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Alejandro Vigil, el enólogo argentino que puso  los vinos de Mendoza entre los mejores del mundo Vitivinicultura

Alejandro Vigil, el enólogo argentino que puso los vinos de Mendoza entre los mejores del mundo

El ingeniero agrónomo conversó con El Mostrador en su predio de la localidad trasandina de Chachingo, que está inspirada en «La Divina Comedia» y donde se encuentran también sus viñedos, bodega y su restaurante «Los Glotones».


El enólogo argentino Alejandro Vigil tiene mucho que celebrar. sus vinos  Gran Enemigo Single Vineyard Gualtallary Cabernet Franc 2011, y  Catena Zapata Adrianna Vineyard Malbec 2011, consiguieron 98 puntos de 100 en el reporte Wine Advocate 2015 que elabora Robert Paker. Pero eso no es todo, ya que también consiguió 96 unidades con el vino Los Valientes Chachingo Legend 2013, que forma parte de la pequeña bodega que junto a su socia Adrianna Catena tiene en su predio de la localidad agrícola de Chachingo, ubicada a pocos kilómetros del Mendoza.

Este ingeniero agrónomo de la Universidad de Cuyo es el jefe de enología de la bodega Catena Zapata, a la que llegó a comienzos de la década pasada, y que forma parte del imperio vitivinícola que tiene en la zona Nicolás Catena.

Vigil recibió a El Mostrador precisamente en su predio  que recrea la obra «La Divina Comedia», y que bautizó como “Casa El Enemigo”. A su bodega, en tanto, la llamó “Los Valientes”, a  la plantación “Nuestros Viñedos” y al restaurante para medio centenar de comensales que abrió en el lugar, lo llamó “Los Glotones”.

“Tenemos una conexión tan grande con Chile que en Argentina nos dicen chilenos”, dijo medio en broma y medio en serio al inicio de esta entrevista exclusiva, donde analizó el aporte del sector vitivinícola a la economía de Argentina, cuyo valor va mucho más allá del aporte real a las cifras del PIB, ya que contribuye con empleo, con el refuerzo de la marca de su país en el exterior y como un motor para la actividad turística.

“Como industria vitivinícola dentro del PIB somos muy pequeños, casi insignificantes, pero tenemos una red de contención que está dada por la mano de obra que genera. Pensemos que para 250 hectáreas de soja necesitas una sola persona que las maneje, y nosotros necesitamos cinco personas por hectárea”, dijo. Y afirmó que se trata de una demanda de trabajadores fundamental para las actividades regionales, que de alguna manera sirve para contener a la población y evitar que “centros urbanos como Buenos Aires crezcan desmedidamente”.

Al mismo tiempo, considera que “el vino es uno de los pocos productos que puedes encontrar en cualquier lugar del mundo. Los nuestros dicen ‘Argentina Mendoza’ o ‘Argentina Neuquén’. El rótulo ya está indicando el lugar. Y si bien la actividad en forma directa no tiene un fuerte impacto, sin lugar a dudas crea un fuerte impacto en el PIB a través del turismo, porque  si pensamos que Mendoza es una provincia donde viven dos millones de habitantes y es visitada por cuatro millones de turistas, quiere decir que el impacto sí se puede medir”.
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Sobre este punto enfatiza: “la imagen Maradona, tango, Malbec es muy fuerte en el mundo y la idea nuestra siempre es que el tango y el malbec vayan unidos, es una imagen bastante positiva”.

Crisis estructural

A la hora de analizar la realidad del mercado vitivinícola trasandino, Vigil tiene una mirada crítica. Y es que a su juicio, el sector vive “una crisis estructural que tiene que ver con una reconversión que fue más hecha. Cuando la gente pensó en reconversión pensó en varietales alternativos que tienen mayor valor, y lo que teníamos  que pensar era una forma de cultivo, una tecnología de cultivo que fuera rentable para cualquier viticultor.Por ejemplo, en la zona este de Mendoza, que es la de mayor producción de uva de Argentina, podríamos haber pasado a sistemas productivos donde necesitáramos menos mano de obra y que fuera mucho más rentable en cuanto a rendimiento por hectárea; pero seguimos plantando en parral, plantamos varietales que no se adaptan muy bien a la zona y sin toda la tecnología necesaria. Y bueno, es un cambio fuerte”.

Pan y vino

Vigil relata que cuando hace 14 años llegó a trabajar a la viña, el dueño de ésta, Nicolás Catena,  en una decisión que ahora considera “un acto punk de la vitivinicultura”, aceptó sus dos condiciones para hacerse cargo de los “vinos top” de la viña.  La primera fue que le diera mil dólares para comprarse un Fiat Palio y la otra, y que resultó clave, fue sacar a los consultores de la bodega.

No fue una decisión simple, recuerda, porque se trataba ni más ni menos de personalidades que habían dado a conocer el vino argentino en todo el mundo. Y aunque asegura que él en esa época era un “ignorante”, el propio Catena le dijo más adelante que los buenos resultados conseguidos fueron porque pudo dar rienda suelta a una visión distinta.

Finalmente, afirmó que más allá de los mercados internacionales, en Argentina hay un gran mercado par el vino. “Somos un país consumidor de vinos y tiene relación con que el vino es alimento. En mi casa si no había vino y pan no se comía. Era imposible almorzar si no había vino y pan. Y es que el vino en la mesa es como tener el agua”.

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