Opinión
Estamos terminando el año más disruptivo del que tengamos memoria, y cuesta digerir cuánto cambió el mundo para siempre a partir de este improbable 2020. Desde luego, los modelos de negocio, la forma de trabajar, de relacionarnos y de hacer comunidad, la educación, en fin, todo lo que conocíamos hasta ahora dejó de ser lo que era y dio paso una nueva manera de vivir.
Esta nueva forma de vivir se erige sobre una Realidad Digital con la que convivíamos desde hace años, pero de la que no éramos tan conscientes. Teníamos una relación más bien instrumental con la tecnología, y la utilizábamos según nuestras necesidades, ya fuera para facilitarnos o agilizarnos procesos o bien para complementar y mejorar nuestro desempeño en las distintas áreas y roles en que nos desenvolvemos.
La llegada del Covid-19 modificó para siempre esta ecuación y nos instaló de un mes para otro en una Realidad Mixta o Realidad Híbrida, la fusión de los mundos real y virtual. No hay duda que íbamos a vivirla inevitablemente en unos años más, pero la pandemia del Covid-19 aceleró todas las tendencias en una década y aquí estamos, encabezando una nueva era.
Ya que la tecnología está disponible y que es posible desarrollar buena parte de las actividades económicas sobre plataformas digitales, ¿qué tan formadas están las personas para desarrollar su máximo potencial individual y colectivo en esta realidad?
Desde hace un tiempo, pero formalmente, desde 2018 distintos países y organismos internacionales están preocupados de preparar especialmente a las nuevas generaciones en el desarrollo de habilidades y competencias que les permitan transitar de manera adecuada por esta comunidad digital global hiperconectada en que vivimos.
Bajo el concepto de Inteligencia Digital, los expertos englobaron un conjunto de habilidades sociales, emocionales y cognitivas que requieren las personas para navegar en este nuevo mundo. Considera competencias, destrezas y consciencia real del nuevo paradigma en el que estamos, además del uso de la tecnología en favor del bienestar y el desarrollo de las comunidades, lo que por supuesto implica la adopción no sólo de conocimiento sino que también de valores y actitudes en la ciudadanía.
El Digital Intelligence Institute entiende la Inteligencia Digital como un modelo de desarrollo, y como tal, considera mucho más que la alfabetización de las personas en el uso de tecnologías. Se trata de un cambio cultural profundo, que busca incorporar un nuevo lenguaje y universo simbólico, con reglas y valores que apuntan al bien común y a mejorar entre todos la calidad de vida de la población.
Estas habilidades son diversas y consideran herramientas intelectuales como sicoemocionales, en áreas tan relevantes como la Comunicación Digital, Alfabetismo Digital, Derechos Digitales, Identidad Digital, Uso saludable de las Tecnologías, Seguridad Digital e Inteligencia Emocional Digital.
Dependiendo de la profundidad del conocimiento y manejo de las tecnologías de la información de las personas, en el desarrollo de las inteligencias digitales en general se distinguen tres niveles: Ciudadanía Digital, que es la capacidad de usar la tecnología digital y los medios en forma segura, responsable y ética; la Creatividad Digital, que se refiere a la capacidad de ser y sentirse parte del ecositema digital, crear nuevo conocimiento, tecnologías y convertir ideas en realidad; y la Competitividad Digital, que consiste en la habilidad de resolver desafíos globales, innovar, y crear nuevas oportunidades en la economía digital, generando crecimiento e impacto desde sus puestos de trabajo o sus propios emprendimientos.
Este conjunto de inteligencias está incluido en el marco de aprendizaje de Educación 2030 de la OCDE, motivó la formación de una coalición entre la esta última organización y el Foro Económico Mundial, y está en línea con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidad (ODS). Como el aprendizaje es un continuo, se requiere de sociedades ágiles, colaborativas y abiertas a seguir incorporando nuevos conocimientos para avanzar en la solución de los grandes problemas que aquejan al mundo: pobreza, calentamiento global, falta de inclusión, hambre, escasez hídrica, etc.
Por más de cinco años desde Fundación VTR hemos buscado no solo generar y disponibilizar contenido audiovisual de alta calidad sobre ciencia y tecnología, sino que también entregar herramientas que posibiliten un mayor acceso de las personas al mundo de oportunidades que ofrece la Sociedad Digital. Con programas como Convive Digital, Contenidos Digitales para el Aula, las Radiografías Digitales de las Familias y Colegios, entre muchos otros, además de nuestro apoyo permanente al Congreso del Futuro, queremos seguir empoderando a las nuevas generaciones para que puedan gestionar las tecnologías en su beneficio y el de su comunidad.
Parece cada vez mas urgente que entidades públicas y privadas del mundo de la Educación y la Tecnología se sumen a la promoción de las inteligencias digitales en Chile, no solo incentivando y ampliando el acceso al conocimiento en el uso de las tecnologías, sino que también potenciando el desarrollo de habilidades socioemocionales, que pongan las necesidades de las personas siempre al centro de todas las decisione, para que la que la tecnología nunca sea vista como un fin en sí misma.
Tenemos en nuestras manos una herramienta de enorme potencial transformador. Es labor de todos los sectores apurar el tranco, y junto con seguir fortaleciendo el acceso a las tecnologías, formar a las personas en competencias para que puedan convertirse en verdaderos ciudadanos digitales.
