conducta respecto de lo que hicieron hace dos años, cuando el mal historial de Saieh, nuevamente, les pegó fuerte a la reputación y los números del banco. En junio de 2013, revelamos las triangulaciones del empresario desde su banco a SMU, aportando en 2010 créditos a través de un fondo creado por Celfin Capital (hoy BTG Pactual), que tenía como único objetivo aportar US$ 150 millones a un aumento de capital de la firma supermercadista de Saieh.

En los meses siguientes, CorpBanca vivió una escalofriante etapa. Altas fuentes de distintos bancos y algunos que estaban en posiciones de Gobierno, han revelado confidencialmente a este medio que el banco de Saieh estuvo durante un día literalmente “quebrado” desde el punto de vista de su liquidez. Es decir, no le alcanzaban los recursos para hacer frente a sus pasivos.

Lo que ocurría al banco es que las AFP estaban sacando con fuerza sus platas del banco, en particular los depósitos a plazo. Un artículo de DF, de diciembre de 2013, revela una cita del gerente general del banco con su plana ejecutiva en el hotel Hyatt, de Saieh.

En su presentación, Massú reconoció que el ruido generado por SMU afectó de tal forma al banco que la Superintendencia de Pensiones envió un oficio a las AFP pidiéndoles informar el nivel de inversión que tenían en una lista de empresas que incluía al banco y un comentario: “Indíqueme qué acciones van a tomar para proteger a sus afiliados”.

Massú reveló entonces que casi el 40% de los pasivos de banco aportados por institucionales, entre ellos las AFP, no se habían renovado entre julio y septiembre de ese año, lo que les generó “una situación de liquidez”.

Autorregulación versus Fiscalización

Pero Saieh parece que no aprendió la lección. Cuando en junio de 2015 se aprobó la distribución de dividendos por US$ 400 millones, acordada con Ricardo Marino, de Itaú, sabían que impactaría su Basilea. La Superintendencia también lo sabía y ese es el argumento que dan fuentes cercanas al banco para desconocer responsabilidad en lo que ha ocurrido desde entonces.

“Hasta que la Sbif no diga lo contrario no se puede pasar de un modelo en base ajustada a uno contractual. Estamos obligados. Vino la fusión, el pago de dividendos, bajó Basilea y se debe continuar con la medición, salvo que la Sbif ordene el cambio”, afirman.

En efecto, en el numeral 8.10 de la norma del Central se indican, respecto de la medición y control de la posición de liquidez mediante descalces ajustados, los límites para ello en función del capital básico de cada entidad.
Y a renglón seguido, advierte el BC, que “una vez iniciada la aplicación de dichos límites en base a descalces de plazos ajustados, la institución financiera no podrá dejar de hacerlo sin autorización previa de la Superintendencia”.

Desde la Sbif no quisieron hacer comentarios, aduciendo que se trata de “detalles propios de la supervisión” que realizan. La prudencia de la entidad que dirige Eric Parrado, radica en el rol preventivo con que realiza su fiscalización y su compromiso con la estabilidad del sistema financiero.

Lo mismo ocurrió cuando la lideraba Raphael Bergoeing en 2013 y evitó públicamente reconocer que el crédito de CorpBanca a Sinergia tenía como destinatario real a SMU y que, por ende, debía ser considerado como relacionado, con lo cual habría superado los límites de préstamos relacionados.

En noviembre de ese año, la Superintendencia publicaba una circular que especificaba aún más los criterios para considerar un crédito como relacionado. Esa medida, y la ‘sugerencia’ a CorpBanca de que vendiera parte de su cartera a otro banco –finalmente fue el Chile– fueron parte del accionar “prudencial” que acostumbra la Sbif.

De paso, el tema –analizado en el  Comité de Estabilidad Financiera de la época en que gobernaba Sebastián Piñera– se terminó de zanjar ese año con cuantiosos depósitos a plazo y financiamiento de BancoEstado a CorpBanca y un compromiso a cambio que nunca se ha confirmado en forma oficial: Saieh debía dejar la propiedad, lo que cumplió a fines de noviembre, cuando anunció el proceso de venta o asociación donde competían cinco bancos, entre ellos, Itaú.

Esta vez, la Sbif ha mantenido la prudencia, pero con la evidencia fáctica de que Saieh cederá el control de banco definitivamente a más tardar el 2 de mayo venidero, aunque el proceso de fusión comenzará a aplicarse en marzo próximo.

De hecho, una de las primeras medidas que se tomarán como parte de ello es la inyección de US$ 650 millones por parte de Itaú, aunque la cifra será inferior debido al reparto de dividendos. El capital que ingrese Itaú irá directo al capital básico del nuevo CorpBanca (que pasará a llamarse Itaú) y con ello engrosará nuevamente el Basilea.

Finalmente, la razón de patrimonio/activos ponderados por riesgo de Itaú (12%) permitirá elevar el promedio de CorpBanca.

Según indicó el propio Massú en la junta de junio de año pasado, en que se aprobó la fusión, el Basilea llegará a 16%, cuando se fusionen e ingresen los recursos frescos de los brasileños.

Este promisorio escenario es el que ha llevado a que nadie en el mercado se espante con el desacople patrimonial de CorpBanca respecto del mercado. De hecho, ninguna de las dos clasificadoras de riesgo contratadas por el banco –Feller Rate y Humphreys– han modificado sus notas de solvencia a la entidad.

Desde Feller nos remitieron a los informes de clasificación. El último documento emitido por dicha entidad –multada por la Superintendencia de Valores y Seguros por su rol en el caso La Polar– fue el 8 de junio pasado, casi tres semanas antes de que los accionistas de CorpBanca aprobaran la fusión con Itaú (acordada en directorio el 2 de junio de ese año) y con ello la repartición de dividendos, y no hacía referencia al impacto en el Basilea.

Desde Humphreys, fuentes bien informadas explicaron su inmovilismo frente a la evolución del ratio de CorpBanca. “Para nosotros hoy no es un elemento preocupante porque creemos que lo más relevante es tener conocimiento de cómo queda el balance una vez provocada la fusión. Me da la impresión que es más deseable que esté más arriba el Basilea. Pero por lo que uno no se puede guiar es por un valor puntual”, indicó la fuente.

Sin embargo, de manera confidencial fuentes bien informadas indican que de ninguna forma el regulador debe estar tranquilo.

En ese sentido, recuerdan que en 2015 la Sbif aplicó dos multas a CorpBanca, la primera por UF 1.000 a mediados de año y la segunda, la más alta de la historia, a fines de diciembre, por violar sistemáticamente (2011, 2013 y 2015) los límites de concentración de créditos en un solo deudor, como es el grupo Cascadas. Hoy dicha causa está en tribunales y si bien CorpBanca ya apeló la sanción y aseguró que no provisionará en sus resultados los US$ 30 millones de la multa, las fuentes afirman que resulta inviable que no los incluyera en sus resultados 2015 y que eso debiera ser advertido por el auditor del banco.

De hecho, la insistencia por no provisionar la multa también es considerada, entre varios actores del mercado, como una evidencia de que el banco estaba al límite. En efecto, si hubiera provisionado el dinero (equivalente al 11% de las ganancias del año), el banco tendría US$ 15 millones menos para repartir (considerando que el acuerdo con Itaú incluye el reparto del 50% de las ganancias de 2015), lo que habría afectado aún más el Basilea.

Sin embargo, desde el banco señalan que la cifra es inocua para el tamaño de las ganancias del banco.

El rol de la Sbif surge en el debate. Los críticos creen que Parrado solo está a la espera de que se realice la fusión. Otras fuentes del sector, bien informadas, creen que el escenario de fusión es tan real que es comprensible la no intervención del fiscalizador, pues un eventual rechazo a la repartición de dividendos habría detonado el fracaso del acuerdo con los brasileños cuando quedaban pocos días (en junio de 2015) para las juntas que debían aprobar el deal.

Lo cierto es que en el mercado advierten que son necesarias más facultades para el fiscalizador. El propio informe de la comisión designada por el Ministerio de Hacienda para hacer recomendaciones a la Nueva Ley General de Bancos, que preside Raphael Bergoeing, hace el punto sin vacilaciones.

En sus propuestas relativas a requerimientos de capital, señala la necesidad de facultar a la Sbif “para que requiera de bancos específicos niveles de capital mayores a los mínimos regulatorios en relación a su modelo de negocios. Esta facultad, que corresponde a uno de los componentes del Pilar 2 de los principios de Basilea, le permitiría a la Sbif requerir capital para resguardar riesgos adicionales a los establecidos en el Pilar 1, o modelos de negocio que impliquen riesgos mayores a los considerados en dicho pilar”.

Esta ausencia de facultades –indican las fuentes consultadas– habría permitido a Parrado ordenar a CorpBanca la inyección de capital, pero frente a la ausencia de esas atribuciones –agregan las fuentes–, el accionar de la Sbif se redujo a sugerencias que no necesariamente serían consideradas por el banco.

La imagen de CorpBanca ya se había malogrado con el affaire La Araucana. En medio del impacto  generado por la intervención de la caja de compensación, el banco de Saieh retiró casi US$ 12 millones que la caja tenía disponibles y se los cobró sin esperar que todos los bancos acreedores iniciaran un proceso ordenado y en conjunto. La “pillería” de CorpBanca fue sancionada por Banco de Chile, que le cortó las líneas en señal de rechazo.

Pese a la caída del Basilea y a su experiencia pasada con CorpBanca, los institucionales esta vez no le cortaron la llave a Saieh. Si a mayo de 2015 las AFP tenían $ 895 mil millones en acciones, bonos y depósitos a plazos, a diciembre pasado la cifra se encumbró a $ 967 mil millones. Aún más, los depósitos a plazo en dicha entidad representaron un 0,25 de los fondos a mayo y al último mes del año el indicador pasaba el 0,43%.

Un alto ejecutivo de una AFP dijo a este medio que si la fusión viene en abril, no tiene sentido vender posiciones ahora sabiendo que los índices de CorpBanca mejorarán. “Si quieren vendemos posiciones acá y seguimos ampliando afuera, pero después nos van a sacar una normativa que obligue a invertir más en Chile. Y los activos para invertir en el país no son muchos”, afirma.

Consultada sobre el tema, la Superintendencia de Pensiones –ajetreada aun por la salida de Tamara Agnic debido al caso Cuprum-Argentum y la reciente asunción interina de Osvaldo Macías– evitó abordar el fondo de la consulta respecto de las prácticas de las AFP. Solo advirtió que la normativa no pone restricciones para invertir con un indicador bajo 10% y recordó los límites que existen por emisor y administradora, entre otros.

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