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Estrés y salud oral Opinión

Estrés y salud oral

Bernardita Fuentes Palma
Por : Bernardita Fuentes Palma Cirujano dentista y académica Universidad Andrés Bello
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La situación económica, las consecuencias de la pandemia, los cambios experimentados durante los últimos años han impactado fuertemente en la salud mental de las personas, elevando los índices de ansiedad y depresión.

Cada nuevo condicionante genera una respuesta defensiva de nuestro organismo, un desequilibrio del funcionamiento que se traduce en una alteración de la relación cuerpo- mente, que puede afectar a un alto porcentaje de individuos.

La cavidad oral es una zona de reflejo de este tipo de alteraciones. En la actualidad se reporta un sinnúmero de lesiones y enfermedades asociadas a trastornos psicógenos, que se manifiestan no solo con dolor, sino también, con otros signos y síntomas que alteran la calidad de vida de quien las padece.

Ardor, úlceras (heridas) o ampollas son algunas de las expresiones que se pueden evidenciar producto de la desregulación inmunológica que inducen los cambios psíquicos en nosotros.

Los trastornos psicológicos que conforman la conocida triada ansiedad, estrés y depresión han sido fuertemente estudiados en asociación a otras entidades, entre ellas las lesiones orales como las úlceras recurrentes (aftas), el liquen plano, el pénfigo o el cada vez más común Síndrome de Boca Urente (SBU). Las anteriores patologías orales ya venían manifestándose cada vez más frecuentemente en la sociedad y el número de consultas al especialista aumentaba paulatinamente de forma considerable, debido al ritmo acelerado al que estábamos acostumbrados.

Resulta fundamental, entonces, entregar directrices de cómo actuar o qué hacer frente a esto. El dolor, de diferente intensidad, que acompaña en mayor o menor grado a las lesiones mencionadas, es en la actualidad un motivo de consulta que debe ser considerado, ya que se establece dentro de los protocolos de urgencias odontológicas actuales.

No existe una receta tipo para disminuir los niveles de estrés ó modificar los aspectos psicológicos y/o emocionales en cada uno de nosotros, pero sí contamos con herramientas para mitigarlos. Además del tratamiento farmacológico, una práctica y de bajo costo, que debería masificarse, es escucharnos unos a otros y desarrollar nuestra empatía.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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