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Mineduc 2.0, una reforma necesaria para mejorar la calidad educativa

Cristian Miquel
Por : Cristian Miquel Investigador de política educativa
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No hay duda de que la actual reforma se pone al día en equidad e inclusión escolar, promoviendo la diversidad social del país en las aulas, tan necesaria en un país segregado como el nuestro. La deuda, sin embargo, continúa siendo el mejoramiento de la calidad educativa. Para muestra, un botón: la Evaluación Internacional de Competencias de Adultos (PIAAC) revela que el 53,4% de los chilenos no comprende el significado de una frase simple y que el 61,8% de los adultos chilenos no son capaces de hacer operaciones aritméticas básicas o comprender porcentajes.

Ya lo hemos dicho: sólo será posible mejorar la calidad de los aprendizajes si las escuelas innovan en la forma en que se enseña, porque los tiempos cambian y los niños cambian. Para esto los colegios deben contar con libertad para innovar. Las escuelas no pueden dedicar recursos y tiempos excesivos a cumplir con exigencias administrativas y financieras, algunas de ellas totalmente prescindibles.

En nuestras conversaciones y trabajo en terreno, encontramos historias de verdadero horror administrativo. En una reunión con equipos directivos, ante la consulta de cuál es el porcentaje de tiempo que utilizan para labores administrativas -no vinculadas con el proceso educativo- las respuestas fueron desde un 60% a un 90%, lo que a todas luces impide la mejora educativa.

[cita tipo=»destaque»]Necesitamos un ministerio que pueda hacerse cargo de los cambios que vienen, convirtiéndose así en un impulsor eficiente del siguiente ciclo de importantes cambios en la educación.[/cita]

El presente y el futuro del país dependen de que concentremos el debate en la calidad de la educación en las escuelas, desafío que sólo se puede enfrentar con un Ministerio de Educación distinto, 2.0, que sea colaborador activo y no obstáculo. Y, en general, una puesta al día de todas las instituciones del sistema de aseguramiento de la calidad, un upgrade institucional, liderado por el ministerio.

Es prioritario crear un ambiente apto para la flexibilidad y la autonomía de las escuelas, con confianza en las competencias de sus directivos y docentes, instalando capacidad de innovar en las formas de enseñar. Para ello, es necesario un plan de objetivos que sea indicativo para los gobiernos y que sirva de hoja de ruta para el país, avanzando decididamente, sin prisa, pero sin pausa. El desafío de largo aliento es una reforma al Mineduc, que no debe hacerse rápido si queremos hacerla bien.

Este plan requiere gradualidad y visión de largo plazo que se extienda, por lo menos, una década. Por lo tanto, debe trascender los exiguos períodos presidenciales. ¿Cuál debe ser el punto de partida? Necesariamente un diagnóstico integral del funcionamiento de la cartera, que abarque estructuras, funciones, personas, procesos, tecnologías de la información y el nivel de satisfacción de los usuarios. Sobre ese diagnóstico se debe diseñar y desarrollar un plan, con la participación de sus funcionarios y orientado a las modernizaciones que se requieren para mejorar su capacidad de gestión.

Durante el actual proceso de reformas a la educación experimentamos un aprendizaje muy muy útil que debemos poner en práctica de aquí en adelante: y es que el orden de los factores sí influye en el resultado. Por eso el primer factor de esta ecuación es, necesaria y urgentemente, una reforma al Mineduc. Necesitamos un ministerio que pueda hacerse cargo de los cambios que vienen, convirtiéndose así en un impulsor eficiente del siguiente ciclo de importantes cambios en la educación.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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