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Ataques cerebrovasculares tienen a 50 mil chilenos viviendo con discapacidad Salud

Ataques cerebrovasculares tienen a 50 mil chilenos viviendo con discapacidad

Para reducir esta cifra, es necesario que por lo menos el 12% reciba tratamiento de trombólisis intravenosa. El desafío es administrar este medicamento en las primeras cuatro horas y media después de ocurrido el ataque.


Anualmente en Chile más de 15 mil personas tienen un primer infarto cerebral, evento que se caracteriza por el bloqueo del flujo de sangre hacia el cerebro, y a causa de este tipo de ataques, 50 mil viven actualmente con discapacidad.

Así lo indica un estudio de la Escuela de Salud Pública de la Universidad Mayor, que además detectó que un 2% de los pacientes atendidos en hospitales de la Región Metropolitana, recibieron el tratamiento denominado trombólisis intravenosa, consistente en la introducción de una sustancia en el torrente circulatorio, capaz de despejar la obstrucción y devolver el funcionamiento normal al cerebro, con gran efectividad en la evitación de secuelas que produzcan discapacidad.

Lorena Hoffmeister, directora de la Escuela de Salud Pública de la Universidad Mayor, señala que llegaron a la conclusión de que si se aumenta en un 10 por ciento, para llegar a 12 por ciento, la cantidad de pacientes que luego de sufrir un primer ataque cerebral isquémico reciben trombólisis intravenosa, se reducirían en un 30 por ciento los casos de discapacidad provocados por dicho episodio, según detalla la socióloga de la Universidad Católica, doctora en Biomedicina y Master en Salud Pública de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona.

Implementar este procedimiento es un desafío para el sistema de salud, tanto público como privado, a juicio de la experta. “El sistema de salud -y con esto me refiero a la atención primaria, a los sistemas de emergencia móvil, tanto públicos como privados, hospitales, clínicas, salas de espera, y salas de urgencia – tiene que estar preparado para identificar rápidamente a las personas que están cursando un probable ataque cerebrovascular, indicarles estudio de imágenes con escáner al cerebro, y continuar con el tratamiento. Es un trabajo mancomunado entre distintas personas e instituciones y también hay un trabajo de los equipos profesionales y sistemas de salud para mejorar la rehabilitación de estos pacientes. Está probado que la movilización precoz, el tratamiento y la rehabilitación temprana e intensiva mejoran los resultados y disminuyen las secuelas de discapacidad a largo plazo”, señala Lorena Hoffmeister.

Cómo reconocerlo

Llegar a la meta de 12 por ciento de pacientes con primer ataque cerebral que reciban trombólisis, no sólo implicaría movilizar al sistema de salud. “Este logro no sólo depende de que los hospitales se organicen correctamente para identificar de manera rápida a los posibles casos de infarto cerebral y hacer el escáner a tiempo, e indicar o no el tratamiento. También, depende de que la población acuda rápidamente a un centro de atención que sea capaz de hacer el escáner de cerebro y resolver esta patología. Por lo tanto es muy relevante el trabajo que se haga con la comunidad”, explica la doctora Hoffmeister.

 

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Lorena Hoffmeister, directora de la Escuela de Salud Pública de la Universidad Mayor.

Respecto de este punto, la socióloga es enfática en la importancia que tiene administrar el tratamiento dentro de las cuatro horas y media que siguen al ataque, durante las cuales tiene efectividad, y que la población tenga conocimiento de los síntomas y qué hacer en caso de presentarse el caso.

“Los síntomas de infarto cerebral o ataque cerebral son bien específicos y no tan difíciles de reconocer por las propias personas y sus cercanos, pero obviamente necesitamos comunicarlos mejor, y que la persona sepa qué hacer en caso de un evento agudo como éste. En ese sentido, la comunicación y educación a la población es muy relevante”, advierte. En ese contexto, agrega que un evento de este tipo “debe ser tratado como una urgencia médica”, y la persona afectada debe acudir de inmediato a una clínica u hospital.

Síntomas

La profesional llama a poner atención a los síntomas: “Estos eventos son de inicio súbito y corresponden a un déficit neurológico, funcional, en que alguna función deja súbitamente de producirse. Por ejemplo, se pierde la fuerza de una mano o de un brazo, no se puede mover un lado de la cara, o se empieza a hablar raro. No se puede articular palabras o no se entiende lo que se dice. Y todo esto de manera muy repentina”.

Frente a estas señales, subraya, no hay que esperar. “La persona y sus cercanos tienen que acudir inmediatamente a un lugar donde haya urgencia de adultos y no acudir al médico al otro día”. La socióloga también explica que sólo un 20 por ciento de los ataques cerebrovasculares cursan con dolor. Algunos eventos se manifiestan con jaquecas, dolor de cabeza fuerte. “Pero hay muchos episodios que no presentan malestar”, asegura.

También es fundamental poner atención a un dolor que no es el habitual. “Hay personas que sufren de migraña o jaqueca, y que ya conocen cuál es malestar que les provocan. Éste es un dolor de cabeza muy distinto y la misma persona puede percibirlo”.

Prevención

La importancia de la detección y tratamiento temprano no hace perder de vista a Lorena Hoffmeister, un tema permanente: la prevención. “Hay que evitar que las personas tengan un ataque cerebrovascular y eso es prevención primaria. Una vez que los sujetos tienen un primer episodio, se queda en una situación vulnerable. Puede venir otro evento y sus consecuencias en salud son bastante graves”.

Así, la prevención provoca efectos de amplio espectro, según la especialista. “Produce beneficios no sólo para reducir el riesgo de ataque cerebrovascular sino también, de padecer diabetes o eventos coronarios. En este sentido, tenemos que tratar y manejar bien la presión arterial. Cuando ésta es elevada, se convierte en uno de los principales factores de riesgo de enfermedades crónicas y no solamente del ataque cerebrovascular”.

La profesional de la Universidad Mayor señala que la presión arterial es muy sensible al tipo de vida y dieta que llevamos. Hay patrones alimentarios que son más proclives a generar hipertensos y hay otros que contribuyen a mantener a las personas con presión arterial normal. “La evidencia está demostrando que más que dejar de consumir algunos alimentos o cambiar el azúcar por endulzante, la clave está en tener hábitos más saludables, lo que se traduce también en un estado nutricional mejor. La obesidad, el sobrepeso, son factores de riesgo para estas enfermedades”, explica Lorena Hoffmeister.

En la Escuela de Salud Pública de la U. Mayor, también promueven la ingesta de dietas que han demostrado ser efectivas en reducir el riesgo cardio y cerebrovascular. “Ejemplo de ello es la dieta mediterránea, que implica consumo de verduras y frutas, pescado, carnes magras, como el pollo, pero en bajas cantidades. La ingesta de vacuno y cerdo debe ser aún menor. También se incluye aceite de oliva extravirgen y nueces”. Dicha dieta está asociada a países que comparten cierta cultura mediterránea y clima también. “Afortunadamente, en Chile tenemos grandes zonas del país con clima mediterráneo y se cultiva mucha fruta y verduras, teniendo acceso a nueces, aceite de oliva, y productos del mar”. La especialista enfatiza en que debemos incorporar estas dietas masivamente en nuestros hábitos alimentarios porque han demostrado que reducen el riesgo de ataque cerebrovascular.

Estudio en Ñuble

Además de los estudios a nivel nacional, la Escuela de Salud Pública está participando en un proyecto llamado Ñandú, en la provincia de Ñuble, Región del Bío Bío, una de las que presenta mayor mortalidad por ataques cerebrovasculares. Lorena Hoffmeister, señala que este estudio sigue la metodología que propone y recomienda la OMS (Organización Mundial de la Salud) para la vigilancia de estos eventos, que se llama step stroke. Step por paso y stroke que es la traducción en inglés de ataque cerebrovascular. “Este modelo sugiere a los países que para hacer un seguimiento de lo que está pasando con esta enfermedad, se organice en pasos o escalones”.

“En el primer escalón los países debieran ser capaces de identificar a las personas que tienen un ataque cerebrovascular y que son hospitalizados, y tener algunos datos. Por ejemplo, la edad en que tuvo el evento, de qué tipo fue, así como también cuántos sobreviven y cuántos fallecen”.

En un segundo escalón de este modelo se trata de identificar a quienes sufren un ataque cerebrovascular y no son hospitalizados. Esto, explica la socióloga ya sea porque la persona o su familia no consideró que era necesario ir al hospital, se evaluó sus síntomas como leves, o bien, falleció sin haber alcanzado a tener una admisión hospitalaria.

“Bajo este modelo nosotros hicimos un sistema de vigilancia epidemiológica del infarto y del ataque cerebral en la provincia de Ñuble, con la meta de estimar la incidencia de ataque cerebrovascular, contabilizar los casos. Otras preguntas fueron: ¿cómo están siendo atendidos en la red de atención de hospitales de la provincia?, ¿cuántos tuvieron acceso a escáner de cerebro?, ¿cuántos a electrocardioigrama?, ¿a evaluación de trastornos de deglución?, y ¿a cuántos se les indicó tratamiento anitrombótico para reducir el riesgo de recurrencia?

Mil personas al año

La tercera parte del estudio se refiere a los resultados en salud. “Cuántos fallecen, en qué momento lo hacen, a la semana, al mes, al año, y cuál es el nivel de discapacidad que tienen como resultado de estos eventos”, indica la directora de Salud Pública de la Universidad Mayor.

La investigación abarca también el impacto social de la enfermedad. “Porque no sólo se enferma la persona sino que también la familia, que debe enfrentar un evento agudo grave, que es una emergencia médica y donde aproximadamente el 40 por ciento queda con algún tipo de lesión”, explica Lorena Hoffmeister.

Así, se les ha consultado a las personas y sus cercanos si han tenido que dejar de trabajar para cuidar a la persona, si han efectuado gastos adicionales, cambios en la dieta, en el espacio físico de las casas, para poder enfrentar este nuevo escenario.

Actualmente, están en la fase final del estudio. “Nos quedan alrededor de seis meses más para hacer el último seguimiento de un año, que lo hacemos a través de llamadas telefónicas, pero los datos preliminares nos muestran que en la provincia de Ñuble hay alrededor de mil personas que tuvieron un ataque cerebrovascular durante el periodo de 12 meses, números importantes que hemos encontrado en esta provincia”.

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