Entrevista
Asegura que no le complica llevar el mismo nombre de una marca que en 1979 llegó a Chile desde España, donde sus antepasados llevaban varios siglos dedicados a la producción vitivinícola. «Para mí es un orgullo. Es parte de una tradición familiar y del negocio de la familia Torres que se ha transmitido de generación en generación», dijo.
Miguel Torres es el más contemporáneo representante de una familia ligada por siglos a la producción de vinos en España. Su nombre, de hecho, lo delata de inmediato como el depositario en carne y hueso de una tradición que hace más de tres décadas cruzó el Atlántico para asentarse en Chile y posicionarse como una de las viñas de renombre tanto a nivel local como internacional.
Fueron otros ‘migueles’, su padre y abuelo, quienes dieron el gran paso. «Mi padre viajó a Chile traído por su amigo Alejandro Parot y con el apoyo de mi abuelo apostaron por la vitivinicultura de ese país, dada las excelentes condiciones para el desarrollo de la vid. Nuestra familia ha producido vinos en España desde hace 140 años y ya era propietaria de viñedos hace 300 años. Nuestra empresa fue la primera vitivinícola extranjera que se estableció en Chile. Hoy contamos con 400 hectáreas de viñedos plantadas en seis fundos propios con diferentes tipologías y climas», dijo en esta entrevista que concedió a El Mostrador.
También asegura que no tiene problema con que su nombre sea el mismo de la marca y afirma que, después de tantos años, ya se siente chileno. «Para mí es un orgullo. Es parte de una tradición familiar y del negocio de la familia Torres que se ha transmitido de generación en generación. Espero que las futuras generaciones sientan el mismo orgullo y puedan continuar con el negocio del vino. Llevamos más de 30 años en Chile, país que nos ha acogido muy bien desde un inicio. Tantos años nos hacen sentirnos parte de Chile, miembros de la industria vitivinícola nacional. Además yo y mi señora tenemos dos hijos chilenos, nos sentimos muy arraigados», dijo.
Productos orgánicos y apuesta por la innovación
A la hora de describir su viña, Miguel Torres tiene absoluta claridad de cuáles son los factores que la distinguen tanto en Chile como en el exterior, dejando de manifiesto un aspecto que lo diferencia y que tiene que ver con que, más allá de las circunstancias y de distintos momentos políticos, supo darse cuenta de la importancia de convertirse en un aporte a la comunidad y para el medio ambiente.
«Somos una empresa familiar que compite en un mercado global y que tiene como señas de identidad la calidad de sus vinos, su respeto al medio ambiente y su responsabilidad social, dada por sus certificaciones orgánicas y fair trade, además de su apuesta por el rescate de variedades antiguas», sostuvo.
«Tenemos una fuerte filosofía enfocada en la sostenibilidad, la que se traduce en un 100% de viñedos orgánicos, una apuesta a ser la mayor viña Fair Trade de Chile a partir de 2010, el constante trabajo por rescatar variedades y valles antiguos, como la variedad País, Carignan, Cinsault y ahora último nuestro rescate por el Valle de Itata, el con mayor tradición en el país. Nuestra Bodega ha sido reconocida por sus proyectos de innovación, lo que nos llena de orgullo», agregó.
En este punto recordó que la innovación ha estado presente desde los primeros años, cuando en sus comienzos trajeron al país las primeras cubas de acero inoxidable, y fueron pioneros en el uso de barricas de roble para guarda de los vinos tintos. Además, destacó el apoyo que brindó a la industria local «con el rescate de uva país y el exitoso caso de Estelado, el primer espumante rosado elaborado con uva país».
Y aún hay más logros: «Nuestra marca está presente en más de 130 países. Tenemos el liderazgo en ventas de vinos Fair Trade con nuestra línea Santa Digna, la más antigua y primer vino elaborado en Chile. Contamos con empresa propia en China, Suecia, Brasil e importantes partners en México y Finlandia. Por último, un reconocimiento que nos llena de orgullo, haber sido elegidos por segundo año como la Marca de vinos más Admirada de Europa por Drinks International (año 2011 y 2016)».
Torres confía en que el alza del tipo de cambio significará un nuevo aire para los exportadores vitivinícolas, pero advierte que no hay que quedarse sólo con los resultados de un corto plazo, sino que al mismo tiempo «hay que mejorar el valor de las exportaciones del vino Chileno. Pienso que podemos dar un mensaje renovado recuperando nuestra propia historia y aportando mayor valor, por un lado están los terroirs específicos, como ’Empedrado’, las plantaciones en laderas que huyen de altos rendimientos en el viñedo y por otro algunas de las variedades antiguas cultivadas en Chile como los moscateles antiguos, los Carignans o la cepa País, la tecnología y el conocimiento del viñedo que tenemos hoy nos permite hacer vinos que hace 20 años hubieran sido impensables».
Finalmente, aseguró que más allá de los vaivenes de la economía y del actual período de desaceleración, el norte de su compañía seguirá siendo la elaboración de vinos premium.
«Nos centramos en aquellos factores que podemos controlar, tales como la calidad de nuestros vinos, el trabajo en la viña y las inversiones. Si bien la economía en Chile se ha ralentizado, Miguel Torres Chile ha apostado siempre por el segmento de vinos Premium y nuestra viña continúa creciendo. Nuestra gran suerte es que tenemos un equipo muy comprometido que ayuda a la empresa a salir adelante pese a los cambios en el entorno. Personalmente pienso que siempre habrá amantes del vino dispuestos a degustar vinos realmente especiales».
