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Vaca Muerta, la joya del fracking que acorrala a agricultores y mapuche en Argentina Sustentabilidad

Vaca Muerta, la joya del fracking que acorrala a agricultores y mapuche en Argentina

Mientras el consumo mundial de energía sigue creciendo, la vasta reserva de Vaca Muerta, en la Patagonia argentina, se ha visto agujereada en los últimos años por los pozos de fracking, una técnica de explotación que acorrala a agricultores e indígenas de esta árida región de Sudamérica.


Desde lo alto, Vaca Muerta es un sobrecogedor desierto, con algunos campos, en el que ha sido construida una colmena de pozos. En cualquier dirección es posible observar los caminos abiertos en busca de hidrocarburos, intercalados con reservorios y torres de perforación, donde aparentemente hay más máquinas que trabajadores.

El fracking parte de la perforación de un pozo hasta alcanzar la formación que contiene gas o petróleo y posteriormente se fractura la roca con la inyección de una mezcla de agua, arena y sustancias químicas a elevada presión.

El proceso es duramente criticado por ambientalistas, agricultores e indígenas de la región de Neuquén, quienes denuncian la liberación de grandes cantidades de gas metano y la contaminación de los acuíferos de la región.

Roberto Ochandio, de 60 años, es extécnico del sector del petróleo y pasó a ser activista en la lucha contra la fractura hidráulica tras constatar el «descontrol ambiental de las empresas petrolíferas».

«Los acuíferos y las plantaciones están recibiendo sin cualquier control el agua que se emplea para la fractura y que llega con productos químicos artificiales», apunta en una entrevista a Efe Ochandio, coautor del libro «20 mitos y realidades de fracking».

El rechazo a la fractura hidráulica está en la agenda de líderes políticos, organizaciones y entidades, quienes, encabezados por la ONG internacional 350.org, se reunieron en Buenos Aires y Neuquén a comienzos de diciembre para debatir las estrategias de combate a esta práctica.

La ONG ofrece apoyo a las organizaciones locales, a los movimientos indígenas y a los grupos políticos «con el objetivo de empoderarlos y que sus voces sean escuchadas», según explicó a Efe Nicole Oliveira, coordinadora de 350.org en América Latina.

Los agricultores de la zona y los mapuche, que reivindican la propiedad de esas tierras, también se oponen a la explotación, que colinda con las plantaciones de manzanas y peras, principales productos de la región.

Los productores critican la falta de atención de las autoridades con la contaminación del agua que irriga el suelo y con la creciente especulación de los terrenos.

«Como no hay una reglamentación que limite las áreas de cultivo y de fracking están instalando pozos al lado de las haciendas, contaminando y obligando a los productores a vender sus terrenos», denuncia Sebastián Hernández, presidente de la asociación de fruticultores de Allen.

Para algunos médicos, la llegada del fracking está causando problemas de salud a los habitantes de la región, debido sobre todo a la contaminación del agua.

«Ahora tenemos una gran epidemia de gastroenteritis. No sabemos exactamente cuál es la causa, pero estamos seguros de que está asociada con el agua», afirmó la médica Luz Sepulveda, directora del centro de salud de la localidad de Añelo, en una entrevista con Efe.

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La fractura hidráulica se ha convertido en los últimos años en la punta de lanza de un debate que enfrenta dos visiones opuestas sobre el futuro de los combustibles fósiles en América Latina.

Mientras es criticado por agricultores, indígenas y asociaciones, el yacimiento de hidrocarburos no convencionales es visto por las autoridades como un camino lucrativo para conseguir la ansiada independencia energética en el país.

Los defensores del fracking recuerdan que su implantación está respaldada por el voto popular y subrayan que los métodos no convencionales traerán un futuro «promisorio» para una provincia que sueña con el oro negro.

Según el diputado Luis Felipe Sapag, del partido Movimiento Popular Neuquino (MPN), el objetivo principal del fracking es que esta región patagónica deje de depender en materia de energía.

«Estamos muy entusiasmados. Las cosas van bien, a pesar de que el precio internacional del barril del petróleo haya forzado tan solo un crecimiento del 5 o 6 % «, señala.

Sapag compara los riesgos del fracking al de otras actividades industriales y admite que los riesgos existen, «pero pueden ser monitorizados, controlados y evitados».

A su juicio, en los pozos de Neuquén no se ha registrado ninguna catástrofe lo que, en su opinión, coloca en jaque la legitimidad de las organizaciones internacionales contrarias a este tipo de explotación de hidrocarburos.

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«Qué derecho tiene alguien que viene de Buenos Aires, Europa o algún profesor de teorías de la iluminación para decir a los argentinos que no podemos utilizar nuestros recursos?», ironiza el diputado

 

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