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El giro bacheletista de Eugenio Tironi El sociólogo PPD ha ganado terreno e influencia ante La Moneda

El giro bacheletista de Eugenio Tironi

Marcela Jiménez
Por : Marcela Jiménez Periodista de El Mostrador
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En el Gobierno detallaron que el vínculo con La Moneda comenzó a través de la Segpres y del tema constitucional, que en ese ámbito se generó un acercamiento con el director de políticas públicas del gabinete presidencial, Pedro Guell, quien es en el segundo piso de Palacio el encargado de todo lo relacionado con el proceso constituyente. Además, el nombre de Ascanio Cavallo para integrarse al equipo asesor para La Haya fue visado especialmente por la Presidenta Bachelet y la idea de incorporar al periodista –aseguraron en el oficialismo y el Gobierno– salió precisamente del consejero tras bambalinas.


El mítico hombre tras la emblemática campaña del NO, una figura fuertemente ligada a la Concertación las últimas dos décadas, el sociólogo y lobbista PPD, Eugenio Tironi, dio un giro de sus reservas iniciales con el proyecto de Gobierno de la Nueva Mayoría y hoy ha extendido su influencia en el seno de la administración de Michelle Bachelet. Un terreno ganado sobre la base de algunas asesorías claves a La Moneda.

Hace dos semanas, el domingo 23 de noviembre, apareció en la sección ‘Apuntes’ de La Tercera una breve nota que hablaba de los ajustes finales que se estaban realizando en el Gobierno a la campaña de educación cívica y diálogos ciudadanos para el proceso constituyente. Agregaba que la fase de los diálogos ciudadanos estaba a cargo del antropólogo Rodrigo Araya, y que el eje del trabajo que se estaba definiendo era a partor de la fórmula de los “foros híbridos”: intervenciones ciudadanas como cabildos adaptadas a la realidad local con un mediador encargado de facilitar el diálogo, un modelo de gestión de controversias desarrollado por la consultora Tironi y Asociados.

Ese fue un indicio público de la influencia que estaba adquiriendo el sociólogo PPD en La Moneda, aunque desde semanas antes en el oficialismo ya se comentaba el giro bacheletista de Tironi, especialmente desde que, a mediados de octubre, el ministro de Relaciones Exteriores, Heraldo Muñoz, anunciara una reformulación de la estrategia para enfrentar la demanda marítima de Bolivia y que, por lo mismo, se incorporaban al equipo asesor el periodista Ascanio Cavallo, como coordinador de comunicaciones, el historiador Joaquín Fermandois, como coordinador de historiadores, y el subsecretario de Fuerzas Armadas, Gabriel Gaspar, como embajador en misión especial.

Desde la década del 90 Cavallo está estrechamente vinculado a la consultora de Tironi, como socio director, plataforma desde la cual ejerció –además de sus habituales columnas en La Tercera y comentarios de cine en El Sábado de El Mercurio– estos años como lobbista para empresas como Endesa.

No solo eso, altas fuentes de la Nueva Mayoría con llegada directa al entorno presidencial, explicaron que el nombre de Cavallo fue visado especialmente por Bachelet y que la idea de incorporar al periodista al equipo asesor salió precisamente de Tironi.

En el Gobierno detallaron que el vínculo del sociólogo con La Moneda comenzó a través de la Segpres y del tema constitucional, que en ese ámbito se generó un acercamiento con el director de políticas públicas del gabinete presidencial, Pedro Guell, quien es en el segundo piso de Palacio el encargado de todo lo relacionado con el proceso constituyente, el cual se ha fortalecido con los meses.

La relación de Tironi con La Moneda, agregaron, se consolidó a partir de julio de este año, después del rotundo fracaso de la estrategia comunicacional de “Todos x Chile”, que debutó en el marco del cónclave del Estadio San Jorge, donde la Presidenta sinceró que su Gobierno no podría llevar adelante todos los cambios estructurales prometidos. Dicho eslogan no cumplió las expectativas de marcar el vamos al llamado ‘segundo tiempo’ de la administración bacheletista, a pesar de haber sido visado por el ministro vocero, Marcelo Díaz, y su par de Interior, Jorge Burgos. De hecho, fue duramente criticado en el oficialismo, ya que la agencia Felicidad, de la publicista Piedad Rivadeneira –que se adjudicó la campaña por vía directa y el pago de 20 millones– usó la misma idea que aplicó para la fracasada campaña presidencial de Eduardo Frei el año 2009.

Entre quienes conocen al dedillo el tejemaneje de La Moneda tras bambalinas, explicaron que Tironi ha realizado algunos estudios para Presidencia, de diferentes temas de interés nacional, tarea que otrora cumplía la empresa Feedback. Explicaron que son “estudios muy reservados, que solo conoce la Presidenta Bachelet” y al que muy pocos inquilinos de Palacio tienen acceso, solo cuando la Mandataria decide mostrarlos o comentarlos.

Agregaron que han sido varios estudios de distinta índole durante el 2015 y que, además, aportó con algunos para la Segegob mientras estuvo a cargo del PS Álvaro Elizalde, y que colaboró asimismo desde las sombras en algunos momentos con la Segpres, cuando estaba la ministra Ximena Rincón, hoy a cargo de la cartera de Trabajo.

En el Gobierno valoran a Tironi como una visión distinta, que aporta “una buena mirada” de las cosas, y destacaron algunos que, en el caso Caval, él siempre hizo ver que la única forma que tenía La Moneda de salir de la crisis que generó el escándalo de Sebastián Dávalos y su esposa, Natalia Compagnon, era “superarlo” y no “obviarlo” como inicialmente se intentó.

Este lunes 7 de diciembre, en el vespertino La Segunda, el columnista Juan Diego Montalva hizo hincapié precisamente en la nueva cercanía de Tironi con La Moneda a la luz de la defensa que ha hecho del proceso constituyente y del cuestionado Consejo de Observadores: “Los columnistas este fin de semana se dieron un festín con los observadores. Me sorprendió que el único que salió de la crítica y la sorna fue Eugenio Tironi en una columna el viernes. Tironi desmintió categóricamente que estuviera trabajando para el Gobierno en el tema constituyente y aclaró que su único interés era destacar a los observadores como una manera de recoger un conocimiento disperso. Tironi cuenta que hay un par de personas que trabajaron en el pasado en su oficina que ahora están en el Gobierno dedicadas a desarrollar el proceso constituyente. Pero distingue que es un tema que lleva trabajando hace tiempo y que está en su libro Apología de la intuición o cómo entender el desprestigio de la democracia y la empresa (…). Tironi defendiendo solo, con una columna, el modelo de observadores, parece el Quijote contra los molinos de viento”.

El columnista hace mención a Araya. En el entorno del antropólogo descartan que exista un vínculo entre Tironi y Asociados y La Moneda, que es a título personal la labor que realiza a cargo de los diálogos ciudadanos. Desde la Segpres respondieron oficialmente que “Rodrigo Araya, antropólogo, presta servicios como asesor externo a la División de Estudios de la Segpres. Araya es parte de un equipo de trabajo creado por dicha división para abordar distintas metodologías de participación ciudadana, en particular, hacer propuestas para el proceso que comenzará a partir de marzo de 2016 y que se enmarca en el debate de una Constitución para Chile”.

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Tironi ha descartado más de una vez tener injerencia en las decisiones que se adoptan en La Moneda. «¿Influencia? Ninguna. Del verbo ninguna», respondió a El Mostrador consultado por este tema. Eso sí, el sociólogo agregó que sus «ideas y opiniones son públicas. Si las expongo es para que sean tomadas y/o rebatidas por cualquiera. Si alguien lo hace, sea el Gobierno o el más humilde ciudadano, yo feliz. Es mi oficio».

El giro

El viernes 4 de diciembre, en su habitual tribuna en El Mercurio, el sociólogo PPD planteó que “el ‘proceso constituyente’ que ha puesto en marcha la Presidenta es una ruptura radical con el enfoque que inspiró, por ejemplo, la reforma tributaria. Si todo resulta, Chile podría volverse un ejemplo mundial en materia de innovación. Alguien podría patentarlo: Constitutional Design Thinking…».

Una defensa que no siempre fue así, ya que a Tironi siempre se le ubicó más en el mundo de los ex concertacionistas que con la Nueva Mayoría, más inclinado al partido del orden que a la retroexcavadora de Jaime Quintana.

En mayo del 2014, en El Mercurio, destacó que “un economista de fuste, y quien fuera otrora un todopoderoso ministro de Hacienda, Andrés Velasco, dijera respecto de la reforma tributaria: ‘En esta materia no hay verdades reveladas, no hay un conocimiento científico indiscutible, y por lo tanto hay que echar mano a discutir’ (…). Lo de Velasco ha sido una bocanada de aire fresco. La soberbia de quienes afirman saber con exactitud lo que ocurrirá de ser aplicada, la celeridad de quienes creen que su aprobación tiene una fecha de caducidad ineluctable, más la profusión de panfletos y videos, han vuelto cuesta arriba discutir. Pero habrá que hacerlo. No tanto para proveerle de legitimidad, pues la reforma tiene a su favor la sanción de las urnas. Habrá que hacerlo porque, cuando se admite que no hay ‘verdades reveladas’ ni ‘conocimiento científico indiscutible’, el diálogo es la mejor fuente de conocimiento”.

Unas semanas después, en junio del año pasado y a través de la misma tribuna, escribió que “los informes del PNUD han sido una recurrente fuente de inspiración para las corrientes que hoy están en el gobierno. Resulta disonante, por lo mismo, la distancia entre sus recomendaciones y la forma como se han presentado algunas de las reformas contenidas en su programa. Lo que se aprecia es un exagerado enamoramiento con teorías, modelos y estudios académicos, sumado a una fe incondicional en los efectos de los cambios normativos e institucionales, y, de otro lado, cierta displicencia hacia las prácticas de las personas y los dispositivos concretos en que se materializan. Los que se oponen a las reformas ocupan el mismo paradigma. El resultado es una polémica entre especialistas que se lanzan entre sí ‘evidencias científicas’, pero que hacen caso omiso del conocimiento incrustado en la ‘manera de hacer las cosas’ de los actores que serían beneficiados (o perjudicados) por las mentadas reformas. Huelga decirlo, pero este enfoque está muy lejos del Informe del PNUD de 2009”.

Ese mismo mes, cuando el debate por la reforma educacional estaba en un álgido punto en el oficialismo y de este con la oposición, los colegios y la Iglesia, Tironi destacó en otra columna que “nadie, sin embargo, parece dispuesto a prestar oídos a lo que enseña la vieja sociología. La sociedad chilena ha optado por hacer de la educación el depósito de todas aquellas expectativas que no puede alcanzar en otras esferas, como la familiar, económica, territorial o política: entre estas, el fin de la desigualdad, convirtiendo a la reforma educacional en el alibi para rehuir los cambios que habría que hacer en otros campos si de verdad se quiere dar batalla a la desigualdad. El gran damnificado de todo esto, me temo, podría ser la educación”.

En agosto y en el mismo tema, agregó en otra columna mercurial que “cuando se plantean desde arriba fórmulas como ‘efecto pares’, ‘tómbolas’ u otras por el estilo, es ineludible interrogarse si no se está usando a los niños como cobayas de remedios que los adultos rechazaríamos para nosotros mismos. En fin, cuando se traslada el sempiterno combate contra la desigualdad a la escuela y a la relación entre los niños, es imposible no ver en esto una coartada dirigida a justificar la indolencia frente a lo que ocurre en otros campos de la vida social”.

Hace un año exactamente, en diciembre del 2014, las encuestas arrojaban que Bachelet bajaba su adhesión del umbral del 50%, llegando a un 42% de apoyo y a un 52% de rechazo, cifras por las cuales hoy La Moneda haría una fiesta, pero que entonces eran malas para el primer año de mandato. En ese contexto, en una entrevista con Radio ADN, Tironi explicó que “la gente no cree en los anuncios grandilocuentes”, que lo que estaba sucediendo a la Presidenta era similar a lo que afectó a Sebastián Piñera durante su Gobierno: “Después de un primer año esplendoroso entremedio de los 33 (mineros) y su demostración de liderazgo, entre diciembre y junio de 2011 su popularidad se fue a pique. Esto nos demuestra que los gobiernos entran con esta obsesión, haciendo un gran planteamiento, la nueva forma de gobernar de Piñera, nadie se repite el plato, y ahora las reformas estructurales como la panacea” y es que, al pasar el tiempo –decía Tironi–, la gente se da cuenta “que su vida sigue siendo la misma de antes y que lo que se presentó como el mayor invento después de la penicilina no es tal”.

Incluso, en julio de este año, en su columna en el decano precisó que “en poco más de un año, todo eso estalló por los aires. ¿Fue culpa de las reformas, de los ‘patines’, de Caval, del precio del cobre, de la ‘vieja guardia’, de SQM, de la ‘retroexcavadora’, de la G90? Ya poco importa. Lo concreto es que, al menos desde el retorno de la democracia, jamás un proyecto de gobierno se desplomó de una manera más brutal, y por causas estrictamente endógenas. Desde hace algunas semanas el Gobierno ha decidido apelar al realismo, lo cual va de la mano de la priorización, la gradualidad, la gestión, el diálogo. Esto echa por la borda buena parte del discurso original de esta administración, el cual atrajo a muchos grupos y personas a sumarse a sus filas”.

Un tono bastante diferente al que se observa en sus intervenciones públicas más recientes, como la defensa del camino seguido por La Moneda para implementar el proceso constituyente.

A fines de octubre, en una entrevista en el diario Pulso, Tironi alabó el poder que tiene Bachelet: “No me gusta hablar de segundo aire, pero hay realidades muy contundentes. Esta es una Presidenta que tiene detrás una coalición que tiene la mayoría en el Parlamento, que salió electa con un montón de votos. En ese sentido, es una Presidenta que tiene mucho poder, entonces de pronto creo que ha habido cierta gente o analistas que se han dejado llevar un poquito por la superficie de las cosas y a raíz del asunto Caval, a raíz de las dificultades que han tenido las reformas, o del cambio de gabinete, dieron por descontado como que el Gobierno ya se había acabado y que la mayorías y minorías se habían diluido, y que la minoría podía tener más poder que la mayoría. Que el peso parlamentario que tiene la Nueva Mayoría ya no tenía ninguna importancia, porque tenía más valor un entendimiento en CasaPiedra, y las cosas no son así», respondió.

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