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«Camilo Escalona no ha sabido oxigenar al PS»

Han pasado más de 15 años del duro episodio que vivió como ministro del Interior, luego de pasear en la carroza con Eduardo Frei para ir al Te Deum, dos días antes de que le pidieran la renuncia a su cargo. Atrás había quedado la presidencia de su partido, el PS, y una profunda molestia por la forma en que sucedieron los hechos. Pero sus relaciones con el senador están saneadas y hace muchos años, aclara. En esta entrevista aborda esos recuerdos. De paso aprovecha de hablar de contingencia y de la conducción de su partido.


Germán Correa llegó en silla de ruedas a la Convención PS, el pasado sábado, para participar de la proclamación de Eduardo Frei. Días antes en una columna de opinión había llamado al partido a cuadrarse con la candidatura del senador. El gesto en el entorno de Frei fue bien recibido y se trató de una clara muestra del ánimo que lo esperaría en la Convención realizada en las dependencias de la Universidad de Santiago.

El «chino» Correa, como le dicen, descongelaba así su relación con el ex mandatario desde aquel 20 de septiembre de 1994 cuando Frei le pidió la renuncia y nombró en su reemplazo a Carlos Figueroa en el ministerio del Interior. Para el PS y especialmente para el ex ministro de Transportes, la forma cómo se produjo el cambio de gabinete fue un duro escollo que debió superar con el tiempo. Así se lo hizo ver al propio Frei cuando se enteró de la decisión que días antes había tomado el senador en compañía de su círculo hierro compuesto por el mismo Figueroa, Edmundo Pérez y Genaro Arriagada.

El hecho fue tan significativo, que ocupa un importante espacio titulado «La guillotina de Fiestas Patrias», en el libro La Historia Oculta de la Transición, del periodista Ascanio Cavallo. De hecho, en el texto se recrea un diálogo entre Frei y Correa cuando ambos se trasladaron en la carroza que los llevó al Te Deum ese 18 de septiembre. Dos días antes del cambio de gabinete y apenas seis meses de iniciado el gobierno. El libro lo describe así:

«En la mañana del domingo 18 de septiembre, Frei sale de La Moneda con Germán Correa para abordar la carroza que los lleva al Te Deum. El ministro nota que el presidente está incómodo, algo distante, y le parece que la conversación es forzada:

-Cómo se mueve esta carroza

-Si, es como inestable.

-Como gelatina.

-Claro.

-¿Sabes que mi padre usó esta misma?

-No me digas.

-Hace 30 años.

-Increíble como pasa el tiempo.

Para Correa, esa historia es parte del pasado. Dice que el ex presidente tenía toda la potestad para tomar decisiones y que lo importante ahora es el cambio que ve en él. Con convicción dice que el Frei de ahora es distinto al de la elección anterior y que a la Concertación sólo le resta apoyarlo. En entrevista con El Mostrador, se niega a opinar sobre el Transantiago y la idea de Frei para estatizarlo, sin embargo, sí le interesa hablar sobre su partido y la crisis por la que atraviesa luego del fracaso de su timonel, Camilo Escalona, por levantar la candidatura de José Miguel Insulza. 

-¿Luego de su columna, llamando a apoyar la candidatura de Frei, sus relaciones con el ex mandatario se normalizaron?

-Hace mucho tiempo nuestra relación está normalizada. Desde 1995, ha habido muchos gestos del ex presidente. Él ha hecho gestos y me ha demostrado la voluntad de cerrar un ciclo. Estas cosas suceden en política.

-El episodio del paseo en la carroza es algo que aún se recuerda en política, en el PS se produjo un quiebre importante, sobre todo porque usted dejó el cargo de presidente para irse a Interior.

-No diría que fue un quiebre, desde luego el presidente de la República tiene la potestad absoluta de pedir la renuncia a sus ministros cuando él lo estima oportuno. En eso no hay que equivocarse. El problema aquí fue la forma. Él, por lo demás, siempre manifestó su voluntad de que siguiera colaborando con su gobierno, pero yo nunca quise. Pero él aprendió igual que yo de esa circunstancia.

El tapón de Escalona

 -¿Cómo ve a Frei en esta pasada?

-Hoy es una persona con una fuerte vocación de liderazgo, con valentía, un hombre luchador que da la pelea, con convicciones profundas. Me gusta la capacidad de renovación que ha mostrado, la voluntad de renovarse, recoger las nuevas propuestas y los nuevos temas, sobre todo de quienes no se sienten representados por la Concertación. Creo que eso es muy importante para la tarea de renovación profunda que tiene por delante la coalición. Frei me da la tranquilidad que lo va a intentar. Como también que va terminar con las malas prácticas que se han ido desarrollando. Veo una profunda vocación ética y voluntad de pagar los costos que significan ponerle fin a esas cosas.

-El senador Carlos Ominami ha lamentado que el «progresismo» no tenga hoy su propio candidato y ha responsabilizado a Camilo Escalona.

-Hay que tener una mirada un poquito más profunda de ese proceso. Creo que esto no es un tema que la directiva de Escalona no haya sabido manejar, a pesar de que soy un crítico de algunas cosas que ha hecho la mesa. Pero aquí creo que hay problemas del propio partido, que no hemos sabido solucionar bien. Sobre todo para oxigenarlo y revitalizarlo con nuevos liderazgos y la falta de espacios para que esos liderazgos se expresen. Lamento mucho la renuncia de José Miguel, pero también es cierto que en otras oportunidades fue la DC la que tuvo que dar un paso al costado.

-¿Más allá de eso, qué tan difícil era recomponer las relaciones con el PPD a su juicio?

Creo que a estas alturas ya venían procesos ocurriendo. Recordemos las famosas dos listas, que produjo una fuerte competencia en la base social misma por los votos para los candidatos del PS o el PPD. Eso va dejando heridas y resquemores. Hace muchos meses atrás les dije a algunos amigos el desenlace que esto iba a tener.

-¿Cuáles son las observaciones críticas que hace de la conducción de Camilo Escalona?-Camilo Escalona no ha sabido oxigenar al PS, abrirlo, revitalizarlo. Para reencantar a quienes están desilusionados. Pese a que ahora está presente la disidencia, es una directiva que está marcada con una condición más burocrática que política, poco socializadora hacia la militancia. Y que dice relación con los pecados de la clase política, en general, de no abrir espacios a la participación.

Voto voluntario e inscripción automática

 -¿Respecto a los temas programáticos que le interesan, qué le gusta de lo que ha planteado Frei?

-Me agrada del planteamiento del Frei de ahora, la voluntad que ha mostrado para recoger las inquietudes del chileno de hoy. Un chileno que nosotros mismos hemos ayudado a cambiar tremendamente con los 20 años de los cuatro gobiernos concertacionistas. Nosotros hemos sido parte de estos grandes cambios culturales, sociológicos, que ha tenido la sociedad chilena. Un dirigente que capta eso y lo plantea como uno de los ejes programáticos para adelante, cuando dice que no tiene un programa elaborado entre cuatro paredes, sino que lo va a sacar de lo que la gente le diga, creo que es un cambio de visión fundamental. Por eso me entusiasma la candidatura de Frei. La gente quiere ser partícipe de las cosas que afectan su vida cotidiana.

-¿Qué piensa del debate sobre el voto voluntario y la inscripción automática?

-Comparto las críticas cuando dicen que algunos tienden a mirar más el interés propio que el general. Cuando estaba en la directiva del PS, muchas veces tomamos decisiones que nos perjudicaban, incluso teníamos una frase: esto es bueno para Chile y malo para nosotros. Pero había claridad política para saber que aunque algunas decisiones nos podían perjudicar a nosotros mismos, le hacían bien a la democracia. Por ejemplo, cuando optamos por cambiar el sistema electoral de los alcaldes y se pasó a una elección directa y no indirecta a través de los concejales, como era antes. Cuando sacamos las cuentas electorales, los datos eran claros: perdíamos alcaldes. Pero en ese momento dijimos: esto es bueno para Chile.

-¿Está de acuerdo con estatizar el Transantiago, como lo ha planteado Frei?

-De ese tema no opino… (Se ríe).

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