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Víctima de Karadima pide urgentes cambios en la cúpula de la Iglesia chilena

Juan Carlos Cruz criticó el actuar que han tenido los obispos tanto con quienes sufrieron los abusos por parte del sacerdote de la parroquia El Bosque como con el joven Daniel Zamudio, señalando que hacen “oídos sordos” y a su parecer “que aún siendo un católico más, tengo el deber de gritarle a los cuatro vientos y clamar a Dios que por favor cambien a estos hombres y vengan otros que nos inspiren a seguir el testimonio de Jesús. Se necesitan cambios radicales”.


Una de las víctimas del padre Fernando Karadima, el periodista Juan Carlos Cruz, hizo un llamado durante las celebraciones de Semana Santa a realizar cambios profundos en la cúpula de la Iglesia chilena, encabezada por el arzobispo Ricardo Ezzati.

En el blog que tiene en Cooperativa.cl, Carlos Cruz se inspiró en los últimos hechos acontecidos con el joven Daniel Zamudio, quien murió tras una larga agonía luego de ser brutalmente golpeado por un grupo de neonazis, para solicitar como católico practicante que «cómo un arzobispo de Santiago parte corriendo a dejarle chocolates a Karadima y no es capaz de tomarse un rato de su día para ir a ver a un muchacho inocente que se moría de a poco y que tenía consternado al país».

El periodista relata que desde hace tiempo viene haciendo reclamos contra los obispos que dirigen la Iglesia Católica en el país y sostiene que “parece majadero estar constantemente confrontando a una iglesia de la que soy parte y de la que participo activamente, sin embargo, siento que aún siendo un católico más, tengo el deber de gritarle a los cuatro vientos y clamar a Dios que por favor cambien a estos hombres y vengan otros que nos inspiren a seguir el testimonio de Jesús. Se necesitan cambios radicales”.

Sostiene que los constantes escándalos de abusos sexuales y que involucran a sacerdotes “no dan tregua y las conductas de nuestros obispos no terminan de impactarnos. Es como si toda esta tragedia cayese en oídos sordos. De nada sirve que se hable de un protocolo para ayudar a las víctimas de abusos si todas las víctimas se sienten la última prioridad de los obispos. De qué sirve llamar a desterrar para siempre de la iglesia el tema de los abusos, si lo único que se hace es seguir encubriendo y haciendo cambios cosméticos. De qué sirven los signos con los que la iglesia ha evangelizado a través de los siglos si los únicos signos que dan son la falta de humildad. ¡Dónde están nuestros pastores!”.

Y reclama contra monseñor Ezzati, afirmando que “aquí seguimos, a casi un año y medio de su nombramiento, pegados discutiendo las mismas cosas que en tiempos del gobierno del cardenal Errázuriz que acuñó una de sus frases célebres: «Gracias a Dios en Chile son poquitos los niños y jóvenes abusados por sacerdotes».

“Después del escándalo, Karadima sigue sin un lugar permanente de residencia como lo mandó el Vaticano, nada aún sobre la visita apostólica a la Pía Unión Sacerdotal ordenada por el Vaticano y a todo esto, Karadima vive a su modo su «retiro de penitencia y oración». Los cuatro obispos Horacio Valenzuela, Juan Barros, Andrés Artega y Tomislav Koljatic, todos testigos y encubridores de abuso, siguen a la cabeza de sus diócesis sin apuro alguno. Sigamos con el obispo Manuel Camilo Vial y sus lamentables dichos sobre una niñita de 13 años -violada y obligada a abortar por un sacerdote que él movió de diócesis y terminó violando a dos más- Vial dijo que no sabía que tenía que denunciar algo así ya que en esos tiempos (los ’80) no había protocolos para estos casos”, precisa.

También critica al obispo Fernando Chimalí, quien sabiendo de los abusos de que fue objeto por parte de Karadima se negó a recibirlo cuando solicitó ayuda y cuestiona su respuesta de «Me tupí», porque “muchos vimos esta semana la frialdad en la cara del obispo Cristián Contreras de San Felipe cuando La Red trató que se refiriese a una de las víctimas de sacerdotes de su diócesis. Sigamos con las acusaciones al obispo Gonzalo Duarte de Valparaíso y a varios miembros de su clero local. Con esto ya tenemos un número significativo de obispos de la Conferencia Episcopal que están en entredicho por sus acciones, son investigados o siguen encubriendo”.

A renglón seguido señala que “hoy se suma el doble estándar de estos «líderes morales», que por un lado nos llaman a la vida, a alejarnos de la tentación y gritan desde sus púlpitos contra la inmoralidad de la sociedad en que vivimos. Sin embargo, cuando a un joven homosexual le dan una paliza brutal, un muchacho que no le hizo mal a nadie y que conmueve al país por la brutalidad del acto, somos muchos los católicos los que les gritamos: ¡Por favor digan algo!”.

Asimismo, refuta las declaraciones de Ezzati respecto a que se había acercado a la familia del joven Zamudio, afirmando que “hasta el domingo 25 de Marzo -después de tres semanas del brutal crimen- monseñor Ezzati no había dado señales de apoyo a la familia. Lo sé porque estuve con ellos ese día y me lo dijeron. Al término de la «velatón» la gente clamaba a nuestros pastores, no sólo católicos sino que evangélicos también, que fuesen a ver a Daniel y a su familia. Ezzati al día siguiente dio la orden, desde los festejos papales en Cuba, que un sacerdote fuese a visitarlos y que otro le diese la extremaunción.  Demasiado tarde, Daniel murió ese martes. Me pregunto cómo un arzobispo de Santiago parte corriendo a dejarle chocolates a Karadima y no es capaz de tomarse un rato de su día para ir a ver a un muchacho inocente que se moría de a poco y que tenía consternado al país. Gestos”.

En ese sentido, Carlos Cruz considerada erradas las declaraciones hechas cuando se criticó a Ezzati por ir a ver a Karadima y no se refirió a sus víctimas, mencionando que “su respuesta fue la siguiente: «Hay que actuar como Jesús, tendiendo la mano» y agregó que las criticas «no me va a impedir estar cerca de los que sufren y los que buscan esperanza». Salieron varios defensores de su clero que nos «educaron» en las labores del pastor. Creímos aprender… y luego esto. ¿Cómo se explica esto?”

Por lo mismo, agrega que “los obispos están atrapados en una situación que ellos crearon y de la que no saben cómo salir. Día a día se hunden más. Como católico ¿Qué me gustaría para esta Semana Santa? Es hora de dar paso a tantos otros hombres y mujeres buenos que abundan en la iglesia y que tomen el timón de un barco que hoy está a la deriva. Un barco donde estos hombres no se dejen influenciar por el poder, el dinero y el honor y se pueda decir con claridad lo que hoy falta -alguien absolutamente clave- y que leemos en los cartelitos de muchas micros: «Dios es mi copiloto»”.

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