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La necesidad de planificar el futuro en I+D

Fabián Santibáñez
Por : Fabián Santibáñez Ingeniero Comercial (U. de Chile), Magister en Políticas Públicas (c) (UDP), Militante PDC
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Desde el retorno a la democracia en los 90, nuestro país, y en especial los gobiernos de la Concertación (ahora Nueva Mayoría), han trabajado en dejar atrás la política laissez-faire radical impuesta en dictadura por los llamados Chicago Boys, donde el mercado irrumpió bajo mínimos o nulos controles en diferentes aspectos de la vida, marcando así un camino de desarrollo que muchas veces no ha sido el deseado por la gran mayoría de las personas. Lo anterior se evidencia en áreas tan relevantes como educación, pensiones y salud.

Este laissez-faire heredado de la dictadura, también tocó a nuestro sistema de Investigación y Desarrollo (I+D). A partir de este periodo, Chile ha buscado dejar esto atrás y tener una institucionalidad potente para el crecimiento a través de la I+D. La principal institucionalidad de mirada a futuro que ha surgido en las ultimas dos décadas (más allá de Programas e Iniciativas), ha sido el Consejo Nacional de Innovación para el Desarrollo, CNID (ex CNIC), el cual ha asesorado a la Presidencia de la República en materias de desarrollo a través de la ciencia, tecnología e innovación, como también ha coordinado esfuerzos entre los diferentes actores del sistema de ciencia, tecnología e innovación. No obstante, esta institucionalidad ha actuado sin recomendaciones o directrices vinculantes, actuando solo como un órgano consultivo.

Una correcta política de promoción de la I+D ha sido comprendida por muchos países hace décadas atrás. Efectivamente, el impacto de esta inversión nunca es en el corto plazo, ni siquiera en el mediano, la mayor parte del tiempo es incierto en un futuro lejano. Pero países que apostaron por esto han tenido desarrollos importantes. Una de las primeras declaraciones que hace la National Science Foundation (Agencia de Estados Unidos encargada de financiar investigación científica) en 1957 decía “Los retornos [de la ciencia] son tan grandes que apenas es necesario justificar y evaluar la inversión”, esto va en la línea de confiar que éste es el camino correcto. Si bien hoy tenemos mayores y mejores instrumentos para evaluar el impacto, pensar en beneficios de corto plazo es inútil y utópico. Dado lo anterior, políticas públicas a favor de la I+D no son si quiera miradas por gobiernos populistas o de mirada cortoplacista. Esto se evidencia, por ejemplo, en el caso de Donald Trump, quien sistemáticamente ha despreciado la investigación sobre el cambio climático.

[cita tipo=»destaque»]El apostar por más inversión en I+D debe ser de forma inteligente, con un factor de selectividad que entienda nuestras singularidades como país, que entienda donde ya existen capacidades y habilidades importantes y donde hay potencial latente.[/cita]

El apostar por más inversión en I+D debe ser de forma inteligente, con un factor de selectividad que entienda nuestras singularidades como país, que entienda donde ya existen capacidades y habilidades importantes y donde hay potencial latente.

Países como Corea del Sur han seguido esta política, ya que luego de la guerra en los años 50, tomaron un rol activo en invertir en I+D para lograr surgir. Esto fue a punta de generar planes estratégicos, establecer prioridades y generar institucionalidad pública, con inversión selectiva en I+D. Este país tiene Ministerio de Ciencia y Tecnología desde el año 1969, y actualmente llamado Ministerio de Ciencia, TIC y Planificación del Futuro. ¡Nuevamente hablamos de Planificación! Al parecer una “Planificación” que vaya más allá de la asignación neoliberal de los recursos no es el “demonio comunista” que los Chicago Boys trataron de mostrar.

Chile ha querido dar un paso importante en el desarrollo y el Gobierno ha decidido ingresar este año a trámite el proyecto de ley que crea el Ministerio de Ciencia y Tecnología. Uno de los aspectos más relevantes de este proyecto es la creación del Consejo Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación para el Desarrollo, el cual debería ser el continuador del actual CNID. Este nuevo órgano estará mandatado para crear la Estrategia Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación para el Desarrollo, la cual debería guiar la estrategia de desarrollo en I+D, con una mirada de largo plazo. Esa guía que tanto nos hacía falta y que nuestro país ha adolecido de una herencia de laissez-faire que no nos acomodaba y con la que hemos convivido por décadas.

Más allá de la nueva institucionalidad, y entendiendo que nuestros recursos para I+D compiten con demandas tan urgentes e importantes de la sociedad como mejor educación, salud, pensiones, combate a desastres naturales, entre otras, la selectividad en I+D ha probado internacionalmente ser uno de los caminos correctos, por lo que Chile tiene que seguir avanzando en lograr la selectividad que nos permita ocupar nuestros recursos en I+D de forma inteligente y eficiente, respondiendo a la gran pregunta ¿Cómo logramos las chilenas y chilenos vivir mejor?

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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