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Mejorar las habilidades comunicativas entre cuidadores y pacientes con demencia tiene efectos significativos en la salud de ambos Salud

Mejorar las habilidades comunicativas entre cuidadores y pacientes con demencia tiene efectos significativos en la salud de ambos

En etapas avanzadas, la demencia puede dificultar la comprensión y el lenguaje en quienes la padecen. Mejorar los aspectos comunicativos, a través de distintas estrategias, puede contribuir a aliviar síntomas como ansiedad, irritabilidad o apatía en los pacientes. En el caso de los cuidadores, permite disminuir la sobrecarga laboral y prevenir enfermedades como la depresión.


Los problemas de comunicación que presentan las personas con demencia varían según el tipo de enfermedad y el grado de severidad o evolución del cuadro.  En términos generales, estas pueden tener dificultad para comprender instrucciones, olvidar palabras, conversaciones, dificultad para organizar ideas o discursos coherentes. En etapas más avanzadas, los pacientes pueden presentar problemas para procesar información visual o auditiva, lo que dificulta la comprensión, y el lenguaje se puede ver reducido de forma severa. Lo anterior se traduce, en algunos casos, en que la persona sea o se sienta aislada de su entorno y exista un mayor requerimiento de cuidados por parte de terceros.

Para mejorar los aspectos en la comunicación entre cuidadores y pacientes con demencia, es importante que quienes cuidan de ellos tengan las herramientas necesarias para dar respuesta a las necesidades conductuales o psicológicas que los pacientes requieren.

De acuerdo al fonoaudiólogo Joaquín Gay, coordinador de la Unidad de Adulto de esta carrera en la Universidad Autónoma, “el uso de estrategias para favorecer la interacción social y comunicativa de las personas con demencia es escaso. La mayoría de los cuidadores de personas con demencia no cuenta con estudios o preparación formal, por este motivo es importante acercar este conocimiento a esta población”.

En Chile, actualmente 1,06% de la población, es decir 180.000 personas, presentan Alzheimer u otro tipo de demencia. En tanto, la OMS ha señalado que para el año 2050, 3.10% de la población (626.000 personas) tendrá Alzheimer u otra demencia.

De acuerdo al estudio “Personas dependientes: ¿quiénes son, quiénes los cuidan y cuál es el costo de la asistencia?”, del Centro de Estudios Público-CEP,  publicado en marzo de este año, “por cada persona que se encuentra en situación de dependencia, existe una segunda (cuidador) que debe proveer asistencia en las actividades que la primera no puede realizar, tanto de manera formal (pagada) como informal (no pagada)”.

Consejos del especialista

De acuerdo al fonoaudiólogo de la U. Autónoma, existen algunos consejos esenciales que pueden beneficiar enormemente la situación, tanto de la persona con demencia, como la de su cuidador.

“La intensidad de nuestra voz debe ser cuidada, nunca exagerada o muy elevada, aunque siempre considerando la potencial existencia de pérdida auditiva por parte de la persona a nuestro cuidado”.

Asimismo, agrega el especialista, “la articulación y velocidad con la que le hablamos al dependiente no debe ser rápida, algo que pasa “por la disminución en la velocidad de procesamiento del paciente. Pero tampoco se debe enlentecer en extremo, ya que además de perder naturalidad y ser poco familiar para la persona con demencia, será más difícil procesar este mensaje verbal en el que los sonidos de las palabras tienen una duración atípica”, señala Joaquin Gay.

Del mismo modo, es importante «moderar la extensión del mensaje y evitar el habla infantilizada al dirigirse a las personas con demencia, cuidar el tipo de palabras a utilizar, evitando conceptos de mayor abstracción, y dirigirse siempre de frente a la persona al interactuar con ella”.

Cada estrategia debe ser utilizada de manera contextualizada y considerando las características de cada persona, especifica el académico. “El uso de estas estrategias por parte de su entorno permitirá a los pacientes disminuir síntomas conductuales o psicológicos como ansiedad, irritabilidad o apatía. “Con ello se evita que la persona se vea aislada, permitiendo mantener su nivel de funcionalidad o calidad de vida por el mayor tiempo posible durante el transcurso de la enfermedad”.

A su vez, estas medidas pueden mejorar la salud de los mismos cuidadores al disminuir la sobrecarga que puede generar el cuidado de personas con demencia, “y prevenir enfermedades como la depresión”, concluye el académico.

 

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