Inclusión
En el Día del Buen Trato a las Personas Mayores, expertos de establecimientos de larga estadía sin fines de lucro llaman a tomar conciencia sobre este tema y a apoyar a las instituciones que se encargan de su cuidado. El maltrato a los adultos mayores traspasa la barrera de lo físico y lo emocional. También puede ser patrimonial, por omisión, por negligencia y laboral. Para que esto cambie, tenemos que partir por erradicar diversas conductas que tenemos como sociedad.
La Asamblea General de Naciones Unidas designó el 15 de junio como Día Mundial de Toma de Conciencia de Abuso y Maltrato en la Vejez. Actualmente el 15.7% de la población chilena es adulta mayor y se estima que para el 2050 este porcentaje crecerá a un 32,9%, con expectativas de vida que superarán en 10 puntos al promedio mundial, por sobre los 87 años. En un país que envejece tan aceleradamente la calidad de vida de las personas mayores se hace cada vez más relevante.
Según cifras del INE en Chile, para el año 2019, había 2.260.222 de personas mayores de 65 años, representando el 11,9% del total de la población del país. Para 2035, sin embargo, se prevé un importante aumento de este grupo etario, que se compondrá de 3.993.821 adultos, los que equivaldrán al 18,9% del total de la población. Es efectivo, la población está envejeciendo.
Así como la población mayor crece, también lo hacen los distintos tipos de maltratos a los cuales están expuestos, no solo de manera física como psicológica, sino los que se relacionan con la negligencia, la omisión y el patrimonio.
“El maltrato patrimonial se refiere a cuando están involucrados bienes y el mayor porcentaje de maltrato patrimonial lo realizan los hijos. Hay muchas personas mayores que, con hartos años de trabajo, tienen su casa, sus bienes y muchas veces terminan institucionalizados o en un sector que no es el propio. En ese momento es cuando sus familiares hacen uso de forma inapropiada del patrimonio, donde se involucran mecanismos de persuasión que el familiar apunta, muchas veces, a una manipulación”, comenta Mónica Oviedo, directora técnica y psicóloga de Conapran.
Infantilizar el lenguaje con ellos o crear una caricatura de ternura, desmereciendo muchas veces sus capacidades y experiencias, podría considerarse maltrato, así como también el edadismo y la abuelidad, que se mantienen muchas veces en el anonimato. Y es aquí donde entra a jugar el rol de cada en la sociedad. Desde la publicidad de cremas o productos para no ponerse viejo, hasta el que las personas den por sentado que son sus padres –los abuelos de los niños- quienes tienen que cuidarlos, solo por el hecho de ser sus abuelos, existe una evidente transgresión a la autonomía y la capacidad de decisión de los adultos mayores. Eso se denomina “abuelos esclavos”.
“Hay muchas formas de maltratar a un adulto mayor, varias de las cuales pueden ser sutiles e incluso han sido aceptadas socialmente, por ejemplo, no dejar que las personas mayores tomen decisiones por sí mismas, no explicarles lo que está sucediendo, hablarles como si fueran niños, hacerlos sentir que son una carga, no dejarlos moverse por temor a que se puedan caer y otras medidas que, aunque pueden buscar su protección, derivan en una falta de amabilidad comprensión con ellos y sus necesidades”, explica Esperanza Saldaña, terapeuta ocupacional del hogar El Buen Samaritano de la Fundación San Vicente de Paul.
En la mayoría de las ocasiones esta falta de buen trato no tiene que ver con las intenciones de quien está a cargo del cuidado de la persona mayor, sino que con la carencia de formación y medios. Cuidar a un adulto mayor puede implicar mayores gastos, un desmedro de la vida social del cuidador, frecuentes frustraciones y mucho estrés. Esto puede derivar fácilmente en una falta de paciencia e incluso gritos a la persona cuidada.
En los establecimientos de larga estadía para adultos mayores (Eleam) el buen trato es también un desafío cotidiano, que se ha agudizado durante la pandemia. Al cierre de los Eleam, que impide que los residentes puedan recibir visitas de familiares y voluntarios, se suman las exigentes medidas sanitarias que obligan al personal a usar elementos de protección, generando una inevitable “barrera” entre los adultos mayores y sus cuidadores, impidiendo que puedan entender lo que se les dice e incluso reconocer a sus cuidadores habituales, generando en ellos confusión y estrés.
“Hoy vemos que al miedo y la incertidumbre que experimentaban las personas mayores al inicio de la pandemia, se ha sumado la soledad y el aburrimiento”, explica Claudia Castañeda, directora de Desarrollo de Fundación Las Rosas.
En este contexto el buen trato, es decir, ser amables, tratar a las personas mayores con el respeto y dignidad que se merecen, escuchando sus demandas y preocupaciones, promoviendo que se mantengan activas personal y socialmente es una tarea difícil, que los hogares han enfrentado como una más dentro de la enorme crisis que están viviendo desde marzo del 2020.
Una de las principales consecuencias que generan este tipo de acciones tan negativas para los adultos mayores, ya sea físicas, psicológicas, patrimoniales e incluso económicas, tienen relación con el autoestima. Los adultos mayores viven una etapa en donde la que enfrentan diversos duelos, y entre ellos también se encuentra la pérdida de un rol activo y preponderante en la sociedad. Para ellos, jubilar significa estar “fuera” de esta sociedad tan activa y exitista, lo que muchas veces puede gatillar en depresiones.
“La depresión es frecuente, es una cifra alta. Y es principalmente cuando empiezan a visibilizar que están próximos a esta etapa de jubilar, hay una pérdida de la transformación de su cuerpo, de su energía. Y así se van quedando atrás, generándoles tristeza, aislamiento, salir de esa rutina que tenían en lo laboral. Esto también es una pérdida, un duelo, que si se acompaña de un maltrato directo, gatilla en depresión, baja autoestima, bajos niveles de sueño e irritabilidad. Las consecuencias de un maltrato físico si bien, lamentablemente, siempre van a verse, dejan secuelas emocionales y psicosociales. Siempre será así, incluso secuelas cognitivas que, muchas veces, son silenciosas”, asegura Mónica Oviedo, directora técnica y psicóloga de Conapran.
Una crisis que los ha llevado a unirse por segundo año en la Colecta Mayor, campaña que busca recaudar fondos para enfrentar la emergencia sanitaria y visibilizar la realidad de las personas mayores que viven en estos establecimientos. “En un año de elecciones, elige donar” es el llamado que hacen instituciones como Fundación Las Rosas, Conapran, Fundación San Vicente de Paul y Villa Padre Hurtado.
El documento que aborda distintos aspectos para una vejez más plena y feliz en sus establecimientos. Entre los puntos planteados destacan la necesidad de ser escuchados, respetados y valorados, contar con más apoyo para un envejecimiento activo, y sentirse integrados a la sociedad a través del contacto con las nuevas generaciones.
“Precisamente por esto hemos querido que en nuestra campaña ellos sean los protagonistas y levanten su voz. Ellos quieren, necesitan ser escuchados”, explica Claudia Castañeda, directora de Desarrollo de Fundación Las Rosas. La colecta se lanzó la semana pasada, con la presentación del Manifiesto Mayor, un documento en el que los adultos mayores presentan algunas propuestas para vivir una vejez más digna y feliz. “En este día del Buen Trato a los Adultos Mayores podemos tener un gesto muy concreto para expresarles que estamos con ellos, que no los olvidamos, ingresando a www.colectamayor.cl y aportando para que nuestras instituciones puedan continuar su labor, atender sus necesidades y entregarles cariño y cuidado en esta etapa de sus vidas”.
Esperanza Saldaña comenta algunas ideas para tener un mejor trato a los adultos mayores:
