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¿Dónde están los textos escolares del Mineduc?

Isidora Sáez-Rosenkranz
Por : Isidora Sáez-Rosenkranz Académica de la Universidad de Barcelona, Investigadora del Grupo de investigación en Didáctica de la Historia, la Geografía y otras Ciencias Sociales, DHIGECS (Universidad de Barcelona)
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Para muchas familias, la vuelta al colegio significa un esfuerzo económico importante. Es frecuente escuchar diversos argumentos para justificar los gastos en textos escolares. El que más llama la atención es el que se refiere a su calidad. “Malos” es el primer adjetivo con el que suele definir a estos recursos. Pero los tiempos han cambiado y los textos escolares que entrega el Mineduc han mejorado en los últimos años.

En nuestras investigaciones recientes con textos actuales, específicamente en el caso de historia, hemos podido constatar que los libros gratuitos de hoy, tienen una calidad muy superior a la que tuvieron en tiempos pasados. Incluso, más elevada que muchos de los del mercado editorial privado y están muy por sobre los libros de países como España, usados con cierta frecuencia como referente.

La diferencia entre los textos escolares vinculados al antiguo currículum y los actuales, es la disminución del espacio dedicado al contenido para utilizarlo en el desarrollo de actividades. Los libros que reciben los estudiantes gratuitamente proponen un uso intensivo de los recursos presentes (imágenes, películas, fragmentos de periódicos, discursos, mapas, etc.) e instrucciones que les permiten construir su propio aprendizaje. De esta manera, el texto escolar ya no entrega el contenido digerido por su autor para ser aprendido de memoria, sino que propone situaciones a resolver con los diversos recursos que entrega y la guía de sus profesores.

Observamos una sincronía entre los libros y las orientaciones que se ha venido planteando desde hace varios años en el mundo educativo. Incluso, incluyen ciertos debates disciplinares. Por ejemplo, la historia escolar ha incorporado en quinto y sexto básico otros sujetos, además de los héroes como protagonistas de la Historia, tal como se ha venido planteando en la historiografía. De la misma manera, un estudiante chileno de cuarto básico de un colegio público, gracias al libro con el que trabaja, habría podido tener la experiencia de analizar e interpretar imágenes, en el mismo sentido que los historiadores del arte. Estas oportunidades, por el contrario, no la han tenido, en este nivel o en superiores, estudiantes de otras realidades iberoamericanas. Incluso, los libros chilenos, trabajan sistemáticamente la dimensión ciudadana, aspecto que no observamos en libros como los españoles o polacos, centrados en contenidos cívicos.

[cita tipo=»destaque»]De esta manera, la mejora que observamos en estos materiales no ha sido resultado de decisiones arbitrarias y políticas hechas a corto plazo, sino que ha sido resultado del punto de encuentro entre el impulso que dio a la mejora de la educación el movimiento estudiantil y la voluntad política.[/cita]

Con todo, sigue habiendo importantes desafíos y aspectos pendientes para el futuro desarrollo de los textos chilenos. En el caso de Historia contamos, por ejemplo, la mantención de estereotipos; la exclusión de la diversidad en el sentido más amplio del término; la falta de integración de la dimensión ciudadana al desarrollo de todos los contenidos históricos y geográficos; la dificultad para el tratamiento de los temas sensibles o la revisión de las secuencias de aprendizaje para que sean progresivas, entre muchas otras cosas. Aun así, el cambio metodológico señalado, desde nuestro punto de vista, pone a los textos chilenos entre los mejores del mundo hispanohablante, al menos desde un punto de vista didáctico.

La calidad actual tiene relación con el proceso de licitación. Si lo analizamos en perspectiva histórica, veremos que las directrices, orientaciones y requerimientos han sido cada vez más exigentes y precisas. El punto de inflexión que dio luz a una mejora sustantiva de los textos escolares fue el año 2014, cuando los requerimientos comenzaron a ser más explícitos sobre la cantidad de contenidos, las características de las actividades y la relación con sus recursos. Los libros de ese año, eran los primeros que recogían la reforma curricular del año 2012. Conviene recordar que este cambio del currículum fue fruto de la promulgación de la LGE en 2009, que a su vez fue consecuencia de la revolución de los pingüinos de 2006. De esta manera, la mejora que observamos en estos materiales no ha sido resultado de decisiones arbitrarias y políticas hechas a corto plazo, sino que ha sido resultado del punto de encuentro entre el impulso que dio a la mejora de la educación el movimiento estudiantil y la voluntad política. Tal vez, es momento de actualizar nuestra concepción sobre los textos escolares públicos.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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