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Sin permiso del Vaticano: «Besatón por el amor libre» desafía a autoridades de la UC «Buscamos promover una UC más inclusiva y menos homofóbica», dicen sus convocantes

Sin permiso del Vaticano: «Besatón por el amor libre» desafía a autoridades de la UC

La actividad se da en el marco del debate que surgió al interior del plantel sobre los derechos de las minorías sexuales y los límites que fija el proyecto educativo católico de la casa de estudios. «Buscamos promover una UC más inclusiva y menos homofóbica», explican los organizadores. Detractores de la iniciativa apuntan a que se debiera tomar en cuenta que la UC está ligada «a la misión evangelizadora de la iglesia (…) si no le gusta la UC, ¿A qué vinieron?»


Para hoy está fijada la «besatón por el amor libre«, actividad que se desarrollará en el patio de la Facultad de Derecho ubicada en la Casa Central de la Pontificia Universidad Católica, y que fue convocada por la Secretaría de género y sexualidades UC (SEGEX), organización formada por estudiantes para defender los derechos de las minorías sexuales al interior del plantel.

«Buscamos promover una UC más inclusiva y menos homofóbica y se suma a una agenda de actividades pro LGBTI en universidades católicas», explican los organizadores.

La «besatón por el amor libre» se da en el marco del debate que surgió al interior de la UC sobre los derechos de las minorías sexuales y los límites que fija el proyecto educativo católico de la casa de estudios.

Cabe recordar que el tema enfrentó a la Federación de Estudiantes de la UC (FEUC) con las autoridades de la universidad, quienes les negaron el permiso para realizar una feria sobre diversidad sexual.

Frente al rechazo, los dirigentes estudiantiles solicitaron una reunión para aclarar el tema. «Allí nos señalaron que la UC no permite que se realicen actividades que no sean de índole académica en sus dependencias. La religión católica no puede ser un límite a las distintas posturas que hay en una universidad; la universidad, antes de católica, es una universidad, no un colegio de curas», sostuvo entonces la presidenta de la FEUC, Sofía Barahona.

En ese sentido, dijo que le molestó que «se trate de ocultar la verdadera razón que hay detrás para no darnos el permiso (…) seguiremos luchando para que la UC sea una universidad verdaderamente pluralista, inclusiva y democrática».

En horas previas a que este miércoles se realizara la «besatón por el amor libre» se difundió una columna escrita por un estudiante de Derecho de la UC, Johnny Olate, quien cuestiona el actuar de grupos como la propia Secretaría de género y sexualidades UC y la Fundación Iguales.

El escrito que lleva por título: «Si no les gusta la UC ¿A qué vinieron?» argumenta que cuando se analiza cuál es la misión universitaria de la Pontificia Universidad Católica de Chile, hay que tomar en cuenta su nombre, orgánica e historia.

«No resulta complejo saber que está ligada a su carácter confesional y a la misión evangelizadora de la iglesia. Pero si se desea profundizar sobre esto, en su declaración de principios explicita de forma clara su vinculación con lo que ahí se menciona como “el pueblo de Dios” o si se quiere entender de otra forma, con el carácter propio de la cultura en que se encuentra inmersa nuestro país, que es la cristiana-occidental», explica.

«Resulta ser el esencial para discutir sobre las terribles conductas que han venido trayendo organizaciones y sus integrantes en nuestra universidad, como podría ser, por ejemplo, la “fundación iguales” o la “SEGEX», arremete el alumno.

Entonces, se pregunta: ¿Cuál es el propósito de un grupo que entra a una universidad confesional, con unos principios conceptuales claros en la doctrina mayoritaria de la iglesia católica, en la historia de nuestra institución y en su declaración de sus principios, al promover por medio de manifestaciones, ideas o conductas que la contravengan? ¿Qué intencionalidad hay detrás de una manifestación en la que se trae a un candidato a diputado a burlarse de un profesor asesinado por defender las mismas ideas de la institución a la que pertenecía? ¿Acaso no sabían al momento de matricularse que se encontraban frente a una universidad confesional? ¿Lo hicieron para modificar o destruir desde su interior ese sello valórico que ha sido elegido por generaciones de estudiantes y profesionales que han realizado un indudable aporte a forjar el carácter de nuestro país? ¿Lo desconocían?

De ser así, prosigue, «¿es correcto que lo intenten suprimir? ¿Por qué elegir el patio de una facultad con una enseñanza objetiva -que podamos compartir o no- sobre la moral para realizar actividades para desafiar esa visión?»

«Existe preocupación respecto a la polarización, violencia y pérdida de diálogo, que si no se detiene, terminará con una Universidad Católica destruida o lo que podría ser peor, el coartar la posibilidad a futuras generaciones de hacer la elección sobre la formación de verdad basada en principios cristianos, como fruto de la destrucción arbitraria de ella por quiénes no la comparten», concluyen.

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