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Rex Tillerson, el petrolero que Trump quiere como secretario de Estado y que le debe su liderazgo «a los Boy Scouts» FT Weekend

Rex Tillerson, el petrolero que Trump quiere como secretario de Estado y que le debe su liderazgo «a los Boy Scouts»

Su nombramiento para ser el principal representante diplomático estadounidense ha sido denunciado en todo el espectro político. Los ambientalistas están furiosos de que la industria petrolera aparentemente tomará las riendas en Washington, mientras que los republicanos de línea dura como el senador por Florida Marco Rubio, han manifestado su preocupación por sus vínculos con el presidente ruso, Vladimir Putin.


A fines de la década de 1960 y principios de la de 1970, cuando sus amigos adolescentes estaban divirtiéndose en festivales de música rock y protestando en contra de la guerra en Vietnam, Rex Tillerson pasó sus veranos con los Boy Scouts de América como director de natación en Camp Strake, 35 millas al norte de Houston.

Actualmente, como director ejecutivo de Exxon, es uno de los líderes empresariales más poderosos en EEUU, y asegura que todo se lo debe a los Boy Scouts de América. “Recibí todo mi entrenamiento de liderazgo en los Boy Scouts”, comentó en una reunión de dicha organización en octubre.

Ahora está a punto de ver si las lecciones que aprendió chapuceando en el agua hace cinco décadas le servirán en los pantanos de Washington. Hasta el momento de su nombramiento como secretario de Estado por parte del presidente electo, Donald Trump, Tillerson estaba en camino a una cómoda jubilación el año que entra. Podría haber dedicado más tiempo a su segunda esposa, Renda, y a sus cuatro hijos y a sus demás intereses como los Boy Scouts, su iglesia y el golf. En vez, ha elegido enfrentar una tormenta de controversias.

Su nombramiento para ser el principal representante diplomático estadounidense ha sido denunciado en todo el espectro político. Los ambientalistas están furiosos de que la industria petrolera aparentemente tomará las riendas en Washington, mientras que los republicanos de línea dura como el senador por Florida Marco Rubio, han manifestado su preocupación por sus vínculos con el presidente ruso, Vladimir Putin. Mientras tanto sus fortalezas, incluyendo su experiencia como dirigente de una compañía global de US$380 mil millones de dólares, han sido ignoradas. El camino a su confirmación está lleno de obstáculos.

Tillerson,  un hombre corpulento, con un característico acento tejano y cabello color plateado, realmente es una figura ideal para formar parte del equipo  de Trump. “Él sabe cómo proyectar la imagen de  fortaleza y competencia de EEUU en el mundo”, ice Suzanne Maloney del Instituto Brookings, quién fue una asesora de Exxon a principios de la década de 2000.

No hubo nada en su niñez que indicara que él acabaría en el camino hacia este alto cargo. Nació en Wichita Falls en el norte de Texas. Era el hijo de un panadero móvil quien dejó ese oficio para ser un líder profesional de los Boy Scouts. Tillerson comenzó a trabajar a los ocho años de edad, ayudando a su madre a cortar el césped de los vecinos, y a los 16 años trabajó como conserje en la Universidad de Oklahoma State, y durante los fines de semana se dedicaba a ganar dinero cosechando algodón y frijol. Descubrió su pasión por la ingeniería en los Boy Scouts, cuando instaló una serie de televisores en un festival para que pudieran ver el alunizaje en 1969.

Exxon es la otra institución que lo moldeó. Él ha trabajado en la compañía durante 41 años, cuando fue empleado en 1975 justo después de su graduación de la Universidad de Texas. Exxon es admirado por todos en la industria petrolera por su excelencia en ingeniería, pero ha sido objeto de resentimiento debido a la arrogancia e inflexibilidad de sus gerentes.

La hebra rusa

Tillerson ha sido un líder sólido de Exxon, aunque no ha superado el impacto de su aclamado predecesor Lee Raymond. Él tardó en reconocer el potencial de la revolución de esquisto que transformó la industria del gas y el petróleo en la década de 2000. Un ex rival de una principal compañía petrolera lo elogia diciendo, “es muy cuidadoso, muy detallado y muy conservador”.

Además es un negociador tenaz. Esa fue una cualidad vital en Rusia cuando asumió el cargo de las operaciones en esa región en 1998. Desempeñó un papel clave en avanzar el desarrollo petrolero en Sakhalin 1 cerca de la costa oriental del país, mientras el gobierno ruso intentaba retardar el proceso en un esfuerzo por obtener un mejor trato. Entonces, cuando asumió el cargo de director ejecutivo en 2006, Exxon luchó exitosamente en contra de sus competidores estadounidenses y europeos y logró firmar una serie de acuerdos potencialmente lucrativos entre 2011 y 2013 con Rosneft la compañía petrolera estatal rusa.

Esas relaciones son preocupantes para muchos políticos estadounidenses. A Tillerson le fue otorgada la Orden de la Amistad de Rusia en 2013. EL senador republicano John McCain observó esta semana que él nunca aceptaría un premio de Putin.

Pero algunos dicen que sus preocupaciones no son válidas. “Yo pienso que la ‘amistad’ con Putin no es más que una relación de trabajo”, dice un ex director ejecutivo. “Necesitas ir a dónde se encuentra el petróleo, aunque no te guste”.

Cuando se trata del cambio climático, los críticos d Tillerson tienen razón para preocuparse. Cuando él menciona el asunto, no suena como un entusiasta de recortar la emisiones de gases de efecto invernadero y rechaza la idea de que las compañías petroleras deben ir “más allá” de los combustibles fósiles.

Aunque Rusia y el cambio climático parecen ser los temas importantes con respecto a su confirmación, hay otras cuestiones que se pueden volver polémicas si  Tillerson llega al Departamento de Estado. Él es una persona pragmática, y no ha expresado opiniones firmes acerca del mundo, pero a diferencia de Trump, siempre ha sido un partidario del libre comercio. Así que posiblemente se enfrente a una batalla en el gabinete cuando se trate de ese tema o tal vez decida dejar a un lado sus principios.

Cuando Tillerson habla sobre los deberes de los Boy Scouts dice: “No importa el camino que sigamos, nos guste o no, estemos de acuerdo o no, como ciudadanos tenemos un deber para con este país de participar en este gobierno”.

Es un ideal loable, y ahora él está intentando seguirlo. Pero las realidades del gobierno tal vez resulten ser un poco más turbias de lo que él espera.

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