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El buen servicio de Uber y Cabify que juega en contra de los taxis tradicionales

El buen servicio de Uber y Cabify que juega en contra de los taxis tradicionales

El tema está instalado hace varias semanas y la ciudadanía mira el conflicto con distancia. La mala reputación por los taxímetros adulterados y los denominados «cambiazos» le están pasando la cuenta al servicio que prestan los autos negros con techo amarillo.


Que los taxistas estén en pie de guerra contra las aplicaciones Uber y Cabify por supuestamente amenazar su fuente laboral es una posición entendible, dadas las facilidades que éstas dan para que cualquier ciudadano con un vehículo particular en buenas condiciones y sólo licencia clase B se convierta en conductor.

¿Pero por qué los ciudadanos no han cerrado filas en favor del  gremio de los autos negros con techo amarillo y sigue creciendo el número de personas y empresas que prefieren estos servicios, pasando por alto el hecho que no están regulados y que el gobierno, sobre todo en el caso de Uber, no ha dudado en declararlos ilegales?

La última encuesta Plaza Pública Cadem publicada este lunes dio algunas luces de este fenómeno, el que tiene que ver con la insatisfacción que tienen muchas personas con el servicio que históricamente han prestado los taxis, sobre todo por los casos de taxímetros adulterados. De hecho, un no menor 59 por ciento a nivel nacional cree que esta es la principal falencia, cifra que se incrementa a 64% si sólo se consideran los encuestados que residen en la Región Metropolitana.

Y es que el hecho que la gente sepa antes de subir al vehículo la tarifa que tendrá que pagar por llegar a su destino es posiblemente una de las ventajas que más aplauden los usuarios de Uber y Cabify.

Asimismo, el 11% (13% en la capital) estima que los choferes de los taxis tratan mal a los pasajeros, el 8,0% (7,0% en Santiago), se quejó de las medidas de seguridad de los autos, y el 3,0% (que se eleva a 6,0% en Santiago) alegó que los taxistas nunca tienen vuelto.  Además, el 5,0% (sólo 3,0% en la capital) se quejó del mal estado de los vehículos.

Si la encuesta arrojó algo a favor de los taxistas tradicionales es la opinión del 59% de los encuestados, respecto a que tanto éstos como los conductores de Uber y Cabify debieran someterse a las mismas regulaciones, y el hecho que los taxis tradicionales y radiotaxis siguen siendo los más usados por la gente tanto en Santiago como regiones.

Pero no hay que cerrar los ojos. Lo que sí han hecho bien estas aplicaciones y ha significado su expansión a nivel global, tiene que ver con un salto tecnológico que le ha evitado a los usuarios todas las molestias que tradicionalmente tiene el sistema.

De hecho, contar de antemano con toda la información de un vehículo y su conductor es algo que las personas agradecen, además del buen estado de los autos con que las aplicaciones operan. Otra cosa es la posibilidad de pagar vía Smartphone con cargo a una tarjeta de crédito, lo que evita el intercambio de dinero con el conductor, anulando con eso cualquier posibilidad que se produzca un “cambiazo”, truco que algunos taxistas inescrupulosos hacen a los pasajeros más desprevenidos, haciéndolos creer que pagaron con un billete de menos valor. Y también impide que a turistas extranjeros les cobren sumas desmedidas.

Desde el gremio de los taxistas se defienden. Aseguran que contra ellos se está montando una campaña de desprestigio y que la tecnología también la han adoptado con aplicaciones que también son de alcance global, como es el caso de EasyTaxi, donde también existe la posibilidad de pago online y está disponible la información de cada taxi y su conductor. Además, aseguran que también está regulado el mercado de los taxis ejecutivos, por lo que quienes lo desean pueden pedir un vehículo ejecutivo “de color” y no únicamente el clásico  negro con techo amarillo.

Hasta ahora el conflicto ha derivado en algunas propuestas parlamentarias para regular la situación de Uber y Cabify, la negativa de la autoridad de Transportes a negociar con un servicio “ilegal”, que contrasta con las declaraciones del ex ministro del ramo Pedro Pablo Errázuriz, quien aseguró que «prohibir Uber es como prohibir Internet para proteger el Fax».

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