Rodrigo Aguayo, jefe de la Clínica Odontológica y evaluado de forma sobresaliente, asegura que «»la única razón por la que fui despedido, fue por enfrentarme al Señor Vicerrector, o dicho en términos coloquiales por ‘Contestarle al patrón’. ¿Es esto propio de una Universidad Pluralista que promueve el pensamiento crítico?», se pregunta
Rodrigo Aguayo Labarca, director de la Clínica Odontológica de la Universidad Diego Portales, fue despedido el 8 de diciembre luego de trabajar casi tres años y medio en la repartición. La decisión fue tomada por el Vicerrector Económico de la Institución Pablo Vigneaux quien lo desvinculó luego de una fuerte discusión a pesar de que en la última evaluación hecha por la decana de la facultad, fue calificado como «sobresaliente».
En una carta dirigida a Carlos Peña rector de la universidad, Rodrigo Aguayo detalla los múltiples logros concretados durante su gestión. Según expresa la Clínica Odontológica en la práctica no servía y de esta manera los alumnos reprobaban sus asignaturas prácticas.
«Cuando llegué a mediados del 2013 a hacerme cargo de gestionar la Clínica Odontológica, la situación era, a juicio de algunas autoridades de la Escuela, como “desastrosa”: Habían estudiantes que reprobaban sus asignaturas porque no tenían pacientes a los que atender, todas las semanas habían quiebres de stock de insumos con la consecuente pérdida de sesiones clínicas y malestar de los estudiantes, no existían procesos operacionales eficientes que permitieran un adecuando flujo de pacientes, y así una serie de situaciones complejas que se debían mejorar», detalla.
Según expresa en la carta, la situación mejoró de manera ostensible. «Hemos realizado más de 30 acuerdos de cooperación con colegios de escasos recursos para la atención odontológica del 100% de sus estudiantes entre 6 y 15 años. Estos acuerdos han permitido que los estudiantes de la asignatura de odontopediatría cumplan sin mayores dificultades su programa, y de paso logramos el propósito de vinculación con el medio, además del evidente aporte a la sociedad que implica dar una atención de calidad a niños que de otra manera tendrían escasa posibilidad de acceder», detalla entre otras mejoras que se pueden leer en la carta, como la optimización del sistema de abastecimiento y la generación de una fuente de ingresos para la repartición, que según dice, se duplicaron.
Precisamente, según relata Aguayo, la discusión con el Vicerrector Económico se habría generado después de una auditoría efectuada por la Contrloría de la casa de estudios en la que se detectó un problema con algunos insumos que según Aguayo representan el 0,005% de los recursos destinados a la clínica.
Pero la discusión fue en duros términos y aunque Rodrigo Aguayo hace una autocrítica a su reacción, en la carta que envía a Carlos Peña afirma que «le escribo esta carta con el sólo propósito de ejercer mi ‘derecho a opinión’, hubiese entendido mi desvinculación en una empresa privada con fines de lucro, en donde existe un dueño que tiene el legítimo derecho de poder imponer sus puntos de vista, de no trabajar con quien no quiere, pero en una Universidad que se jacta de promover la discusión y aceptar los distintos puntos de vista, no me parece que un Señor pueda tener una actitud totalmente autoritaria, grite y haga callar cuando algo no le parece, y simplemente no acepte que alguien opine distinto a él, más aun cuando se trata de temas que no son de su dominio», afirma concluye afirmando que «me preocupa que se esté instalando en la UIDP un estilo de liderazgo autoritario y represivo, y que la única forma de sobrevivir para quienes no gozan del fuero académico o estudiantil, sea convertirse en mentes no pensantes y simples ejecutores de órdenes».
A su juicio «la única razón por la que fui despedido, fue por enfrentarme al Señor Vicerrector, o dicho en términos coloquiales por “Contestarle al patrón”. ¿Es esto propio de una Universidad Pluralista que promueve el pensamiento crítico?
