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Desafíos para una nueva política pública urbano-habitacional

Por: Instituto de la Vivienda, facultad de Arquitectura y Urbanismo, U. de Chile


Señor Director:

Durante 2015 se cumplen 40 años de la adopción del neoliberalismo en Chile por parte de la dictadura cívico-militar, modelo promovido por los “Chicago boys” y contenido en su documento denominado “El Ladrillo”. Como parte de dicha herencia, durante estos 40 años se ha construido un referencial de la política urbano habitacional donde el rol del Estado se ha restringido a desarrollar funciones de regulación en base a normas de eficiencia originadas en métodos de gestión privada, y a modelar un nuevo tipo de destinatario: un individuo singular, sin vinculación política y que cultive una moral bancaria orientada al ahorro.

Bajo este referencial de política pública, el perfil del “habitante” asume la figura de un individuo des-vinculado (donde la ausencia de vínculos políticos es la prueba de la blancura para ser destinatario digno de la política pública); des-asistido (pues debe ser capaz de gestionar, de modo independiente, los recursos y procedimientos para alcanzar los umbrales mínimos de asistencia otorgados por el Estado) y des-articulado (donde no se incentiva la articulación virtuosa entre tener una casa, tener un trabajo, tener educación, etc).

Sin embargo, en la sociedad chilena actual es posible observar un fortalecimiento del rol de los habitantes en la intervención, apropiación y transformación activa del hábitat y el territorio que habitan. Ejemplos de lo anterior se observan en las organizaciones de vecinos que pugnan por disputar los trazados de autopistas o las orientaciones de los instrumentos de planificación territorial; los comités de vivienda que se movilizan para mantener su localización en la ciudad; las propias iniciativas gubernamentales que promueven el empoderamiento de los habitantes para el mejoramiento del espacio público, entre muchas otras.

En tal sentido, y en el marco de celebración de los 30 años del Instituto de la Vivienda (INVI) de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Chile, consideramos necesario y fundamental aprender de los habitantes y de sus prácticas, en la medida que ellas tienden hacia ciudades que acogen a todos y que se construyen a través de procesos de negociación y diálogo, habitualmente no carentes de conflictos.

Sin embargo, aprender de dichas prácticas implica necesariamente asumir dos grandes desafíos. Un primer desafío dice relación con la trasformación del referencial de la política pública antes descrito. En gran medida éste se sustenta en una “política de la no política”, es decir, en una invisibilización y naturalización de sus postulados. Frente a ello, resulta fundamental reconocer y explicitar que la política es una dimensión central de la vida y es, además, el instrumento adecuado para la producción del hábitat, por tanto debe asumirse como un componente fundamental en la conformación de nuestros centros urbanos y del territorio en general.

Un segundo desafío implica reconocer que la complejidad de las ciudades y el hábitat desborda su mera dimensión física y espacial, implicando también importantes consideraciones políticas, económicas, sociales y culturales. Construir mejores ciudades no significa solamente construir más viviendas, plazas, calles o autopistas, sino también implica promover los procesos de apropiación y transformación de éstos por parte de sus habitantes. En esa misma línea, la construcción de la ciudad refiere necesariamente a la construcción de lo público y ello por medio de la incorporación de miradas y saberes pero también de necesidades, aspiraciones y expectativas diversas, manifiestas o latentes que existen en la sociedad y en sus múltiples sentidos comunes.

Los desafíos anteriormente planteados requieren la capacidad de abrirse a nuevos aprendizajes para desarrollar propuestas alternativas al modelo de desarrollo urbano-habitacional vigente. Las propuestas más interesantes en este sentido provienen actualmente desde los habitantes, de sus experiencias cotidianas y de las prácticas a partir de las cuales habitan los territorios, surgiendo temas emergentes y fundamentales para nuestro país como son la integración social, la vulnerabilidad, los desastres socionaturales y los procesos de reconstrucción, la movilidad urbana cotidiana, la patrimonialización de barrios centrales, los nuevos proyectos de vivienda social en las zonas pericentrales de Santiago, los procesos de etnificación indígena de la ciudad, el desarrollo de hábitat inclusivo para la discapacidad y el adulto mayor, los conflictos urbanos, barriales y comunitarios, entre muchos otros.

En síntesis, como Instituto de la Vivienda proponemos poner en diálogo el conocimiento técnico con los saberes y prácticas cotidianas de los habitantes, de manera que podamos incrementar la eficacia, la pertinencia y la sostenibilidad de las actuaciones sobre el espacio público en particular y sobre los temas del hábitat y el territorio en general.

Instituto de la Vivienda.

Facultad de Arquitectura y Urbanismo, U. de Chile.

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