Este sábado el autor de “No escucho y sigo”, Pablo Paván, se reunirá con todos los que quieran saber sabrosos detalles sobre la vida del actual entrenador de “La Roja”, Jorge Sampaoli.
La cita es a las 13:30 horas en el Mall Paseo Quilín.
Para nadie es desconocida su pasión y carisma. Casi nunca está quieto y su estilo ha impuesto una marca única. Nacido un 13 de marzo de 1960 en Casilda, Santa Fe, el entrenador argentino es todo un personaje en el fútbol sudamericano.
Tras una frustrada carrera como futbolista, la que no pudo desempeñar a causa de una lesión sufrida en las divisiones menores de Newell’s Old Boys de Rosario, el técnico de la selección dirigió con éxito clubes peruanos como Juan Aurich (2002) y Sporting Cristal (2007), para luego comandar a O’Higgins de Rancagua (2008-2009), Emelec de Ecuador (2010) y Universidad de Chile (2011-2012). Con este último club ganó tres campeonatos nacionales (Apertura 2011, Clausura 2011 y Apertura 2012) y el título internacional de la Copa Sudamericana (2011).
Pero sin duda que el gran reconocimiento llegó un 3 de diciembre de 2012 cuando fue anunciado oficialmente como director técnico de la selección chilena con la cual pasó las Eliminatorias y disputó la Copa del Mundo de Brasil 2014 siendo eliminado por el anfitrión en octavos de final.
Al otro lado de la esquina en el mismo barrio estuvo durante su infancia el periodista Pablo Paván, también nacido en Casilda, quien se dedicó a conocer la vida íntima de Sampaoli y estamparla en el primer libro biográfico autorizado por el entrenador.
El mismo que será presentado en exclusiva este sábado 20 de junio en Mall Paseo Quilín desde las 13.30 horas en el sector de Plaza Central.
La madre, los hijos, y los hermanos del entrenador dieron su testimonio a Paván, quien repasa la trayectoria de Sampaoli y los diferentes caminos futbolísticos que fue tomando, hasta llegar a sus actuales convicciones.
De ahí viene también el título del libro «No escucho y sigo», frase de una canción del grupo Callejeros —a quienes el casildense apoyó públicamente durante su paso por la cárcel, tras la tragedia en la discoteca Cromagnon— que el técnico se tatuó en un brazo.
