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Operación Cárpatos: Papel arrugado desbarató banda internacional de narcos

Colombianos, rumanos y argentinos se reunían con George Dan Rusu en el penal, donde planeaban un negocio de casi US$ 18 millones, desbaratado el miércoles en Argentina y Chile. Coordinación con policías vecinas revela cómo operaba esta red de crimen organizado transnacional. Incluso, uno de los involucrados se hizo pasar por evangélico para sacar la droga desde Bolivia.


Durante las visitas en el Penal de Colina II, todo tipo de historias se tejen y mucha gente circula. Por eso, cuando uno de los gendarmes observó un papel arrugado en el piso, pensó que se trataba de uno de los tantos desperdicios de la jornada.



El funcionario lo recogió, abrió y leyó. Aquella inocente hoja tenía impreso un mensaje de correo electrónico de la dirección jbustamantediaz@123.cl. Nada particular, salvo porque estaba redactado en clave.



El hallazgo generó de inmediato la sospecha del Departamento de Seguridad de Gendarmería, que lo envió al jefe de la Unidad de Crimen Organizado de la Fiscalía Sur, Héctor Barros. Era el 18 de agosto de 2006.



Así se dio inicio a la Operación Cárpatos, que permitió desbaratar una red de crimen transnacional organizado, dirigida desde esa cárcel por el rumano George Dan Rusu -alias Geza Jungvirt- con vínculos en Colombia, Perú, Bolivia, Argentina, Chile, España, Alemania y Holanda.



Si este narcotraficante lograba ingresar a Europa los 160 kilos de cocaína que fueron incautados este miércoles en Cipoletti, Argentina, hubiera ganado la no despreciable suma de 18 millones de dólares.



En el país vecino, fueron detenidos Danny Durán Trujillo, el nexo con los colombianos, y su hermano William, además del colombiano Carlos, Pérez Sánchez, quien está en la UTI por un ataque cardíaco durante el allanamiento y su connnacional Raúl Sánchez.



En Santiago, en tanto, fueron aprehendidos la pareja de Dan Rusu, la rumana Luliana Stanuta, Víctor Escobar Álvarez, su esposa Inelia Cebrero y la hija de ambos, la estudiante de bachillerato de la Usach, maría José Escobar, polola de Danny Durán.



Barros efectuará el control de detención el próximo viernes en el tribunal de garantía correspondiente y formalizará.



En todo caso, este miércoles la policía allanó también el penal de Colina II donde fueron encontrados una serie de teléfonos, documentos y mapas europeos, no sólo a Rusu, sino también a otros narcos que sirvieron de puente para este negocio.



Rusu y Escobar fueron trasladados ayer hasta la Cárcel de Alta Seguridad, donde se negaron a declarar, se infirieron cortes en la cabeza golpeándose contra la muralla e incluso iniciaron una huelga de hambre.



Cruces y nombres



Dan Rusu no es un principiante. Cumple en Colina una condena por la internación a Chile de 1.300 kilos de cocaína que fueron descubiertos por azar en el norte del país en 2004.



El correo electrónico citado anteriormente estaba dirigido a Víctor Avelino Escobar Álvarez. Cruces de informaciones entregaron a la fiscalía una larga lista de vínculos. Así aparece Inelia del Carmen Duarte, José Francisco Bustamante Díaz, Maria Luz del Carmen Pérez Ramírez, Carmen Cebrero Duarte, esposa de escobar.



El fiscal Barros se pone manos a la obra y junto a un equipo especial de la Brigada Antinarcóticos se abocan a desentrañar el caso que, en agosto del año pasado era sólo una apuesta.



Oficios al cibercrimen, indagaciones en Tur-Bus, DHL, interceptaciones telefónicas a todos los mencionados. Incluso a los teléfonos con tarjetas, seguimientos dentro y fuera del país a los miembros de la banda, coordinación con las policías de Argentina, Bolivia y Colombia, vigilancia constante, fueron la tónica durante más de un año.



A los pocos días comenzó a dar sus primeros frutos y el hallazgo sorprendió a Barros.



Inelia tiene viajes a Europa, Ámsterdam y Madrid y ha inscrito un auto Mazda 6 patente WB-7868 que compró por la irrisoria suma de 3 millones de pesos. No tiene cómo justificar su adquisición. Pero la venta también es sospechosa. Así es cómo llegan a la verdadera dueña, la rumana Stanuta Iuliana Gavrila, pareja de Dan Rusu, con buen pasar, alojada en Presidente Riesco 2979 y que pagó 12 millones de pesos por el vehículo.



Está claro que hay que vigilar la cárcel y los libros de ingreso al penal. La sorpresa es aún mayor. Uno de los visitantes de Dan Rusu es nada menos que el colombiano Francisco Rodríguez Floriano.



Tan importante es la organización que Rodríguez Floriano viaja a Chile -su primera entrada es el junio de 2006- y se va a los dos días, fórmula que repetirá por más de un año. El financista que está detrás tiene recursos. La misma lógica utiliza el rumano Ioan Lucian Voina. Entró a Chile el 8 de octubre de 2006 y abandonó el país ocho días después.



Así aparece en escena un tercer integrante. Danny Durán Trujillo, chileno, un joven hombre de negocios del narcotráfico y con el rango de coordinador con los colombianos, pese a su corta edad.



La sorpresa aumenta en la fiscalía, ya que en las intercepciones aparece otro colombiano. Se trata de Carlos Pérez Sánchez, quien se coordina con Durán Trujillo.



Todos tienen algo en común. Su jefe es Dan Rusu, quien imparte las órdenes en reuniones que tiene en el Penal de Colina 2. Claro está, vigiladas y grabadas por Gendarmería por orden judicial.



Doble vínculo



La coordinación de los narcos comenzaba a cobrar importancia, pero no se sabía cómo se realizaría la operación y el tiempo transcurría. Era diciembre de 2006. Pérez Sánchez está en Santiago. Se aloja en el hotel Carlton House. Y una nueva integrante llega desde Argentina: Gisella Echeverría, ejecutiva de la empresa Mandatos, dedicada al agenciamiento de carga terrestre, propiedad de Alberto Fabio Ros, el contacto de Dan Rusu.



La mujer va y viene a Chile. Participa en reuniones con Dan Rusu. En enero de este año ya está claro que van a enviar una cargamento grande de cocaína a Europa. Deben hacerlo pronto. Las intercepciones telefónicas revelan que a Rusu o a sus financistas en Europa se les está agotando la paciencia y el dinero.



El círculo del negocio comienza a cerrarse. El 26 de abril de 2007 llega a Chile nuevamente el colombiano Rodríguez Floriano desde Lima, se reúne con el rumano y se devuelve a Bogotá. Antes de hacerlo llama desde un teléfono público.



Paralelamente, aparece en escena un ciudadano austríaco, pero en Buenos Aires. Es Sdinnmo Badih. Se hospeda en el Sheraton. Conversa con Gisella Echeverría. Le cuenta que tiene clubes nocturnos en su país. La idea es que participe de un "negocio" lícito para dar cobertura al envío de la droga. Badih no le cree. La opción fracasa y Echeverría debe viajar a Chile a dar explicaciones a Dan Rusu, quien además de ser su jefe es su amante.



En mayo de este año, la operación va viento en popa. Las interceptaciones telefónicas entregan una amplia gama de detalles. Los narcos se jactan de las medidas de seguridad que han adoptado. Ni siquiera sospechan que le siguen los pasos.



Danny viaja el 27 de mayo a Mendoza. La idea es generar la otra fase de la operación en Cipoletti, una localidad de Neuquén, Argentina. Debe comprar un teléfono con roaming para comunicarse a Chile y Bolivia, donde comprará el alcaloide. Están tan vigilados que Investigaciones logra infiltrarle un agente en el mismo bus. Incluso conversan y le comenta que es asiduo al night club Lucas Bar, entregándole Danny un correo electrónico que usa para el negocio, lo que permite seguir monitoreándolos.



Habiendo comprado el teléfono, vuelve a Chile el 30 del mismo mes, con noticias. El embarque no saldrá por Buenos Aires. Habrá que hacerlo en auto por el sur del país.



La coordinación del fiscal Barros con las policías de Argentina y Bolivia se intensifica. Todos están interesados. La operación es algo grande, no por la cantidad, sino por el nivel de contactos internacionales de la organización e información residual que ha ido dejando en el camino.



Danny Trujillo vuelve en Julio a la Argentina. Arrienda la casa de Cipoletti. Se hace pasar por universitario. Inteligencia antinarcóticos del país vecino los tiene vigilados muy de cerca. Les revisan hasta la basura. Y casi surge un inconveniente, los dueños de la propiedad comienzan a sospechar.



El hermano vio la luz



Mientras, la fase de la operación continúa su curso. Danny viaja a Bolivia y arrienda una casa, compra una camioneta y también la cocaína.



La fachada será una congregación de evangélicos. Danny sigue siendo el operador. Debe conseguir además los choferes que viajen desde La Paz y otro para que en Argentina tome el auto y lo lleva a Cipoletti.



La policía chilena y boliviana le sigue los pasos en La Paz. Pero comienzan nuevamente los problemas, esta vez para los narcos. Danny no puede lograr que al menos una decena de evangélicos viaje con él.



Usa entonces un último recurso. Entra a una iglesia, previa compra de una biblia y se pone a predicar a viva voz. Los policías que lo siguen no pueden creer tanta actuación.



Luego de unos minutos logra su cometido y los bolivianos se convencen. Esta fase ya está cerrada. Los 150 kilos ya están en camino.



Septiembre y los primeros días de octubre fueron difíciles para la Operación Cárpatos, pero provechosos. Un cocinero colombiano llegó a Cipoletti. Estos sujetos son muy valorados para los traficantes. No muchos pueden mantener el feble equilibrio químico del alcaloide.



Así fue como comenzaron a impregnar la ropa que sería enviada a Chile y posteriormente vía avión a España y Holanda.



La idea era que llegaran a Chile y reventar la operación en Santiago, pero detalles de última hora no lo permitieron.

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