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Sustentabilidad en la minería: lecciones de Noruega Opinión

Sustentabilidad en la minería: lecciones de Noruega

Helios Murialdo Laport
Por : Helios Murialdo Laport Ph. D. Profesor emérito de Genética Molecular, Universidad de Toronto, Canadá. Miembro del Directorio de la Fundación Ciencia para la Vida, Presidente de la Corporación Altos de Cantillana.
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«A partir del año 1990, Noruega invierte el 100% de los royalties e impuestos que obtiene de la explotación petrolífera en el Mar del Norte en diversos instrumentos financieros. A fines del 2015, había acumulado un capital cercano a 900.000 millones de dólares (casi un billón español o un trillón inglés). Esto representa el 1,3% de las acciones y bonos de todo mundo. Este capital está invertido en 9.000 empresas en 75 países del orbe. El reglamento que rige este fondo, permite al Estado noruego retirar hasta 4% del dinero acumulado cada año, que equivale, grosso modo, al rendimiento del fondo (…). Esto le ha permitido al Estado noruego, en estos años en que el precio del petróleo se ha mantenido relativamente bajo, complementar sus entradas provenientes de impuestos con dividendos que provienen de los capitales invertidos».


Aunque de buenas a primeras parece imposible que exista sustentabilidad en una extracción minera, Noruega diseñó un sistema que, en cierta medida, lo logra. Aquí se describe, sucintamente la estrategia utilizada, y la que se propone debiera ser emulada. Antes, algunas aclaraciones.

Capital natural

Capital natural es el conjunto de recursos que provee el planeta, incluyendo minerales, plantas y animales. Los recursos pueden ser renovables (o sustentables) o insustituibles (o extinguibles). Entre los primeros están, por ejemplo, los bosques y, en general, los vegetales y animales. También existen recursos renovables físicos, como por ejemplo el agua de los ríos, la energía radiante proveniente del sol, el viento, la nieve, etc.

Sin embargo, para que un recurso sea renovable, debe utilizarse sabiamente. Por cada árbol que se tale se debe plantar uno o más para reemplazarlo. La cuota de pesca debe ser inocua, sin afectar la capacidad de regeneración de la especie. Si no se toman estas precauciones, los recursos pasan a ser extinguibles y las consecuencias son letales para la especie y funestas para la sociedad. La definición formal de sustentabilidad dice: sustentabilidad (o sostenibilidad), en términos de objetivos, significa satisfacer las necesidades de las generaciones actuales, pero sin afectar la capacidad de que las futuras generaciones puedan satisfacer las suyas.

Sustentabilidad en la minería

Para abordar esto, recurriré a una analogía: el caso de una familia de mueblistas en la que, al fallecer el padre, el hijo hereda las máquinas y herramientas necesarias para la manufactura de muebles y, además, una bodega repleta de madera. Supongamos que el hijo continúa fabricando y vendiendo muebles, pero, a diferencia de su progenitor, no se preocupa de reemplazar la madera que utiliza. Obviamente, es cuestión de tiempo para que se quede sin capital fungible. Por falta de experiencia el hijo transformó al recurso madera en uno extinguible. Es exactamente lo que pasa con la actividad minera. A la postre, la explotación de una mina termina cuando se produce la descapitalización total del subsuelo. La minería es un caso específico de utilización de un recurso extinguible.

Pero supongamos que el hijo del mueblista no solo aprendió confección de muebles sino que además aprendió a administrar el negocio cabalmente. Por lo tanto, apartando parte de las ganancias adquiere continuamente madera para reemplazar la que utiliza de la barraca. Estamos aquí frente a un sistema sustentable. En minería esto no se puede hacer. No en forma directa. Pero sí se puede reemplazar el capital por otro de igual valor, aunque sea de naturaleza diferente. Es lo que ha hecho Noruega.

El caso noruego

A partir del año 1990, Noruega invierte el 100% de los royalties e impuestos que obtiene de la explotación petrolífera en el Mar del Norte en diversos instrumentos financieros. A fines del 2015 había acumulado un capital cercano a 900.000 millones de dólares (casi un billón español o un trillón inglés). Esto representa el 1,3% de las acciones y bonos de todo mundo. Este capital está invertido en 9.000 empresas en 75 países del orbe. El reglamento que rige este fondo, permite al Estado noruego retirar hasta 4% del dinero acumulado cada año, que equivale, grosso modo, al rendimiento del fondo (dividendos e intereses).

En resumen, Noruega ha estado reemplazando el petróleo que extrae del subsuelo por acciones de empresas consolidadas y de probada reputación internacional. Y es lo que deberían hacer todos los países con la explotación minera. Esto le ha permitido al Estado noruego, en estos años en que el precio del petróleo se ha mantenido relativamente bajo, complementar sus entradas provenientes de impuestos con dividendos que provienen de los capitales invertidos.

El concepto cortoplacista

Según el informe del profesor Carlos Ruiz Bourgeois con respecto al proyecto del Decreto Ley N° 1.759, en su calidad de miembro de la Comisión Redactora del Código de Minería, la obligación del propietario de un derecho minero, para cumplir con la función social que le es inherente, consiste en «explotar el yacimiento que contiene, para provecho suyo y el de la colectividad entera, colectividad que se enriquece por el solo hecho de que se extraiga la riqueza potencial que se halla en la entraña de la tierra». Esta definición ignora completamente el hecho de que como el capital no es renovable, a medida que se extrae la riqueza, la entraña de la tierra –y por lo tanto el país– se empobrece. Si no se reemplaza el capital, la riqueza solo es aprovechada por la generación presente, pero no las futuras.

Historia

La explotación salitrera contribuyó al erario estatal enormemente, permitiendo obras que de otra manera habría sido imposible realizar (entre ellas, la canalización del río Mapocho, la construcción del molo de abrigo de Valparaíso, la construcción de escuelas, caminos, hospitales, etc.). Pero tuvo su fin, tal como lo tuvo la mina de Chuquicamata, como lo han tenido muchas minas de oro y plata en Chile y otros países, y como lo tienen todas las minas del mundo. Algún día se va a acabar el litio (o será suplantado gracias a nuevas tecnologías), el cobre, el bórax del Salar de Surire (Chile es el segundo productor mundial de bórax para la producción de vidrio borosilicato y de fibra de vidrio; pero la fibra de vidrio no se fabrica en Chile; ¿suena a tema conocido?) y otros minerales. ¿Y cuáles serán entonces las principales fuentes de ingreso del país y del Estado? Es el drama de los países mineros.

Fondo de transferencia del capital

Por lo tanto, parece lógico que toda actividad minera contribuya a un fondo estatal para reemplazar la descapitalización generada por la extracción de riquezas, aparte del dinero aportado por impuestos y royalties. El Estado, debería invertir dichos fondos en la adquisición de instrumentos financieros que contribuyan al país en años futuros para continuar realizando nuevas obras. Si una empresa minera no es capaz de contribuir al Estado con estos fondos de compensación, significa que no es sustentable.

No es fácil determinar el monto con que las empresas mineras deberían contribuir a este fondo de compensación y sustentabilidad. Sin embargo, en términos generales, debería ser tal, que sea capaz de producir en el futuro, una vez que la actividad minera cese, ganancias equivalentes a las que produce por la explotación del mineral.

(Algunas secciones de este artículo fueron inspiradas por el libro Natural Capital, valuing the planet, de Dieter Helm, profesor e investigador de economía en la Universidad de Oxford y presidente del Primer Comité Mundial sobre Capital Natural).

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