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Manfredo Mayol, el cerebro comunicacional tras las arremetidas de Jovino Novoa Miembro del círculo de hierro del “coronel” UDI y experto en frases de alto impacto

Manfredo Mayol, el cerebro comunicacional tras las arremetidas de Jovino Novoa

Persona non grata para quienes lo vinculan con la etapa más oscura del periodismo nacional, fue director de Prensa de Canal 13, gerente general y director ejecutivo de Canal 7 y debió declarar en dos causas de derechos humanos. Amado por la UDI, a cuyos candidatos asesoró en todas sus campañas, su relación con Novoa cruza lo profesional con la amistad. Su cercanía con Jaime Guzmán lo llevó a abandonar el ideario DC de la juventud. Supo reinventarse con la democracia en calidad de asesor de empresas como Entel, Banmédica, Falabella, Cencosud. Esquivo como pocos, Mayol sigue vigente.


Amado por muchos en la UDI, a la que asesora desde los tiempos del gremialismo; odiado por quienes ven en él a un hombre que colaboró con sus teorías comunicacionales en la dictadura, Manfredo Mayol Durán (67) es víctima de su propia fama. No todos quieren aparecer ligados a su nombre en el mundo empresarial y en la UDI hay cercanos a Jovino Novoa que niegan que lo esté asesorando como, efectivamente, ocurre.

Culto, buen lector, amante de las tesis, cultiva un estilo excéntrico que bien podría asociarse a los genios locos, con su pelo crespo y champón. Su hijo Alberto, sociólogo, en las antípodas del pensamiento del padre, exhibe el mismo sello, aunque al revés. Usa el pelo largo y liso.

Aunque aceptó conversar con El Mostrador, tras aclarar que no da entrevistas, al día siguiente su secretaria avisó que no podría por falta de tiempo.

Mayol integra, desde su creación en 1998, el estratégico y decisivo comité comunicacional de la UDI, el cual se reúne todos los lunes, a las 8:30, en la sede del partido y desde donde ahora se monitorean los Casos Penta y Soquimich. Junto a Mayol se sientan, entre otros, los abogados Gabriel y Carlos Villarroel; Ignacio Astete, ex director de Dinacos y miembro del Tribunal Supremo de la UDI; Germán Concha –socio del estudio Schweitzer & Cía., que defiende a Jovino Novoa en el Caso Penta–, el abogado y experto comunicacional Gonzalo Müller; el empresario y vicepresidente del partido Domingo Arteaga; el ex presidente de la UDI, Patricio Melero, y dos miembros de la directiva actual por derecho propio, Javier Macaya, el presidente interino, y su secretario general, Pablo Terrazas. Mayol es muy amigo de todos, a excepción de los más jóvenes, Macaya y Terrazas.

“En momentos de crisis opera con mucha calma, mira las cosas con perspectiva y no se pierde en la inmediatez. Es capaz de pensar desde afuera de la caja, como dicen en Estados Unidos, de enfocar los problemas no como todo el mundo los está enfocando y es particularmente sencillo para plantear su posición”, destaca uno de los miembros del comité.

A Novoa lo ha asesorado siempre en materia comunicacional. Son, además, muy amigos. “Uña y mugre”, según un abogado ligado desde sus orígenes a la UDI. Cuando Novoa llegó de sus acostumbradas vacaciones en Nueva York y eran públicas las declaraciones de su ex secretaria en el estudio Guerrero, respecto de que él le dictaba boletas ideológicamente falsas para el grupo Penta, Mayol fue a visitarlo a su casa junto a Domingo Arteaga. De allí salió un comunicado que sólo anunciaba que iría a declarar a la Fiscalía Oriente, lo que fue un decir, porque concurrió para guardar silencio. Lo mismo hizo el pasado lunes 23 y, tras cumplir el trámite, aludió a una “investigación ideológicamente falsa”. Frase pegadora y fácil de recordar y que quienes conocen el vínculo entre Mayol y Novoa atribuyen al primero. “Es típico de Manfredo, siempre dice que tiene que haber una idea potente que quede dando vueltas”, afirma una fuente que lo conoce. Un ejecutivo que recibió asesoría de Mayol cuenta que solía repetir que “hay que inundar con un concepto, porque si la idea no moja hasta los poros, no sirve”. En sus declaraciones a El Mercurio el domingo pasado, Novoa instaló dos temas: por un lado, que los problemas políticos los arreglan los políticos y, por el otro, desacreditó el trabajo de los fiscales, o sea, pocas ideas pero claras, donde también se advierten los consejos del periodista.

Mayol hizo presentaciones en el Diego Portales, donde hasta 1981 funcionó la Junta Militar, y además la Secretaría General de gobierno y Dinacos (Dirección Nacional de Comunicaciones), encargada de emitir la información oficial del régimen militar y censurar los contenidos de los medios de comunicación. Un funcionario que trabajó con Jovino Novoa cuando éste fue subsecretario general de Gobierno, entre 1979 y 1982, recuerda que su entonces jefe hablaba de Manfredo Mayol. “La primera vez que lo vi fue cuando nos fue a explicar cómo estaba progresando la tecnología de la televisión, que era un monopolio reservado al Estado y las universidades”.

[cita]A Novoa lo ha asesorado siempre en materia comunicacional. Son, además, muy amigos. “Uña y mugre”, según un abogado ligado desde sus orígenes a la UDI. Cuando Novoa llegó de sus acostumbradas vacaciones en Nueva York y eran públicas las declaraciones de su ex secretaria en el estudio Guerrero, respecto de que él le dictaba boletas ideológicamente falsas para el grupo Penta, Mayol fue a visitarlo a su casa junto a Domingo Arteaga. De allí salió un comunicado que sólo anunciaba que iría a declarar a la Fiscalía Oriente, lo que fue un decir, porque concurrió para guardar silencio. Lo mismo hizo el pasado lunes 23 y, tras cumplir el trámite, aludió a una “investigación ideológicamente falsa”. Frase pegadora y fácil de recordar y que quienes conocen el vínculo entre Mayol y Novoa atribuyen al primero. [/cita]

Asesor comunicacional de todas las campañas parlamentarias de la UDI, ex miembro de su comisión política y autor de eslóganes como “conejo de la suerte”, del ex alcalde Gonzalo Cornejo, y “súper Mario”, del ex diputado Mario Varela, es número puesto en los consejos generales de la UDI, a los que es invitado a exponer como experto en comunicación. Fue asesor de las postulaciones presidenciales de Joaquín Lavín y compartió roles con su encargado de marketing, Carlos Alberto Délano, socio de Empresas Penta, formalizado por soborno y declaraciones tributarias maliciosamente falsas, hoy en prisión preventiva. Asesora también a la Fundación Jaime Guzmán; si se requiere un video, Mayol será el encargado de realizarlo, y si el partido está de aniversario, preparará una cinta transmitiendo épica y sentido de grupo. También trabajó para algunos candidatos gremialistas a la FEUC; José Antonio Silva, hermano de Ernesto –el fallecido rector de la U. del Desarrollo– y tío del ex timonel de la UDI, es uno de los que mencionan. Incluso su pareja, Carolina Cotapos, es concejal del partido por la comuna de Las Condes.

A los amigos no les cobra. A otros los atendió remuneradamente su agencia de publicidad Unitas, que creó en 1999 y vendió en 2007 a un grupo español que quebró.

Con el retorno de la democracia Mayol se convirtió en asesor de empresas. Entel y Banmédica –controlada por Empresas Penta y Eduardo Fernández León– fueron algunos de sus primeros clientes y siguen con él hasta hoy. “Es muy amigo de Carlos Kubik (gerente general de Banmédica y recientemente alejado de la empresa por pagos irregulares de bonos suyos y de otros ejecutivos) y con Entel está desde 1990 o 1991, desde la época en que las AFP eran las controladoras”, cuenta un simpatizante de la UDI y amigo de Mayol. “Fue el creador del eslogan Entel, luchando por la multicarrier. A la empresa no le convenía la competencia, pero una era la postura pública y otra la privada”, agrega la fuente, que explica que Extend presta el servicio de prensa en Entel, pero Mayol ve los temas estratégicos.

Metrogas ha sido otro de sus clientes históricos. Fue asesor de Jaime Bauzá cuando era gerente general de Endesa y se tramitó el proyecto hidroeléctrico Ralco. Cencosud fue una de las cuentas importantes de su desaparecida agencia Unitas; atendió a las filiales Santa Isabel, Néctar, la división de Shopping Centers y Jumbo. Las fue perdiendo, porque en las nuevas licitaciones ganaron otras agencias. En forma personal, Mayol les hacía coaching al entonces gerente general corporativo, Daniel Rodríguez, y al gerente del negocio financiero, Patricio Rivas, para manejarse políticamente y enfrentar el complejo carácter de Horst Paulmann. También fue asesor de Falabella.

Muy amigo de Mikel Uriarte, lo asesoró cuando fue gerente general de Seguros Cruz del Sur y lo aconsejó mientras fue director de Fonasa en el Gobierno de Piñera. Mayol es uno de los miembros antiguos del consejo superior de la Universidad Las Américas. Fue nombrado por Lorenzo Antillo, el antiguo dueño que le vendió la cartera de alumnos a Sylvan, hoy Laureate, la que lo mantuvo en el cargo.

Usa analogías. Cita a intelectuales. Le gusta recurrir a la física y hablar de las fuerzas centrípetas y centrífugas para lograr el equilibrio. Y cautivar a sus oyentes. Prefiere reunirse con sus clientes en su oficina en el Hotel Marriott. Odia caminar y se mueve en un auto –puede ser un BMW o un Audi– con un chofer que siempre lo recoge y logra ser visto por el cliente.

En un par de oportunidades, Mayol apareció con su hijo Alberto, recién recibido de Sociología, frente a sus clientes. Hoy, papá e hijo compiten de igual a igual en el mundo de las ideas. Para las nuevas generaciones, Alberto es el único Mayol que conocen.

Su paso por los canales 13 y 7 y sus respuestas en las causas de DD.HH.

Estudió Periodismo en la U. de Chile entre 1965 y 1969. “En primer año era radical. Imposible no acordarse, porque en la escuela había dos radicales. A poco andar se hizo DC y apoyó las listas del partido a la presidencia del centro de alumnos de Periodismo”, recuerda su compañero Fernando Barraza, quien lo describe como un joven de clase media, alegre, con amigos en todos los sectores y académicamente mediocre. Se ríe cuando le consultamos por la “Beca Texas”, que Mayol menciona en uno de los procesos judiciales por causas de derechos humanos a los que fue citado a declarar como testigo. Porque no fue un postgrado ni un curso, sino una invitación de la federación de estudiantes de la Universidad de Austin a dirigentes estudiantiles chilenos. “Fue un viaje de dos meses, en el verano del 67, a visitar universidades norteamericanas. Fuimos un socialista y dos comunistas, que habíamos sido presidentes de distintas federaciones. Me da la impresión que a la DC le dieron dos cupos y por eso incluyeron a Gonzalo Bertrán y a Mayol”, explica Barraza.

“Asistía a las reuniones del Frente Democratacristiano de Periodistas que presidía Emilio Filippi. Me acuerdo de un encuentro en un hotel de la playa de San Sebastián con Rafael Moreno y Radomiro Tomic. Mayol encontraba que había que ser mucho más duros con la Unidad Popular”, relata una periodista que integraba esa instancia.

En el verano de 1972, Mayol entró a Canal 13 como segundo del director de Prensa, Vicente Pérez Zurita. “Yo llegue a fundar el Departamento de Prensa en 1966. A comienzos de 1972 el cura Raúl Hasbún asumió como director ejecutivo del canal y me despidió, porque yo era allendista. Cuando me fui, Vicente Pérez, a quien yo llevé, quedó de director y él contrató a Manfredo Mayol”, cuenta Leonardo Cáceres, quien tras su despido fue nombrado director de prensa de la radio Magallanes.

Otro que coincidió con Mayol en aquellos años fue Luis Alberto Ganderats, quien llegó como tercero de Prensa del 13 en octubre del 73. “Es de las personas brillantes que he conocido, por la forma de argumentar. Era ocurrente y simpático. Me sorprendió mucho la derivada que se pegó, porque en ese tiempo me decía no quiero saber nada de los gremialistas. No opinaba como ellos. Era más DC”, recuerda Ganderats, quien compartió la dirección de Prensa de Canal 13 con Mayol, tras la renuncia de Pérez de Zurita, hasta enero de 1975.

Asegura que nunca recibió un llamado del Diego Portales donde funcionaba la Junta Militar. “Pero había una autocensura absoluta, no intentábamos de ninguna manera hacer algo para descubrir lo que ocurría. Hacíamos un periodismo de subsistencia porque el país estaba en una situación absolutamente desconocida, con militares en el poder. Siendo bien honesto, me avergüenzo mucho de eso”, afirma Ganderats, quien dejó el canal por un desencuentro con Eleodoro Rodríguez, director ejecutivo de la estación, y regresó a la revista de El Domingo de El Mercurio.

Por su responsabilidad jerárquica en Canal 13, Mayol fue citado a declarar por el fiscal Juan Ayala, en 2005, como testigo en el caso de los 119 miristas asesinados en julio de 1975, que dio origen al falso titular de La Segunda: “Exterminados como ratones”. Mayol negó cualquier relación con el régimen pinochetista. “Hay colegas que te ven en el Diego Portales”, dice el fiscal. “¿El 75? No, no creo”, responde. Duda sobre las fechas en que trabajó en Canal 13. “Yo el año 75 estoy en Canal 13… hasta déjame ver (…) mediados del 75. Porque ahí fue que se produjo… Eleodoro Rodríguez llegó y nombró dos directores de prensa… No sé si ustedes saben” y menciona que compartió el cargo con Ganderats. “Tú aclaras que, definitivamente, no cumpliste funciones de asesorías u otras para el gobierno”, inquiere el fiscal. “No… Te vuelvo a insistir… En ese momento… No sé, me habrán llamado un par de veces a lo mejor, ni me acuerdo, para cosas informativas o cosas triviales. Pero yo no tenía las conexiones esas que hoy día se me adjudican”. Cuando el fiscal le pregunta sobre el manejo de la información en el Canal 13, divaga, sin ir al fondo, acerca de cómo se asignaban las noticias. “Es decir, actuaban con absoluta normalidad e independencia”, concluye el fiscal. “Es más, a mí Eleodoro Rodríguez me dijo un día: mire, a nosotros afortunadamente no nos han molestado, lo cual indica que a él tampoco nadie lo llamaba (…). Y realmente a mí en Canal 13 nadie me llamaba y me decía pon tal cosa. No tengo idea si podían llamar a otros. Pero lo que veía era una cuestión normal. Era un noticiero normal basado en las noticias normales”, responde el periodista. El fiscal le lee documentos emanados de la Secretaría General de Gobierno en los que se concluye que “el ciudadano común ha olvidado el peligro del marxismo (…) y es imprescindible evocarle los instantes angustiosos y trágicos previos al Pronunciamiento Militar”. También le lee las pautas diarias con las noticias que había que dar en esa campaña del terror. “Te digo medios de comunicación, radios, TV”, insiste el fiscal. “¿Tú crees que eso ocurría realmente? ¿Lo hacían?”, contesta Mayol.

En 1974, un grupo de periodistas y directores de medios asistió a una charla sobre el futuro del ser humano que dictó Mayol en el Diego Portales. “Dijo que dormir era una costumbre, no una necesidad, y que con el tiempo íbamos a dejar de dormir. A mí nunca se me ha olvidado, porque era una tesis bastante sorprendente”, relata el ex director de un medio, quien nunca supo si Mayol era o no funcionario de Dinacos o de la Secretaría General de Gobierno.

Hizo clases de radio en Periodismo de la U. de Chile, a la que llegó por petición de Gonzalo Bertrán, designado director de la Escuela por el régimen militar en reemplazo del destituido Juan Rojo. Mayol, Bertrán y Rojo fueron compañeros en la carrera de Periodismo, lo que volvió más dolorosa la salida forzosa de Rojo.

A mediados de 1975, fue nombrado gerente general de Canal 7, el número dos después de Jaime del Valle, director ejecutivo. Ambos cargos dependían de la Secretaría General de Gobierno. El Colegio Metropolitano de Periodistas lo citó a declarar por el montaje del caso Rinconada de Maipú, en el que seis miristas y comunistas –entre quienes se hallaba una de mujer embarazada de tres meses– fueron torturados y asesinados en Villa Grimaldi, el 19 de noviembre de 1975. Canal 7 informó, a través de Julio López Blanco y Roberto Araya (que pertenecía a la DINA), que murieron en un (falso) enfrentamiento y mostraron casquillos de balas. Sus descendientes se querellaron y Mayol, por su cargo de gerente general de Canal 7, fue sancionado con un año de suspensión del Colegio de Periodistas, al igual que López Blanco, Pérez Zurita (entonces director de Prensa del 7) y Claudio Sánchez, quien trabajaba en el 13. Araya fue expulsado.

Mayol divaga cuando declara ante Doris Jiménez, presidenta del Tribunal de Ética del Colegio Metropolitano. Habla del Canal 13 cuando se le pregunta por el 7. Explica que como gerente general tenía injerencia en las áreas de programación, producción, comercial y prensa. “Dinacos no tenía nada que dar órdenes de esa naturaleza en el Canal (se refiere a divulgar comunicados). Alguien podría llamar y decir hay una noticia, pero dar instrucciones y decir oye, ustedes tienen que ir a esto y menos aún en forma extraña. ¡No! (…). Es que sabes lo que pasa: yo creo que las personas en esa época creían que existían los enfrentamientos. Yo creo que ese es el punto. Es todo lo que pasa: que creían eso. Entonces, cuando tú crees una cosa y después te enteras de otras, es otro mundo y otro momento histórico en que estamos analizando esto”. Ante la pregunta de si tuvo idea sobre las violaciones a los derechos humanos afirma: “No, yo no me refiero a que se violaran los derechos humanos. Yo me refiero a que estas cosas tan graves que se saben hoy día. Bueno… eran temas de discusión. Jaime Guzmán, yo hablaba con él, y me decía que estaba súper preocupado tratando de hacer A, B, C, D porque no quería que hubiera problemas, pero nosotros no teníamos ninguna relación de la magnitud. Nada”. Asegura que nunca tuvo que ver con Dinacos, que no recibió sus comunicados, porque él no es procesador de información, sino que le piden opiniones, y que si Dinacos quería entregar información llamaba al director de prensa, al editor o al periodista asignado al Diego Portales. Y por último le dice a Doris Jiménez que ella tiene que establecer “la ruta… de la seda”.
Declaraciones que revelan cómo piensa, se mueve y habla Mayol.

Su amistad con Jaime Guzmán y la franja del SÍ

Hay dos versiones sobre cómo se hizo amigo de Jaime Guzmán, quien sería vital en el viraje político de Mayol desde la DC hacia el gremialismo. Una sostiene que fue cuando Guzmán era panelista de “A esta hora se improvisa”, y Mayol, el segundo de Prensa en Canal 13. “Por lo que me contaron Jaime y Manfredo, Jaime le echó el ojo, dijo este gallo es capaz, rápido. Si alguien le parecía interesante, Jaime lo invitaba a tomar un café y la gente que le interesaba a Jaime no se le iba. Ahí empezó a contarle todo su cuento y Manfredo se lo compró”, cuenta un simpatizante de la UDI y cercano a Mayol. Otra fuente apunta a que el vínculo nació en Canal 7, mientras Guzmán era comentarista del noticiero central y Mayol se desempeñaba como gerente general de la estación. “Jaime confiaba en su criterio y comentaba con él los temas comunicacionales”, afirma un antiguo gremialista. “Él era de los que comía con Jaime. Tuvieron una amistad muy profunda y Jaime lo respetaba y quería mucho”, cuenta el simpatizante de la UDI cercano al periodista. Por su influencia, Mayol suscribió las ideas del régimen pinochetista y en 1977 fue uno de los 77 jóvenes que subió el cerro Chacarillas, vecino al San Cristóbal, con una antorcha, para homenajear a Pinochet.

En 1980, asumió como director de la revista Ercilla, en manos del grupo Cruzat-Larraín, y se quedó hasta 1985. Suele atribuirse el éxito de los libros que acompañaban a cada edición, pero la idea fue implementada por Joaquín Villarino, su antecesor en la revista, quien lanzó dos colecciones de fascículos con mucho éxito. Y, más tarde, llegaron André Le Foulon, como gerente general de Ercilla, designado por la Comisión Progresa (que liquidó los bienes del grupo Cruzat Larraín), y Alfredo Moreno, el ex canciller del gobierno de Piñera, hoy director de las filiales de Empresas Penta y por entonces presidente de Editorial Ercilla, los que frente a un país en quiebra hicieron algo similar pero barato con libros impresos en papel de diario, que llevaron a la revista a vender 300 mil ejemplares semanales.

Dejó Ercilla para regresar a Canal 7 como director ejecutivo entre 1985 y 1986. “Ese cargo lo veía La Moneda. Mayol era próximo a Francisco Javier Cuadra y de ahí vino su nombramiento”, sostienen en su entorno. Un amigo de Mayol asegura que hacia fines del régimen sí participó en la Secretaría General de Gobierno. “Me consta que trabajó con Orlando Poblete (1987-1988) en comunicaciones, pero me dijo nunca me metí en el tema de la censura. Su relación con Pinochet fue distante y casi nula”.

Trabajó en la franja del SÍ para el plebiscito de 1988. A pocos días de ser emitidos los primeros capítulos, los resultados eran desastrosos. Mayol, Jovino Novoa, Pablo Longueira, Joaquín Lavín, Luis Cordero, Carlos Alberto Délano y Ernesto Silva –según relata Capital– fueron a La Moneda para hablar con Pinochet y le plantearon un cambio urgente.

Otra versión señala que “la evaluación de la franja del SÍ ocurrió cuando citaron a Lavín y a Mayol para verla y Lavín dijo que era buena y Mayol que era mala. Ahí llevaron a Mayol con los creadores, comandados por Alberto Israel. E Israel habría dicho, luego de escuchar a Mayol, que efectivamente había problemas, pero que era porque la solicitud (brief) del cliente era mala. Y entonces el Gobierno le pidió parchar el asunto”.

Mayol trabajó en la nueva estrategia que, en lugar de mostrar logros, apuntó a una guerra valórica: si la promesa del NO era la alegría, la del SÍ debía sembrar miedo frente a un futuro de caos y desabastecimiento.

En el penúltimo capítulo de la franja apareció Carmen Weber, criticando a su ex marido Ricardo Lagos. Muchos años más tarde, su hijo Ricardo Lagos Weber acusó al equipo creativo (Novoa, Mayol y Délano) de haber usado a su madre que sufría un trastorno bipolar para atacar a su padre. “Sobre asesinatos de imagen los conozco (a los de derecha) y los viví en carne propia. Si no, pregúntele a los responsables de la franja del SÍ que usaron a mi madre y ninguno ha dado la cara”, declaró a La Segunda. Asesinato de imagen es una expresión que le atribuye a Mayol y que usó Jovino Novoa a raíz de las acusaciones de Gemita Bueno en el Caso Spiniak.

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