La enfermedad en personas pobres las empobrece más: implica gastar en exámenes, tratamientos y en ciertos casos, dejar de trabajar. Además, perjudica los procesos educativos al interrumpirlos. “Diversos estudios demuestran el poder de las vacunas en términos antropomédicos, cognitivos, escolares, de mortalidad, la reducción de costos de vida y beneficios sociales y económicos”, sostuvo especialista.
“Si los padres de familia tienen un niño que hospitalizar, o tienen que dejar de trabajar para cuidarlo o bien deben vender cosas de su casa para que se los cuide, la enfermedad en el pobre empobrece más y si el pequeño queda con secuelas o algún tipo de discapacidad el costo será mayor”, ejemplificó María Luisa Ávila-Agüero.
La médica pediatra infectóloga, jefa del Servicio de Infectología en el Hospital Nacional de Niños «Dr. Carlos Sáenz Herrera» y ex ministra de Salud de Costa Rica (2006-201) habló sobre los «beneficios socioeconómicos y de salud pública de la vacunación” durante el 19° Seminario de Periodismo en Ciencia y Salud organizado por MSD y realizado en Buenos Aires.
En la instancia, la ex mandataria tomó el caso de su país, que introdujo una serie de vacunas para actualizar el esquema en base a un diagnóstico: “la enfermedad empobrece”. A partir de allí, explicó el surgimiento de un paradigma dentro de la salud, que pone énfasis en la investigación de los beneficios socioeconómicos de la inoculación.
El paradigma “vacunación para el desarrollo humano” se apoya en diversos estudios realizados en diferentes puntos del mundo y pone su foco en la vacunación pública, es decir, aquella efectuada desde los Estados.
“Un estudio realizado por Nandi y Vaccine, en 2019, investigó los efectos antropomédicos, cognitivos y escolares de la vacuna contra el sarampión en Etiopía, India y Vietnam y permitió comprender que si a un niño le da sarampión se borra todo su sistema inmune anterior y lo pone más propenso no sólo ante el, sino también ante otras enfermedades infecciosas”, explicó.
“Incluso si el niño hubiera estado vacunado contra ellas, porque las vacunas tienen un efecto protector más allá de la enfermedad, un niño que tuvo sarampión está más propenso a otras enfermedades”, agregó.
Otro estudio citado por la médica fue un artículo publicado por la Eppig Scientific American en septiembre de 2011, titulado “¿Por qué el coeficiente intelectual promedio es más alto en algunos lugares? Una sorprendente teoría sobre las variaciones globales en inteligencia”.
“Esta investigación encontró una fuerte relación entre enfermedades infecciosas y el CI, y también del control de factores como educación, temperatura y riqueza del país”, afirmó y se refirió a la viruela.
“Si se tiene durante el primer año de vida el cerebro ya quemó todas las calorías que hubiese utilizado para otras interacciones neurológicas para defenderse de la enfermedad”, reflexionó.
“Es más caro atender al enfermo que prevenir la enfermedad, y con la vacunación vemos beneficios en la reducción de la mortalidad, eliminación del costo médico, el avance hacia la equidad y reducción de la pobreza”, enfatizó la ex ministra costarricense.
Otros de los beneficios atribuibles a la inoculación, son aquellos vinculados a la productividad laboral (ya que en padres con hijos enfermos disminuye), asistencia escolar (con salud hay mejor asistencia y con ello mejores posibilidades de un posterior buen empleo), entre otros, mencionó María Luisa Ávila-Aguero en un salón compartido con periodistas y trabajadores de la salud de todo Latinoamérica
“La vida humana no tiene precio, pero en economías contraídas hay que valorar que durante la década de las vacunas se podrían salvar las vidas de más de 6 millones de niños con sólo seis vacunas”, destacó al citar otro estudio.
“¿Qué pasó con la vacunación durante la pandemia?”, fue una de las preguntas que marcó la jornada y tuvo una dura respuesta: “hubo una interrupción global del programa de inmunizaciones”, enfatizó la médica.
Al estar los ojos concentrados en la Covid-19, otros temas como la salud mental y enfermedades neurológicas, además de otros problemas de salud, derivaron en la emergencia de “casos de dengue”, un aumento “significativo” de casos detectados tardíos de “cáncer”, el aumento de la obesidad, entre otras afecciones.
Si bien hay dos veces más probabilidades de contagiarse del sarampión que del SARS-CoV-2, el concentrar los esfuerzos en sostener la pandemia, derivó en “brotes de sarampión”, que están resurgiendo “sobre todo en países con bajo y mediano ingreso, y nosotros los pediatras les tenemos pánico al sarampión”, subrayó la profesional.
“Además está presente el riesgo de reemergencia de casos de difteria y brotes de tosferina en las américas, porque países como Haití, Perú y Colombia reportaron casos, y no son las únicas amenazas de brotes de enfermedades prevenibles por vacunación”, indicó la ex ministra de Salud.
Por estos motivos, la médica resaltó la importancia de recuperar los retrocesos ocurridos entre 2020 y 2021 para alcanzar la Agenda de Inmunización 2030, cuyo gran objetivo es primero reducir a la mitad el número de niños con dosis cero, o sea, menores sin ninguna vacuna.
“Las coberturas de vacunación descendieron en todas las regiones del mundo como resultado de la pandemia, y en el caso de LATAM ya venía lenta, lo cual provocó que los procesos de desaceleraran”, dijo, y ejemplificó con el caso de Brasil, uno de los 10 países “que tiene más niños desprotegidos”.
“Los servicios de salud no se han recuperado de la pandemia”, mencionó.
Para la experta, la salud “no es sólo ausencia de enfermedad sino prevención”. Así, entregó algunas recomendaciones para avanzar en el control de las enfermedades prevenibles por vacunación.
En primer lugar, destacó la necesidad de compromisos políticos “de alto nivel”, que detecten y acentúen prioridades, trabajen con sostenibilidad y establezcan marcos legales claros con recursos para ello.
Por otro lado, enfatizó en el robustecimiento de programas de inmunización que consideren la capacitación, los suministros y recursos económicos, el resguardo de la red de frío, la logística, el cuidado con los mensajes comunicacionales, la promoción de la investigación, monitoreo y evaluación.
“La comunicación y los medios son muy importantes, son grandes aliados en programas de inmunización, también la participación de líderes de opinión como sociedades científicas y profesionales, la educación en iglesias, sindicatos, organizaciones gubernamentales y no gubernamentales”, añadió.
Por último, la infectóloga se refirió a la vacunación de cara a las necesidades sanitarias en un futuro próximo.
“Si bien en primera instancia es esencial elevar el acceso y cobertura a las vacunas existentes, la introducción de nuevas vacunas será necesaria para ampliar la gama de protección de los programas de inmunización”, finalizó.