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El peso político del Transantiago que preocupa a la Alianza

En un año eminentemente electoral, la presión por llegar a un acuerdo con la derecha que saque de la agenda los problemas ocasionados por el sistema de transportes capitalino es vital para el gobierno. Pero la oposición tampoco quiere ser quien se lleve la peor parte, teniendo que asumir el grueso del aumento de las tarifas en una eventual administración de Sebastián Piñera.


Hace rato que el Transantiago dejó de ser un problema técnico y comenzó a ser enfrentado políticamente. En un año eminentemente electoral el tema del alza de las tarifas, tal vez la única manera de disminuir el exagerado déficit del sistema, se ha convertido en la piedra de tope para alcanzar el esquivo acuerdo entre La Moneda y la derecha. El temor de estos últimos es que el gobierno pretenda endosarle a la próxima administración la responsabilidad de no haber logrado encontrar una solución efectiva al problema que se arrastra ya por casi dos años. 

El hecho de que se especule que el gobierno pretende aumentar la tarifa gradualmente en 40 pesos el primer año y los que siguen en 60 y 60, molesta a la oposición. Ello porque inevitablemente tendrían que cargar con el problema durante lo que apuestan será una administración de derecha. Es decir, se verían en la obligación de compartir la responsabilidad del fracaso del sistema con la Concertación. 

«Cortázar quedó para marzo»

Para el presidente de la Comisión de Transportes del Senado, Carlos Cantero, este no es un argumento de peso para negarse a llegar a un acuerdo. Y es en este punto donde discrepa con la postura del senador de la UDI Jovino Novoa. El ex timonel gremialista ha manifestado que «es una vergüenza» que después de casi dos años, el Ejecutivo aún no haya encontrado una solución viable para mejorar el sistema de Transportes capitalino. Por lo que, tal como están las cosas, no ve posible un acuerdo.  

Incluso advirtió que después de la última reunión de la Comisión de Transportes con el titular de la cartera -el martes pasado- le asiste la convicción de que «Cortázar quedó para marzo. No hay ninguna posibilidad de que el Congreso le ponga la firma a ese despilfarro. El ministro tendrá que ver la forma de mejorar la eficiencia y bajar los costos» si aspira a converger en un acuerdo con la Alianza. 

Sin embargo, esta postura no es generalizada entre los integrantes de la comisión, ya que sobre todo desde el mundo independiente sienten que el negarse a un acuerdo con el gobierno podría ser visto por la ciudadanía como una forma de sacarle provecho político a la situación. De hecho, Cantero cree que a Novoa se le está pasando la mano. Al punto que llegó a advertir que la postura del senador gremialista incluso «está mucho más allá del desalojo. Yo creo que en ella hay, en realidad, una lógica de demolición». 

Cantero es uno de los que advierte abiertamente de lo que puede llegar a provocar una posición como la de Novoa, señalando que llega un momento «en que tenemos que preocuparnos de las soluciones y dejar atrás la problemática, porque tarde o temprano la gente va a pensar que estamos sacando provecho político de esta situación y nos va a cobrar una cuenta política».  

Piedra de tope

Con él coincide el independiente Carlos Bianchi, aunque le asiste la misma preocupación que a gran parte de la Alianza, en cuanto a que el gobierno podría estar tratando de traspasarle la responsabilidad del fracaso del Transantiago al próximo gobierno «sea éste del lado que sea». Lo que no significa, dice, que no haya que buscar una solución razonable. Porque si algo tiene claro es que la ciudadanía ya sabe quienes son los culpables del fracaso de una de las más grandes políticas públicas de este siglo.  

El aumento de la tarifa es claramente la piedra de tope, porque según manifestó el ministro a la Comisión de Transportes se haría en forma gradual. El punto es que según la Alianza el grueso de las alzas no lo asumiría el actual gobierno sino el que lo reemplace. Y dado que en la derecha tienen la convicción de que Sebastián Piñera llegará a La Moneda el 2010, quieren evitar a toda costa que sea él quien deba asumir la responsabilidad del grueso de las alzas. 

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