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«La pregunta es si Lavín cree que el Estado debería regular excesos ideológicos»

Christian Buscaglia
Por : Christian Buscaglia Periodista El Mostrador
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“Cuando vi el artículo me dio un ataque de ira. Ya estamos acostumbrados al libertinaje en los colegios privados. Pero esto me parece obsceno, es el estalinismo del capitalismo”, sostuvo Mario Waissbluth. Por su parte, el aludido ministro de Educación sostuvo que se trata de «un contenido que permite que los niños enfrenten mejor la publicidad».


Expertos en temas de educación y publicidad coinciden en criticar la incorporación de material publicitario en libros escolares, tal como lo denunció este martes El Mostrador. Para el líder del movimiento Educación 2020, Mario Waissbluth, la inclusión está generando «una sociedad que induce al consumismo y al individualismo» y, por tal motivo, emplazó al ministro de Educación, Joaquín Lavín, a responder ante los “excesos ideológicos”.

Señor ministro (Joaquín Lavín), todos sabemos que esto viene de antes, desde  cuando se aprobó el rol subsidiario del Estado en la educación durante la dictadura, la pregunta es si usted cree que el Estado debería regular excesos ideológicos como éste o de cualquier otro tipo”, sostuvo.

“Cuando vi el artículo me dio un ataque de ira. Ya estamos acostumbrados al libertinaje en los colegios privados. Pero esto me parece obsceno, es el estalinismo del capitalismo”, agregó.

En esa línea, dijo que “los avisos publicitarios se incluyen solamente y desde el año 2002 en los libros destinados a colegios privados, que constituyen un 10% de la población escolar chilena, y tienen un valor de unos 50 dólares por unidad (…) El resto de colegios, tanto públicos como subvencionados por el Estado, reciben los libros escolares directamente del ministerio de Educación, a quien la empresa Santillana le vende los ejemplares a un precio menor, pero con peor calidad de papel e impresión, así como con menos páginas e información en su interior”.

Por su parte, el publicista y director creativo de Aldea, Martín Vinacur, aclaró que “la publicidad infantil supone tratar a los niños como consumidores antes que como niños. Se trata de una manipulación llana y lisa para programar consumidores y eternizar una conducta cultural. La publicidad para niños es una de las aberraciones del sistema, es la transformación de la infancia en un producto de consumo bajo la excusa de reconocerlos como sujetos soberanos de sus deseos y elecciones”.

“Entendiendo que una cultura prevalece en tanto se garantizan los mecanismos para que ello suceda, introducir avisos de marcas en los libros de texto bajo la excusa de enfrentarlos a estímulos reales para ejercitar la comprensión de lectura es directamente inocular a los chicos con el virus del consumo. Si lo extrapoláramos lo comercial a lo político o a lo religioso, caeríamos en ejemplos conocidos y condenables: es tan absurdo como resolver un problema de matemática formulado como ‘si Perón le pone el teléfono a diez familias en un día, cuántas familias tendrán teléfono en un mes?’».

En tanto, el ministro de Educación, Joaquín Lavín, justificó la inclusión haciendo hincapié en que se trata de «un contenido que permite que los niños enfrenten mejor la publicidad«.

Agregando que «los niños están expuestos a la publicidad todos los días, en la calle, en la televisión,  los niños deberían (aprender) a través de una forma reflexiva, y eso es lo que se enseñan estos libros, a cómo enfrentar la publicidad«.

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